Soñar nos resulta tan fascinante que a menudo olvidamos que el cine es, en efecto, y en esencia, una fábrica. O varias. Empresas que fabrican un producto que se llama “película” con idea de que nosotros lo compremos para satisfacer nuestro deseo de soñar.
“Trueba” a contar buenas historias y hacer discursos cabales... y a lo mejor te pasa lo que a David,que te consagras como lo mejor, con Terele Pávez, de una pésima gala de los premios Goya. Si el guión de la cosa hubiera tenido la décima parte de inteligencia e ingenio que acreditó David Trueba, hasta hubieran pasado inadvertido el maquillaje embalsamatorio de Manel Fuentes y ese número musical que abochornó al respetable...
...y que le hace a uno preguntarse “¿a qué espera Manos Limpias?” Trueba fue el contrapunto de una gala infumable. El tipo normal que elogia el trabajo bien hecho, se acuerda de la familia y los amigos, menciona el componente empresarial que hay detrás de una película y tiene la inteligencia de aludir al ausente de la noche (el ministro) sin recrearse en el asunto y deslizando una opinión, al respecto, de persona bien informada. Huyó del eslógan facilón -lo de “ministro de anticultura” que dijo Bardem es de primero de pancarta- y abrazó el discurso inteligente, con fondo, con humor y bien trabado. A lo Trueba.
Al ministro Wert le están diciendo hoy los colegas, entre bromas y veras: benditos sean tus problemas de agenda. Es interesante la relevancia que se le da en España a contar con el favor o desfavor gubernamental, sea el sector económico que sea. Y es interesante la relevancia que se da la industria del cine (bueno, algunos integrantes de la industria, no muchos, a sí mismos) para reclamar anoche la dimisión del ministro no por ninguno de los mil motivos que viene alegando la oposición, o por la incomodidad en el gobierno que él mismo viene dejando entrever, sino ¡por haberse ausentado de su gala! Wert, desde luego,estuvo cobardón y la pifió quitándose de en medio, pero igual lo que debería empezar por plantearse la asociación organizadora es qué necesidad tiene de invitar a un ministro a su fiesta.
Cierto, se ha hecho siempre. Y cierto, es una costumbre muy española: a las entregas de premios, a los actos sectoriales, al palco de los estadios de fútbol, se invita siempre a políticos en activo y con poder. Reflexionemos sobre el por qué será. Y el porqué de que nos haya acabado pareciendo tan normal que así sea.
La reiteración de comentarios, algunos ingeniosos y otros nada, sobre la espantada del ministro revelan que ha escocido mucho más de lo que sería comprensible. Dicen que no hay mayor desprecio que no hacer aprecio, pero anoche se tuvo tan presente a Wert en cada minuto de la gala que acabaron por elevarlo a la condición de referencia obsesiva. Planazo para la noche de un domingo: no dejar de pensar en José Ignacio Wert. La frase más delirante escuchada anoche en boca de uno de los premiados fue ésta: “Si el ministro de Defensa no acude al desfile de las Fuerzas Armadas...
El desfile de las fuerzas armadas. Uff, un psicoanalista no necesitaría mucho más. En realidad, el ejército, como se sabe, es una institución estatal que depende jerárquicamente del gobierno. El desfile es una exhibición de uniformidad y disciplina. Tu jefe es el señor ministro. El cine, sin embargo, son empresas privadas que contratan profesionales para hacer películas que otras empresas distribuyen y otras exhiben en las salas. Que alguien se vea a sí mismo como “las fuerzas armadas del cine” que reclaman la presencia de su superior, el señor ministro, en el desfile, revela una confusión íntima ligeramente inquietante.
Mira como González Macho, presidente de la Academia que es productor, distribuidor y viejo lobo, no hizo alusión alguna a este ministro. Interesante. Él sabe que el cine a veces consiste en despistar al espectador introduciendo un mcguffin, un espantajo que distraiga de la trama principal. Y él sabe que no es Wert (de quien sólo constan declaraciones elogiosas al llamado cine español) el ministro responsable de los males de los que hoy se duele el sector. No es Wert sino Montoro, el ministro que decidió qué productos pasaban de IVA reducido a IVA normal y el ministro que ha decidido que no se anuncie todavía la rebaja del IVA cultural.
