EL MONÓLOGO DE ALSINA

El monólogo de Alsina: 'Murió Sampedro y los caballos siguen yendo desnudos'

Les voy a decir una cosa.

Antonio Gala, achacoso pero felizmente vivo, le hicieron una vez esta pregunta tan del programa Epílogo que es “¿qué le gustaría a usted que dijera su epitafio?” Él respondió: “Murió vivo”.

Carlos Alsina | @carlos__alsina

Madrid | 09.04.2013 21:17

José Luis Sampedro, el día que recogió la Medalla de Honor de las Artes, dijo algo parecido. “Morir es un acto vital, la muerte es el último capítulo de la vida”. Contó aquel día Sampedro que así es como él trataría de llegar hasta su muerte, sintiendo la vida, justo eso, dijo, que no enseñan a hacer en esta civilización.

José Luis Sampedro, que a sus noventa y tantos años se había convertido en referencia para una legión de jóvenes y adolescentes que lo descubrieron en el prólogo al libro de Hessel (también ya fallecido), y que antes había sido descubierto por sus padres como escritor sensible y con talento, era, de formación académica, economista. Como tal mantuvo controversias apasionantes con otros economistas que mantenían posiciones muy contrarias a la suya -tan dada a describir el sistema financiero como una historia de buenos, los pobres, y malos, los otros; “pudiente” sólo puede serlo, decía, quien se ha apoderado de lo que es de todos-.

De formación, economista; de actividad diaria, pensador; de actividad esporádica, escritor; y de vocación permanente, humanista. Un hombre crítico con el sistema político, y económico, que le tocó vivir y al que él mismo perteneció; un hombre honrado que fue, o intentó ser siempre, coherente consigo mismo y con su forma de ver el mundo. Murió Sampedro y los caballos siguen yendo desnudos.

España, abril de 2013. Tanto hablar a ley de transparencia, tanto reclamar que se levanten velos, y con Artur Mas todo el mundo se reúne en secreto. Primero, Rajoy; después, Rubalcaba y Pere Navarro. Que sepamos, porque como es secreto véte tú a saber si no se habrá reunido con trescientas o cuatrocientas personas más. Oye, que viene Artur, ni media palabra a nadie que a él no le gusta que se sepa. Desde que Zapatero le abrió la puerta de atrás de la Moncloa -entra por la cocina, que el servicio hoy libra- aquel sábado la nuit en que se encamaron para hacerle la cama (y la pascua) a Pasqual, le ha cogido gusto el president a ir por las casas de incógnito.

Luego alguien cuenta dónde ha estado y cómo ha sido, pero las versiones oficiales, lo sabemos, o cuentan la mitad de la mitad o directamente no dicen nada. Si te fías las versiones oficiales, la pregunta que te asalta es qué necesidad tenían de quedar de incógnito para decirse las mismas cosas que se dicen los unos a los otros en sus declaraciones públicas.

Veamos cómo fue la última de las reuniones conocidas, con Rubalcaba en Ferraz este domingo, confirmada por el líder del PSOE esta mañana en Onda Cero. La historia oficial dice que aprovechando que Artur Mas tenía cosas privadas que hace en Madrid este fin de semana, quedó en pasarse por la sede socialista antes de volverse a Barcelona. Debió de llegar el president a la sede socialista -aunque esto no lo haya revelado Rubalcaba- con gabardina, las solapas subidas, sombrero de ala ancha, gafas oscuras y bigote postizo, todo por pasar inadvertido (Madrid los domingos está lleno de señores con sombrero y bigotes de pega que acuden a citas clandestinas).

Todo indica que Mas tocó el telefonillo de Ferraz y una voz al otro lado le dijo: “Salut i força al canut”, a lo que él respondió “y que l’any que ve sigui més gros i més pelut”. Es decir, la contraseña. No le fuera a abrir la puerta Rubalcaba, por error, a Tomás Gómez, que tiene sede unas calles más abajo y que le habría arruinado su tarde de domingo. El secretario general del PSOE apretó el botón de abrir la puerta -es una de las pocas cosas que aún le funciona bien en el partido- y Mas accedió al inmueble.

Fue lo único a lo que accedió, porque el resto de la tarde fue un diálogo de sordos. Dale que te pego al postureo. El uno: “que ya solo nos vale el derecho a decidir”. El otro: “que la autodeterminación no vamos a apoyarla nunca”. El uno: “que me lo apoyes, Alfredo, que no hay otra salida”. El otro: “que lo más que te ofrezco es engrasar la Constitución para hacerla elástica y que tú encajes”. El uno: “que a estas alturas eso ya no basta, derecho a decidir ra, ra, ra”. El otro: “que esta discusión no conduce a ningún sitio, que pareces Martinez Soria, erre que erre”. ¿Y Pere Navarro, no hablaba? Pues no mucho. Pere Navarro de recogepelotas, el celestino muñidor del téte a téte, un poco con el uno, un poco con el otro. De agradador. Mientras los otros dos echaban la tarde en generalidades.

¿Y cómo va la familia?, pudo haber preguntado Rubalcaba. ¿La familia Mas? No. La familia Pujol. La gran familia. No es tan numerosa como la de Alberto Closas pero sí es numerosísima: siete hermanos Pujol Ferrusola, a saber: Mireia, Marta, Pere, Oleguer, Josep, Oriol y Jordi. De los cinco varones, el más político es Oriol, imputado en el caso de las ITVs y apartado, desde esta tarde, de su cargo de portavoz parlamentario; el que menos aparece en los papeles, de momento, es Pere; de Josep y de Oleguer se supo ya que ambos se habían acogido a la famosa amnistía fiscal para regularizar un dinero que no habían declarado, en su momento, a Hacienda, es decir, que ambos son evasores confesos (Josep afloró dos millones de euros y Oleguer tres, al cambio de antes, 334 millones de pesetas el primero y 500 millones de pesetas el segundo).

De Jordi lo que se sabía hasta ahora es que tuvo una novia que le acusó ante la policía de evadir dinero en metálico a Andorra, en bolsas de deportes llenas de billetes de quinientos. La mujer repitió su acusación ante un juez de la Audiencia Nacional (Ruz, para más señas) y éste procedió a solicitar a la Agencia Tributaria la información que tuviera sobre movimientos de capitales atribuidos a Pujol, en concreto le preguntaba si éste se había acogido a la Agencia Tributaria.

Hacienda responde al juez que no le consta que este Pujol haya regularizado nada, pero le añade que sí le consta que entre 2004 y 2012 este señor movió 32 millones de euros entre trece países distintos a través de tres cuentas bancarias, y se da la circunstancia de que entre esos países están Suiza, Liechtenstein, las islas Caimán y Andorra, es decir, países que suelen ser elegidos para llevar allí el dinero por su condición de paraísos fiscales.

Permanecen dos dudas: si Pujol hijo tributó por este dineral antes de empezar a llevárselo por ahí fuera (detalle relevante porque una cosa es mover el dinero y otra evadirlo para ocultarlo a Hacienda) y de dónde salió semejante fortuna, qué negocios híper rentables hizo Pujol para llegar a tener un saldo de 32 millones de euros. Le gana de largo a Bárcenas. 32 millones de euros son más de cinco mil millones de pesetas. La gran familia y sus grandes fortunas.