EL MONÓLOGO DE ALSINA

El monólogo de Alsina: La Brújula, hoy, sabe a sal y a arroz y a huerta

Les voy a decir una cosa.

Prometimos regresar, hace dos años, prometimos venir para celebrar con ustedes el sesenta cumpleaños del certamen de habaneras, y aquí estamos. La Brújula, hoy, sabe a sal y a arroz y a huerta.

ondacero.es

Torrevieja | 10.07.2014 20:24

Buenas tardes, Torrevieja, gracias por recibirnos.

En esta tarde de julio tan cálida y tan luminosa en la Costa Blanca. Hemos venido desde Madrid, muy deprisa y muy cómodos, en el AVE. El AVE que ya llega a Alicante. Además hoy no llovía. Eso siempre ayuda a que el tren circule bien. La semana hubo un poco de susto porque alguien dijo: a ver si hemos hecho un tren de secano. Pero no. Se viene de Madrid a Alicante en un pis pas. Luego ya de Alicante a Torrevieja es otra historia. Te da tiempo a cantar quince o veinte habaneras. Ay Villena, Villena, sueño ya con tus lanzaderas.

El lunes empiezan los autocares directos de Villena aquí, he leído, Luego le pregunto al alcalde. En Torrevieja, como todo el mundo sabe, los principales atractivos turísticos son las salinas, la playa del cura, Fernando Esteso y el apartamento de Naranjo. Por este orden. En concreto, el apartamento de Naranjo se ha convertido en el principal reclamo de la ciudad y la causa última de que vengan cada año decenas de miles de turistas. Que ya que están, se quedan. Y a vivir.

He visto que el censo sigue creciendo. Ya sois 107.000 habitantes. De 110 nacionalidades distintas. No hay tantas nacionalidades en el mundo, ¿o sí? A ver, hay 195 países en el planeta. Y aquí tenéis personas de 110 de esos 195 países. Sois una ciudad universal. Como Nueva York, pero en apaisado. Y con escollera. Ahora que Rajoy quiere que se elija directamente a los alcaldes, yo elegiría directamente a Ban Ki Moon. El de la ONU. (A Dolón igual no le parece una buena idea).

Recuerdo que la otra vez que vinimos teníais un vecino de Taiwan y uno de Andorra. El de Taiwán he visto que sigue, pero el de Andorra no. ¿Qué le hicisteis? Alguna broma sobre el dinero de la familia Pujol. Ahora hay un vecino de Brunei y otro de Turkmenistán. Cuyo gentilicio es…torrevejense. Porque está empadronado.

He echado unas cuentas y tenéis, o sois, un inglés por cada tres españoles. Un ruso por cada diez. Un sueco y un alemán por cada catorce. Brasileños hay 439. Destrozados todos por lo del mundial. (Son brasileños pero se hacen pasar por portugueses, por culpa de Alemania). Alemanes hay cuatro mil en Torrevieja; argentinos, 520.

La final del domingo aquí va a ser un espectáculo. Aquí y en el Vaticano: donde hay dos papas: uno argentino y otro, alemán. A ver Dios con quién va. España, en el mundial, como sabéis, lució poco. Futbolísticamente vamos a menos pero económicamente -esto es lo que tenéis que celebrar esta tarde- económicamente vamos a más. Dices: pues no será en mi casa.

En la tuya no pero, en conjunto, los gurúes económicos nos miran y parece que nos ven con mejor cara. Esa tarde el Fondo Monetario Internacional le ha dado una alegría al gobierno y ha mejorado sus previsiones de crecimiento para nuestro país. Donde hace seis meses veían un 0,9 para este año, ahora ven un 1,2; donde antes veían un 1 % para 2015, ahora ven un 1,6 %. Que nos mejoren la previsión está bien, pero estará mejor si esa previsión se cumple. Y mejor aún si se queda corta porque tenemos mucho que recuperar de todo lo que hemos perdido en estos seis años.

Lo único malo de que el Fondo Monetario hable bien de nosotros es que el ministro Montoro se viene arriba y empieza a hacer discursos que parecen canciones de Manolo Escobar. “Cuando el pueblo español se levanta, asombra al mundo”, dijo el otro día. Como si el pueblo español hubiera estado tumbado a la bartola todo estos años, ¿verdad? Levantarnos, nos levantamos todos cada mañana. Para pagar a Hacienda, entre otras cosas.

Hoy, de todas formas, de política y de economía vamos a hablar lo justo. Porque hoy vamos a hacer un programa en compás de dos por cuatro. Para celebrar que se cumplen ya sesenta años. Del certamen de Habaneras. Sexagésima edición. La primera fue en 1955. Hazte idea del tiempo que ha pasado.

Di Stefano, al que hemos enterrado esta semana (todo un señor de 88 años), estaba entonces, en aquella España de los cincuenta, vestido de corto y persiguiendo la pelota.

En la cumbre del futbol, el argentino de Barracas; en la cumbre del tour, el de Toledo.

Y la cumbre de la fama, hollywodiense, una señora que se llamaba Ava y aprendió en España a defenderse con la muleta.

Aquel era un país deslumbrado por las estrellas de fuera y apagado por dentro. Anda que no ha cambiado España desde entonces.

Entonces estaba Franco. Fíjate que, oficialmente, éramos un reino. Un reino sin rey, decía el que mandaba reino sin rey. Ahora, para compensar tenemos dos, Felipe y Juan Carlos. (Ahora tenemos dos reyes y dos papas, menos mal que íbamos a acabar con las duplicidades, oiga).