Estuvo González Macho humano y eficaz en su papel de portavoz de las reivindicaciones empresariales. Tiene todo el sentido que este sector de nuestra economía reclame la rebaja del IVA cultural, tal como otros sectores reclaman que se les rebaje el IVA que afecta a sus productos. Si tu producto es “cultural”, te preocupa el IVA que te afecta cuando se lo vendes al público. Si le subieran el IVA a los hoteles, saldría la patronal hotelera a meter presión para que se lo bajen. Luego si le han subido el IVA a las entradas de cine, es lógico que levanten su voz las salas exhibidoras -es decir, los cines-, las distribuidoras y las productoras. Naturalmente, usted no tiene la menor idea de cómo se llaman los propietarios de salas de cine, seguramente tampoco los de las distribuidoras y conocerá, como mucho, el nombre de algún productor, Cerezo, por el fútbol, o las televisiones que participan en producciones.
Usted a quien conoce, porque el cine es así, es a los actores y directores, autónomos a los que contratan las empresas de cine para hacer sus productos y que se ocupan también de hacer la promoción de los mismos para que usted los vea. Cuando se estrena una película, van a la tele y a la radio a hacer entrevistas los actores protagonistas, o el director, si es conocido. ¿Para qué? Para que usted vaya al cine y elija su película en lugar de otra. Usted, si le apetece, pagará una entrada que luego se reparten el cine que proyecta, la distribuidora que le ha hecho llegar la copia y la productora (o productoras) que han fabricado la película. Bueno, y Montoro, que se queda con el 21 %.
A los actores les interesa que la película vaya bien porque así les contratan más, las productoras hacen negocio y dan más trabajo. Y del mismo modo que es en boca de actores y directores -las caras conocidas- donde escucha usted hablar de una película, es en boca de actores y directores donde escucha hablar del IVA cultural y de la imperiosa necesidad de que se baje el IVA de las entradas. Cuidado, que baje el IVA de las entradas significa eso, que la entrada sería más barata, pero es la entrada para ver lo mismo una película española que una fracesa o australiana. “Entrada” no es sinónimo de “cine hecho por empresas españolas”, el IVA es el mismo para “Caníbal” y “El lobo de Wall Street”.
En 2013, año con IVA ya al 21 %, la recaudación en los cines bajó un 18 %. La recaudación de películas españolas, un 40 %. No todo es el IVA. Es también que este año no ha habido un título español con la pegada que otros años tuvieron Tadeo Jones, Lo imposible, Torrente o Mortadelo y Filemón, un pelotazo que tirara de la taquilla de películas españolas hacia arriba. Esto no lo mencionó el presidente de la Academia porque seguramente anoche no era el momento.
González Macho estuvo eficaz en su rol de portavoz de una patronal reivindicativa. Hay sectores económicos que intentan persuadir el poder para tener unas condiciones de mercado menos adversas recurriendo a la táctica zalamera, haciéndole al gobierno mucho la pelota. Y hay otros que prefieren la táctica de leña al mono hasta que hable inglés, que consiste en ponerle a caldo en público mientras se sigue negociando en reuniones privadas. González Macho e eficaz porque subraya lo heróico de ser emprendedor hoy, en la fabricación de películas. Y también porque critica al político que le sube los impuestos y aplaude al que se los baja.
Cuando de nuestro sector económico se trata, todos somos neoliberales: cuantos menos impuestos mejor, la única curva que nos gusta es la de Laffer. Y es perfectamente lógico porque, como sector empresarial, tu objetivo no es que el Estado ingrese más dinero, sino que tu sector esté fiscalmente más aliviado. Como el resto de sectores, haces lobby. Y como además, a los espectadores nos parecería muy bien que la entrada nos costara menos, pues miel sobre hojuelas, quién no va a hacer suya la demanda para que se rebaje el IVA, el cultural y todos los demás.
El cine es una fábrica de sueños...que cuestan dinero y que tienen precio. Por eso quien lleva meses negociando con el gobierno el IVA, los criterios para las ayudas públicas y la ley de propiedad intelectual no es Javier Bardem, sino los fabricantes que fabrican este producto cultural que todos, en un soporte y otro, consumimos y que se llama “película”.