MONÓLOGO DE ALSINA

Monólogo de Alsina: ¿Seremos el país pionero en no tener "Google noticias"?

Les voy a decir una cosa.

Si ahora ponen ustedes en Google --ahora mismo--tasa Google” aún les aparece en primer lugar una cosa que dice:“en las noticias”, y debajo de eso tres enlaces con informaciones publicadas por los diarios digitales sobre este asunto y un enlace adicional, “más noticias”, por si quieres ver aún más enlaces. Pruebe, pruebe a hacerlo, métase en Google. Ah no, que está conduciendo. Entonces fíese. Yo acabo de hacerlo. Vaya novedad que te salgan noticias en Google, ¿verdad? Qué usuario de internet no lo sabe a estas alturas. Bueno, la noticia es que hoy todavía sale esto de “en las noticias”.

ondacero.es

Madrid | 11.12.2014 20:15

A partir del martes, cuando hagamos esto mismo que le acabo de decir ahora, lo que aparecerá es “el servicio de noticias no está disponible en España”. Y si le pide usted a un amigo suyo que vive en Francia que entre desde allí a ver si le aparecen artículos de diarios españoles lo que éste le dirá es que no, que pones en el buscador “caso Gurtel”, por citar un asunto muy de aquí, y todos los enlaces que aparecen son de medios de otros países. Nada de España.

Cielos, qué ha pasado aquí. Pues ha pasado, o está por pasar, una situación inédita que convierte nuestro país en el primero en algo y de la que van a estar pendientes editores, gobiernos y legisladores de otros países para ver en qué acaba. Pioneros, ¿en qué? Pues en contemplar el cierre del servicio de noticias de la poderosa compañía norteamericana, el buscador de buscadores, la muy exitosa creación de Larry Page.

A Google se le ha atragantado la nueva ley de propiedad intelectual, la parte de esa ley que obliga a los agregadores de contenidos a pagar un canon a los creadores de esos contenidos, y ha anunciado que en lugar de pagar, dejará de enlazar. Glosario: qué es un agregador de contenidos. Y qué es un creador o generador. Cuando usted busca algo en Google lo que el buscador le ofrece es una lista ordenada de enlaces con un fragmento del contenido de esas otras páginas: si a usted le interesa, pinchará en el enlace y estará visitando esa página. Si no pincha, la visita se la ha hecho sólo...a Google. En el caso de las noticias, éstas, las noticias ni las da ni las escribe Google, las dan y las escriben los periodistas de elpais.com, elmundo.es, el abc, elconfidencial, el new york times, lo que usted quiera.

Esos medios se dejan rastrear por los programas automáticos de Google (o de los otros agregadores) y por eso cuando usted --”caso Gurtel”, por ejemplo-- le aparecen los enlaces a las crónicas que esos diarios digitales tienen publicadas ordenadas conforme a unos algoritmos (a una serie de criterios, digamos, que los diarios conocen y que algunos utilizan con habilidad para salir más arriba en esa lista, porque usted y yo somos muy de empezar por visitar a los primeros que ahí salen).

Queda claro que la crónica que usted y yo vamos a leer no la hace Larry Page, la hace un periodista de ese medio al que el editor de ese medio paga por ese trabajo, generar información. Éstas son, por tanto, las dos partes de esta historia que ha desembocado en pulso y provisionalmente, ruptura: a un lado los fabricantes de contenidos, al otro los agregadores. Los primeros dicen a los segundos: oiga, que su negocio (su actividad) sólo es posible porque nosotros generamos esos contenidos, luego retrátense, reconózcannos eso y paguennos alho. Los segundos, en respuesta, dicen a los primeros: oiga, que si usted recibe no sé cuantos miles de visitas es porque yo le saco en la lista ésta de enlaces, yo estoy contribuyendo ya a que usted tenga más lectores y, con ello, más publicidad, luego encima, perdóneme, no se queje. Muy sintéticamente, éstas son las posiciones. Y en esto España no es pionera, este mismo pulso se ha vivido antes en otros países europeos y se han escuchado estos mismos argumentos.