La canción del verano de aquel año en USA fue el rock alrededor del reloj.

Pero eso era en allí, en la América que empezaba a descubrir el movimiento de los derechos civiles al tiempo que descubría a un senador llamado Kennedy.

Porque aquí las canciones con pegada eran otras.

Aquí estábamos en la mina y en la sacristía. El bombazo en taquilla de aquel año no eran Ocho apellidos vascos sino una de un cristo al que le hablaba un crío.

Marcelino pan y vino, con el niño actor Pablito Calvo, que siempre fue mejor niño que actor.

En el año 55, la primera edición del certamen de Habaneras tuvo como invitado especial al embajador de Cuba en España, Antonio Iraizoz, de la Cuba de Batista porque Fidel aún no había subido a la Sierra Maestra. La Cuba de hace sesenta años, como sabéis, era una dictadura represora. Igual que ahora. Anunciaban en Cuba entonces -la perla de las antillas- un jabón que se llamaba Rina. El eslogan publicitario decía apriételo sin piedad que es duro de verdad.

Y en los carteles ponía: “Rina dura mucho más porque ni se gasta ni se ablanda”. O sea, como Fidel, ni se gasta ni se ablanda.

He estado mirando qué otros acontecimientos tan relevantes como éste del certamen habanero sucedieron aquel año.

Y resulta que se jubiló Churchill, el de sangre, sudor y lágrimas.

Y que se murió Albert Einstein...el genio de la física, una gran pérdida para la ciencia y la inteligencia, cuyo cerebro aún sigue siendo estudiado.

Se murió Einstein pero nació...Rajoy. 27 de marzo de aquel 55.

Ahora te cuesta imaginarlo, pero Rajoy también fue un bebé recién nacido. La madre lo miraba y lo veía indeciso. ¿Querrá comer, querrá dormir, querrá echar los gases? ¿Querrá colocar a Luis de Guindos? Quién le iba a decir a la madre que a aquel bebé...le saldría barba, ¿verdad? Y fumaría puros. Y nos subiría los impuestos. Y luego nos los bajaría. Bueno, que nos los subió es un hecho histórico. Que los baje es una expectativa.

Año 55. Rubalcaba tenía entonces cuatro añitos. Tenía cuatro añitos y ya se estaba yendo. En casa decían que era un niño especial, porque en lugar de decir, como los niños “me voy a jugar”, y salir corriendo, él decía “mamá, papá, os anuncio que a finales del mes que viene abandonaré mi cuarto para salir a jugar unos minutos”.

Los padres decían: “Pero hijo”. “Llamadme Alfredo”. “Pero Alfredo, si quieres irte, vete ya, que tienes la puerta abierta”. Me iré, pero mientras no me haya ido seguiré estando entre vosotros”. Los padres se preocuparon, por si al crío le daba la vena mística, para tenerle entretenido le regalaron la quimicefa y gracias a eso podrá volver en septiembre a dar clase de química en la Complutense. Gracias a eso y a que Valenciano se pegó un tortazo de escándalo en las europeas.

Este domingo, os lo recuerdo, termina la carrera Sánchez- Madina. Os lo recuerdo sobre todo si sois militantes socialistas. Para quienes anden despistados, Pedro Sánchez es el que siempre está sonriendo -la Gioconda, le llaman, el Giocondo-, y Madina es el que siempre tiene el dedo índice levantado -el otro día, en el debate que tuvieron, la gente decía, Madina ha perdido el control de su dedo”. Cómo va a controlar el partido si no sabe controlar sus manos.

Yo le entiendo porque a mí también me pasa. No sabes qué hacer con las manos. A Rajoy esto le pasaba con González Pons, no sabía qué hacer con él hasta que lo colocó de diputado en Estrasburgo. Pero de política esta noche hablaremos poco. Porque hemos venido a contar esta historia que aquí no os cansáis de contar. La historia de un nacimiento. Que es la historia de un barco. O de muchos barcos.

Barcos veleros.

Escucha cómo suenan las velas del bergantín, de la goleta.

La trinquetilla. La cangreja. La escandalosa del mayor de proa.

El viento aún suave que nos saca del puerto.

Y las gaviotas. A las que pronto dejaremos.

Escucha el mar, agua salada que aún nos separa de casa.

Nos separa y nos une.

Es el camino de regreso un océano.

Y es aquí, bajo el sol, entre vientos, sonando el mar, soñando el encuentro, añorando ya la otra patria que se queda en puerto, cuando (y donde) nace la danza de balanceo y cadencia lenta hecha de arrullos, y de suspiros. Es en la mar donde nace la habanera. En boca de marinos que llevan allí la sal y traen aquí el azúcar, y de indianos que habiendo hecho fortuna, o no, en la América española regresan a casa a seguir con sus vidas.

Cantos de amores perdidos, que alivian la dureza del viaje meciendo el barco al compás, pausado, de los ritmos caribeños. Son éstas las canciones que se harán grandes, después, en tierra. Cuando el primero de los certámenes abra camino para hacer de Torrevieja la capital mediterránea de la habanera. Y será en las habaneras que vienen tatuadas en las olas, como aquí sabéis, donde encuentre su alma esta ciudad, espejo donde Cuba se mira y, al verse, suspira. Torrevieja divina con su cielo sin par.

¿Cómo decís vosotros? Ese embrujo, canto de amores para el que busca soñar junto al mar.

Gracias por habernos acogido y que paséis una buena noche.