A Fernando Fernán Gómez le llamaron un día, 1997, para informarle de que le habían dado un premio. El premio de teatro de Cambio16. Él, que sostenía –-contra la opinión general--- que no era bueno improvisando, se preparó un texto de agradecimiento para leerlo en la gala.
'Shirley Mac-Laine, gran actriz estadounidense', empezaba, 'exclamó al recibir un Óscar: ¡Creo que merezco este premio por todo lo que he hecho!' Yo puedo decir lo mismo, pero por el motivo contrario: yo lo merezco por lo que no he hecho. Me premiáis por mi labor en el teatro cuando llevo dieciocho años sin subir a un escenario. Y esto demuestra que el no hacer algo también dignifica, que se pueden reconocer los méritos antiguos y premiar, a la vez, la prudencia de no haber hecho nada últimamente'.
El discurso, en realidad, nunca llegó a pronunciarlo porque al llegar a la gala le explicaron que eran tantas las categorías que, para evitar eternizarse, se había decidido que los premiados no hablaran. Y si existe constancia de aquel agradecimiento que nunca nadie escuchó es porque lo incluyó Fernán Gómez en sus memorias, ahora reeditadas, haciendo buena la máxima de que todo lo que se guarda, engorda.
Firma de la paz en Egipto
Una legión de gobernantes extranjeros se desplaza hoy a Egipto para asistir a la firma del acuerdo entre Israel y Hamás que pone fin a estos dos años de espanto. Contribuye la presencia de gobernantes diversos a transmitir la idea de que el plan va en serio y de que no es un simple paréntesis antes de que Hamás vuelva con los cohetes y el gobierno de Israel, con los misiles.
Son una suerte de público selecto: espectadores de un desenlace cuyo mérito las partes enfrentadas están atribuyendo a Egipto y a Catar, en su papel de mediadores, y, sobre todo -qué se le va a hacer- a Donald Trump. Estará Mahmud Abbas, y estará Macron, y estará Merz, y estará Erdogan y el primer ministro de Armenia y el presidente de Indonesia y el de Azerbaiyán. Y Sánchez.
Pero la voz cantante la llevan quienes la llevan. Estados Unidos, Egipto, Catar. Serán ellos quienes hoy podrán predicar. Al resto, como le pasó a Fernán Gómez, le tocará guardar para sus memorias el discurso que habrían pronunciado en ocasión tan singular. Todos ellos creen haber acumulado méritos, alguna vez, para ser premiados con una butaca en Sharm el Seij.
Pero son méritos pasados. Porque en la negociación del plan Trump no consta que hayan participado. Si acaso se les premia por lo que no han hecho. Por haberse estado quietos y no estorbar. En el caso de España, no parece que haya tenido mucho impacto que se convalidara en el Congreso el embargo a Israel justo el día que se anunció el acuerdo -puede que ni se hayan enterado- y tampoco que la cuarta parte de los ministros considerara el plan Trump inaceptable, injusto e inútil hasta que lo acepto Hamás y pasó a considerarlo solo injusto.
Tampoco se recuerda que el presidente reprochara nunca a su vicepresidenta dos, o sus ministros de Derechos Sociales, Infancia, Sanidad y Cultura, esta disidencia tan inoportuna. Hay que entender que estaba ocupado afeándole a Feijóo las disidencias de Ayuso.
De haber dependido de Sumar, hoy no habría nada que firmar en Egipto, ni con Sánchez ni sin Sánchez.
De haber dependido de Sumar, hoy no habría nada que firmar en Egipto, ni con Sánchez ni sin Sánchez.
Pero asiste el presidente y la Moncloa le da difusión máxima. Probablemente, para la prensa española lo más interesante será medir a qué distancia exacta tendrá nuestro presidente a Donald Trump, el hombre del momento: medio mundo ensalzando sus dotes de negociador por las bravas.
Ay, si llegaran a rozarse esta mañana Sánchez y Trump, sabiendo que el estadounidense le pegó un viaje al nuestro, el jueves pasado, al soltar, sin que nadie le preguntara, que habría que pensar en echar a España de la Otan por el escaqueo de Sánchez a la hora de comprometer un 5% del PIB en Defensa.
