De las presas y de los presos, en el caso que nos ocupa. El cleptoparasitismo es uno de los rasgos característicos de los hiénidos, mamíferos de pezuña partida, cabeza maciza y bastante hocico, que son desde que nacen y hasta que mueren carroñeros y cobardes. Los hiénidos, o sea, las hienas. Pocos animales tan denostados en la cultura popular, ¿verdad? Con ese aspecto inquietante y esa manía de reírse a carcajadas. ¿De qué se ríe la hiena, por qué sonríe cuando es a ella a quien llevan presa?
A Arantza Zulueta, abogada de etarras y, según la guardia civil, etarra también ella, la llaman en la familia -o sea, en la banda- “la hiena”. No consta que tenga los pies callosos ni los cuartos traseros particularmente bajos, así que habrá de ser por otro motivo por lo que ha merecido, entre la parroquia etarra, tan singular apodo. De las conversaciones captadas a reclusos etarras (delincuentes en cumplimiento de condena) que les adelantó Onda Cero anoche se desprende que al menos unos cuantos de estos reclusos hablan de Zulueta con algo parecido al temor, el subordinado obligado a acatar las instrucciones que transmite, o crea, la compañera de organización, un escalón en la jerarquía por encima de ellos.
Se desprende de esas conversaciones que los reclusos que hablan nunca han considerado a Zulueta su abogada -saben que no es aminorar su condena o mejorar su situación carcelaria el objetivo que persigue- sino como su capataz, una jefa de departamento, la división etarra de quienes ya están fuera de la circulación, esta parte de la plantilla que no ha parado de crecer, cada vez más reclusos y cada vez más frustrados y más escépticos,
A los detenidos de ayer hay quien los llama interlocutores” de los presos, los que hablan con ellos. “Interlocutor” es, en efecto, quien participa de un diálogo, solo que en este caso el diálogo era más en un sentido que en el otro, de fuera a adentro, los que hablan son los que van de visita a la prisión y los que escuchan, y acatan, son los que viven allí, cumpliendo pena.
Cuando van pasando los años en prisión, los cincuentones etarras van asumiendo que son la historia de un fracaso, tipos derrotados a los que la mafia de la que forman parte les exige disciplina, no ablandarse, no dejarse seducir por ofertas de redención de penas a cambio de colaboración con la Justicia, de repudio de la violencia, de arrepentimiento. Nada de reinserción ni de hacerle el juego al enemigo, les han dicho durante años y años los jefecitos de la banda, naturalmente, los que estaban fuera. Desde fuera se vive la lucha -entiéndase la actividad delincuencial- de una forma distinta, ¿verdad?, sobre todo si vives y trabajas cómodamente en un despacho, te vas de txikitos cuando termina tu jornada laboral y duermes tranquilamente en tu casa, sin celdas, sin barrotes y sin patio carcelario.
El compromiso con la causa se lleva mejor fuera que dentro. Dentro es fácil darse cuenta de lo poco que tu futuro le ha importado siempre a los que están fuera. “Tú aguanta”, te dicen, “que triunfaremos”. Pero a ti también te llegan las noticias de lo que pasa fuera, detención tras detención; cambios de estrategia de quienes han decidido sobrevivir a la organización y a la derrota de la violencia, aquellos que aspiran a vivir en la política y de la política y han acabado aceptando las reglas del juego que rigen para todos los demás partidos; en la cárcel te enteras de que ahora la cosa se llama Sortu y se desvincula de la actividad violenta -antes lo llamabais lucha armada, ¿te acuerdas?-, te enteras de que se forjan coaliciones con Eusko Alkartasuna para blanquear la marca y diluir el peso de la historia, comprendes que esto se acabó, fin del cuento.
Cuanto más cambia la situación fuera, más difícil es mantener controlado al rebaño de los que siguen dentro. El juez decidirá, en su día, si hay base probatoria para sostener, ante un tribunal, lo que la guardia civil considera claro: que estos ocho de ayer no son “interlocutores” de reclusos etarras, sino etarras que dirigen a los presos y mantienen viva una organización terrorista en fase terminal.
El ministerio del Interior reitera que la operación estaba en marcha desde hace semanas, no guarda relación, dicen, con el posado viejuno del matadero de Durango, la promoción de antiguos alumnos fracasados. Pero, a la vez, deja el ministerio que se vincule una cosa con la otra porque, políticamente, ése es justo el mensaje que desea transmitir, el de que se ha aprovechado el factor de oportunidad: si había razones para considerar al grupo de Zulueta parte activa de ETA, y si ha sido este grupo el que ha organizado y posado en el posado matadero, procedan a realizarse las detenciones y añádase a ellas el discurso político que hace el ministro: “no bajamos la guardia, mientras ETA no se disuelva sigue siendo una organización criminal en activo y quien crea que hay impunidad que deje de creerlo”. No, no es consecuencia de lo de Durango, pero oye, como si lo fuera.
Para el sábado tiene convocada otra puesta en escena el club de fans de los presos de ETA, esta vez en forma de manifestación en Bilbao. Que hasta ahora estaba planteada como reivindicación del acercamiento de presos al País Vasco –lo de cada año- y que ahora los convocantes presentan como respuesta a la operación policial, es decir, al gobierno Rajoy, de quien dicen que está provocándoles. Las asociaciones de víctimas habían pedido a la Audiencia Nacional la prohibición de esta marcha y hoy se ha sumado a esa petición la fiscalía. Con el argumento de que los convocantes, estos que se llaman “gota a gota”, son, en realidad, la misma plataforma de apoyo a los presos cuya actividad está suspendida por los indicios que existen de que sea, ella también, parte de la organización terrorista. El juez decidirá. Y en caso de que la prohíba, le corresponderá a la ertzaintza, al gobierno vasco, hacer cumplir la decisión. Veremos.
Según la enciclopedia universal, la hiena -carroñera y cobarde- dispone de una glándula anal que segrega una sustancia de olor verdaderamente nauseabundo. Bien, son los etarras reclusos los que llaman a Arantza Zulueta “la hiena”. Admítalo, ellos la conocen mejor que cualquiera de nosotros.
La abogada que sonreía ayer a los fotógrafos mientras se la llevaban los guardias detenida estará al tanto, quizá, de este reciente estudio de la universidad Jean Monnet que, contrariamente a lo que se pensaba, la risa de la hiena no es fruto de su sensación de triunfo, sino justo lo contrario. La hiena ríe cuando ve frustrado su cleptoparasitimismo, el hábito de alimentarse de las presas que han capturado otros. Presas y presos.