Dices: vaya, nunca pensé que cada vez que busco una noticia en Google se libre esta batalla empresarial tan vehemente. Pues sí, se libra. Se libra porque estamos hablando de empresas que tanto a un lado como al otro lo que buscan es ofrecer un buen producto, o un buen servicio, a sus clientes y encontrar la manera de rentabilizarlo para poder seguir, y poder crecer, como compañía. La eclosión, el auge, de internet como vehículo de información, como gran plataforma informativa, ha convertido a las empresas tecnológicas (en este campo, singularmente Google) en gigantes con presencia en un montón de países y que, a diferencia de los medios tradicionales, tienen gastos muy reducidos, sin apenas plantilla y con astucia para buscarle las vueltas a los regímenes fiscales de cada país y pagar, claro, lo menos posible en impuestos. Eso explica que, por un lado, los gobiernos europeos estén buscando la forma de obtener de Google algo más que lo que ahora obtienen (Cameron, en el Reino Unido, ha anunciado un impuesto del 25% sobre los beneficios de las grandes tecnológicas que aunque afecta a varias compañías americanas se ha bautizado como Google Tax) y, por otro, los editores europeos estén promoviendo cambios legales en sus países para que los agregadores tengan que compensar por el uso que hacen de los contenidos creados por ellos. En España ese cambio lo hemos llamado tasa Google aunque, en rigor, se llama canon de obligado cumplimiento incluido en la ley de propiedad intelectual.

Cuando el gobierno incorporó este canon a la norma los editores, con razón, lo consideraron una victoria. Si Google quiere seguir enlazando contenidos, y dado que esa es la esencia de un agregador, que pague. Se esperaba que a la compañía norteamericana no le hiciera maldita la gracia, pero igual se esperaba menos que emitiera un comunicado en el que anuncia que no, que no paga. Que mejor cierra su servicio porque en estas condiciones deja de interesarle. ¿Qué alega Google? Que ella no lleva publicidad en el Google News, que no ingresa por ese servicio y que, si ahora tiene que pagar a los medios digitales, palma pasta. A día de hoy, la situación es ésta: los editores han conseguido que haya tasa Google pero quien había de abonarla pega la espantada.

Visto así, habría que plantearse la primera de las preguntas: ¿lo que se pretendía era que Google dejara de enlazar contenidos que no son suyos o que pagara al fabricante por hacerlo? Si era lo primero, misión cumplida. Si era lo segundo, se impone darle una vuelta y conseguir que el desenlace sea otro. Por que aquellos medios digitales cuyo tráfico, las visitas, proceden en un porcentaje alto de salir en Google saldrían dañados si esto se queda así ya, para siempre. No cobran canon y pierden visitas. Dices: hombre, es que Google tiene la sartén por el mango, no pierde nada si deja de indexar noticias en España. Bueno, no pierde nada salvo que surja un competidor que esté dispuesto a pagar la tasa para comerle ese mercado a los googlelianos, o salvo que los propios editores monten un agregador que acabe siendo el más utilizado por los usuarios. Esto de internet es nueva economía con escenarios cambiantes y, a menudo, imprevisibles.

¿Va a acabar esto así? No parece. El casi más parecido al nuestro es Alemania, donde se legisló la tasa, Google dejó de enlazar contenidos de los diarios alemanes y estos acabaron discutiendo entre ellos mismos si el remedio había sido peor que la enfermedad. Allí lo que consiguió la compañía es el divide y vencerás: se negó a reconocer como interlocutor a la patronal de editores y se ofreció a firmar acuerdos con los medios por separado: quien desee que sus contenidos sean indexados, sin contraprestación, firma voluntariamente y se le incluye; quien no lo desee, se le deja fuera.

Con España está adoptando la compañía la misma actitud. Lo que considera inaceptable de la nueva ley es que el diario digital que lo desee no pueda renunciar a cobrar el canon, es decir, que el canon se paga por agregar independientemente de que alguno de los agregados esté dispuesto a renunciar a él, como en Alemania. Es un pulso, claro, de gobierno-y-editores a este lado y las tecnológicas al otro. Un pulso que hoy alcanza su grado máximo, con el anuncio de cierre del servicio, pero que difícilmente terminará así.

Hay otro precedentes (de Bélgica, de Francia) donde la cosa terminó en acuerdo. Económico, por supuesto. A Google le interesa seguir ofreciendo su canal de noticias y a los editores les interesa que su producto esté expuesto en ese escaparate. Los franceses lo resolvieron sacándole a Larry Page una generosa donación a la que llamaron fondo de ayuda a la transición digital, llámelo equis, pone usted dinero y acabamos aquí con este asunto. En Bélgica el desenlace fue parecido: Google se comprometió a anunciarse en los medios digitales y a dejarles usar sus herramientas para mejorar sus sitios web. Y esto es lo que hoy, sin decirlo, están pensando también los editores españoles: de acuerdo, Google se enfada y anuncia que cerrará el martes su servicio; pero si al final del camino se negocia y se alcanza algún tipo de acuerdo, oiga, algo habremos conseguido, algo más de lo que a día de hoy tenemos.