Así es como ve este Trump recrecido a nuestro primer ministro: como un izquierdista aprovechado que se sienta a la misma mesa que el resto y come lo que todos, pero cuando llega la cuenta se pone de perfil y se escabulle. Mira que la Moncloa le habrá explicado ya que no es eso, que cumplimos con los compromisos de gasto pero nos apañamos con nuestro 2,1 por ciento, pero es sabido que cuando Trump le pone la cruz a alguien, ya no hay manera.
Por eso, la prensa española medirá hoy la distancia a la que lleguen a estar ambos líderes, por si tuviera ocasión el presidente de responder a Trump, aunque fuera en diferido, por el ataque injustificado a España de hace cuatro días. Y porque, como dice la Moncloa, lejos de preocuparse, Sánchez está encantado con que Trump le señale porque eso gusta muchísimo la parroquia propia. Siendo así, lo suyo es que nuestro presidente, si tiene ocasión de saludar hoy al estadounidense, le suelte en perfecto español un '¡Ánimo, Donald!' Con el arrojo y el desparpajo que demuestra cuando alguien le toca las narices.
Entra la ayuda humanitaria en Gaza
Lo mejor que ha pasado en Gaza, en estas últimas horas -además de la liberación de los primeros rehenes- es que han empezado a entrar camiones y más camiones con ayuda humanitaria. Camiones de la Media Luna Roja y organizaciones internacionales. Seiscientos al día es lo que establece el acuerdo que hoy se firma.
Y otros cincuenta con combustible para poder hacer funcionar las máquinas y las calderas. Hasta ahora solo está abierto el paso del sur. Para llegar a la capital hay que cruzar toda la franja. Y es el camino que habrá de realizar, también, la maquinaria pesada que se ocupe de desescombrar Gaza si el plan prospera y nada se tuerce.
Desde hace una hora están en vigilia las familias de los rehenes israelíes -o llevan en vigilia toda la noche, o todas las noches de los últimos dos años-. A las siete fueron entregados los primeros a la Cruz Roja.
Tres entregas en tres puntos distintos. Son veinte jóvenes vivos, la mitad capturados en el festival de música Nova, que han sobrevivido a veinticuatro meses de tortura. A David Cunio, que tiene nacionalidad argentina, lo secuestraron con su mujer y sus dos niñas gemelas de tres años. A la esposa y las niñas las soltaron un mes y medio después, cuando el primer alto el fuego. A él lo mantuvieron retenido, con su hermano pequeño. Ambos serán hoy devueltos.
De los cuerpos de los fallecidos advierte el equipo forense que podrían demorarse las identificaciones. Aún no se sabe en qué estado van a ser entregados los restos. Las familias de dos mil presos palestinos en cárceles israelíes aguardan a que los rehenes sean devueltos para poder recibir ellos, a su vez, de regreso, a sus familiares presos.
Doscientos de ellos estaban condenados a cadena perpetua. La lista aún no ha sido difundida. Puede que aún no esté cerrada porque Hamás presiona para que sean incluidos líderes de la organización a los que Israel tiene puesto el veto. El primer ministro de Israel se dirigió anoche al país para decir que la campaña militar no ha terminado y que los enemigos del Estado tratan ya de reagruparse para golpear de nuevo. Ni un día sin alimentar la retórica de la guerra. Con el jefe del Ejército haciéndole los coros: 'Estamos preparados', ha dicho, ‘para atacar a cualquier enemigo que levante la cabeza'.
Entre los detalles del plan que están por concretar figura quiénes integrarán la fuerza de paz encargada de verificar que ambas partes cumplen. Egipto adelanta que serán palestinos quienes lo hagan en un primer momento: cinco mil palestinos que están siendo formados por Jordania. Entre esos gobiernos que se han ofrecido está el de España.
Así está comenzando este primer día de la nueva Gaza, entre escombros, con muertos que aún se van encontrando bajo las ruinas, la Gaza arrasada y empobrecida. Pero palestina. La Gaza que sigue siendo palestina, y de población palestina, pese a los miles de personas eliminadas y pese a la expulsión forzosa de que han sido víctimas decenas de miles de familias. La Gaza palestina que, si se cumple el acuerdo, dejará de estar gobernada, controlada y utilizada por Hamás.

