Dieciséis días y dos consejos de ministros nos separan del domingo, nueve de febrero. “Con el mejor ánimo que uno puede” encara el señor ministro su agenda de ese fin de semana. El planazo para José Ignacio Wert: la gala de los Goya. Ni pudiendo se la perdería. Érase un ministro agarrado a un paraguas para soportar estoicamente chaparrón tras chaparrón, lo mismo en el Congreso, que en la universidad, en la calle o en las entrevistas de la Sexta. Si sigue siendo cierto esto que dijo Wert a poco de llegar al gobierno -que él, con el castigo, se crece- a estas alturas debe de ser Sultán Kosen, o sea, el hombre más alto del mundo (dos metros cincuenta y uno alcanza, sin estirarse, la criatura).
El ministro crecido y recrecido, señor Wert, se prepara para la “gran fiesta del cine español” (expresión de uso obligado en la noche de los Goya, qué remedio) sabiendo que el personal le está esperando para volver a reprocharle, el día 9, lo del IVA. Hace tiempo que Concha Velasco se prohibió a sí misma volver a entonar la cancioncilla aquélla con que animó el cotillón de un fin de año -”que viva el IVA, que viva el IVA”- y hace tiempo que productores, distribuidores, directores y actores de películas hechas en España incluyen en sus discursos, entrevistas y entregas de premios la crítica al gobierno por haberle colocado a las entradas de cine un IVA del 21 %, es decir, el tipo general en lugar del tipo reducido que soportaban hasta 2012.
A diferencia de lo que ocurre en otros sectores económicos, donde son los empresarios afectados los que llevan la voz cantante en la protesta, en el sector económico del cine se ha hecho piña en torno a esta bandera, de tal forma que son seguramente los actores, la parte de ese sector más conocida por el público (autónomos cuyo servicio profesional contratan las productoras), quienes más veces le han atizado al gobierno por el sobrecoste de las entradas. Quien dice “al gobierno” dice “al ministro Wert”, que, para el cine y el teatro, su ministro de referencia, el que lleva su negociado. Le ha servido de poco al ministro recordarles, siempre que ha podido, que el IVA es, como su nombre indica, un impuesto, es decir, que es cosa de Montoro, no suya.
Si de José Ignacio Wert dependiera, a la gala de los Goya iba a ir, en representación del gobierno (al que la Academia siempre invita a hacer un cameo) el ministro Montoro, que sufra él, embutido en el esmóquin, con los focos encima y aguantando que le miren raro. Basta que Wert dijera el otro día, en los premios Forqué (donde también le pitaron) que no deberían los profesionales del cine estar todo el día hablando de lo caras que son las entradas porque eso incentiva poco al público, para que, en un arrebato de rebeldía, construyan toda la gala de los Goya en torno al IVA.
Cuando hoy se enteró el sector del cine de que el consejo de ministros bajaba el llamado “IVA cultural” al 10 % debieron de pensar: ole, ole y ole, ya era hora. Pero luego han sabido que lo que baja es el “IVA semi cultural”, o sea, sólo para algunas cosas que se consideran “culturales” y sólo para algunas transacciones. A saber, obras de arte y objetos de colección que entrega el propio artista, incluyéndose bajo esta consideración de “obra artística” tanto los cuadros o las esculturas que exhiben las galerías como los monumentos falleros y las hogueras de Alicante. ¿Las fallas se venden? Digamos que sí, hay que pagar al artista por su obra, y no es lo mismo un 21 que un 10.
La alegría que le han dado a Rita Barberá, le ha faltado tiempo para proclamar con entusiasmo que no podía haber llegado la buena nueva en día más señalado, porque hoy se celebra la exaltación de la fallera mayor de 2014, la solemne presentación de la reina de la fiesta y su corte (que porque ya está elegida, sino le hacía a él un moño y lo nombraban super fallero). Cómo cambian las cosas: el año pasado Barberá se quería comer por las patas a Montoro por enviar inspectores de Hacienda a pedir facturas y registrar casales, y este año le daría dos besos por haber recortado el IVA once puntos.
La vicepresidenta Sáenz de Santamaría ha explicado que ésta es una medida necesaria para promocionar la cultura en España y equipararnos a otros países europeos. Entiéndase que la promoción y la equiparación le parece al gobierno ahora necesaria -en 2012, cuando el mantra era la reducción del déficit, no le parecía tan necesario-. Los galeristas y los falleros han hecho menos ruido que actores y cineastas pero han resultado ser más eficaces como lobby, o más rápidos en conseguir resultados.
¿Bajarán también el IVA del cine?, le preguntaron, avispados, los periodistas hoy a Sáenz de Santamaría. Y ella dijo: “éste es un primer paso”, que es como se dice, en el idoma de la política, “continuará”. Vienen más capítulos. En el mundo del cine y del teatro dan por hecho que ellos serán los siguientes. Cines, teatros, museos e industria editorial, todo ello se considera “ámbito cultural” y todo indica que les llegarán también buenas nuevas. Nada le agradaría más a Sultán Kosen, digo al ministro Wert, que presentarse este año en la gala Goya (que al gobierno siempre se le hace bola) llevando como regalo un IVA del 10 %. Premio a la mejor película de animación: ánimo, ánimo, que ya vamos saliendo. Es verdad que al ministro le pitan y le despellejan en las entregas de premios (más los profesionales que dirigen e interpretan las películas que los productores -y las productoras- que las financian), pero también lo es que hace un mes estuvo cerrando con los productores los nuevos incentivos fiscales que, con la venia de Montoro, se van a aprobar. Porque, además de bajar el IVA, el gobierno está por la labor de elevar las deducciones fiscales para quien invierte en hacer cine (hasta el 25 o el 30 % de deducción: menos subvenciones pero más desgravación, ésta es la fórmula).
El gobierno, que viene repitiendo machaconamente que anunciará su reforma fiscal en primavera, porque antes deben entregar su informe de recomendaciones los expertos a los que reclutó para la causa (como hizo con la pensiones), aduce, sin embargo, que hay cambios fiscales que deben ser adelantados, sea la subida de las cotizaciones sociales sea la bajada del IVA de las obras de arte. A los sesudos integrantes de ese comité de expertos habrá que distinguirlos con el premio al mejor guión adaptado. Porque la historia original salta a la vista que no la van a escribir ellos.