Por la noche presumió, groseramente, de que los gobiernos de los demás países le estaban "kissing my ass". Eso es, con perdón, besando el culo. Por la mañana fue él quien reculó. O sea, marcha atrás, con su kissed ass incluido.
Donald Trump el infalible, el que tiene soluciones simples para todo, el sanador de la economía estadounidense, el audaz negociador que tenía al resto del mundo suplicándole anunció anoche que congela sus famosos aranceles recíprocos que de recíprocos no tenían nada. Salvo para China, que ahí está decidido a romper la baraja, al resto de los países afectados les ha concedido magnánimo una tregua de tres meses para negociar a cuánto ascienden las nuevas tarifas. Negociar, sí, olvidarse de poner aranceles, no parece.
Por la mañana fue él quien reculó. O sea, marcha atrás, con su kissed ass incluido
Desde que se apareció en los jardines de la Casa Blanca con las tablas de la ley (del más fuerte) —el cartelón aquel de charlatán de crecepelo— han estado los demás países —y la Unión Europea— intentando saber si había margen para evitar que el trompazo se consumara. Lo que ocurre es que, mientras tanto, ya se consumó. El arancel mínimo para todos, del 10%, entró en vigor el sábado y no ha sido retirado ni suspendido. Acertaron los gobiernos europeos que, como el nuestro, era esto lo que se temían: que el 10% ya nos lo comemos sí o sí; como el 25% que impuso al acero y al aluminio; y que lo más que podemos conseguir es que el otro 10% no llegue a aplicarse a todos los productos o sea menos del 10%. Aminorar el impacto.
Trump ha levantado el pie, es verdad, pero no ha devuelto el tablero comercial al escenario en el que estaba antes de que él le pegara la madre de todas las patadas. Los obstáculos al comercio que ya ejecutó no han sido removidos. El anuncio de la congelación, en todo caso, disparó la euforia de los inversores en bolsa. Aquello que el lunes, se acordarán, fue un amago de remontada fruto de un tuit luego desmentido, ayer fue un hecho fruto del anuncio oficial. Cuarenta y ocho horas de hemorragia consecuencia del empecinamiento.
Cuarenta y ocho horas de hemorragia consecuencia del empecinamiento
De haber confirmado el lunes, cuando se publicó aquel tuit, que el plan, en efecto, era parar las máquinas noventa días Trump le habría ahorrado a los accionistas de las grandes compañías un buen puñado de dólares en pérdidas. Las bolsas que estaban abiertas entraron en modo euforia anoche, están de celebración las bolsas asiáticas toda esta madrugada y lo estará el Ibex 35 en cuanto Madrid abra esta mañana. Se sienten vencedores los analistas que venían sosteniendo que Trump no podría soportar la presión de un descalabro bursátil detrás de otro. Son los mercados, dicen, los que le han doblado la mano al perdonavidas haciéndole ver que aunque él se tenga por el más listo del lugar ha metido a todo el mundo en un fregao que están pagando otros. Y que igual que se compra deuda estadounidense, se deja de comprar obligando a pagar más interés y encareciendo la financiación para compensar el incremento del riesgo. Crisis de deuda pública. La última señal de alarma que hace que los gobernantes se apeen del burro, bien lo sabe Zapatero.
Son los mercados, dicen, los que le han doblado la mano al perdonavidas haciéndole ver que aunque él se tenga por el más listo del lugar ha metido a todo el mundo en un fregao que están pagando otros
Los aranceles contra China
El fregao no ha terminado porque hay un país que se llama China con el que Trump no afloja. Ni afloja él ni afloja el régimen chino. Al arancel del 34% respondió China con otro 34%. Trump lo subió al 50%, China replicó con el 104% y Trump lo sube al 125%. Quién da más. O a quién le importan (menos) las consecuencias. La guerra (comercial) con China es total. Y este nuevo escenario de hoy, tregua con la Unión Europea pero guerra total con China, cambia ligeramente el contexto en el que se iba a producir la visita de Sánchez a Pekín.
Quién da más. O a quién le importan (menos) las consecuencias. La guerra (comercial) con China es total
Con la Unión Europea se ha avenido Trump a negociar; la Unión Europea pidió al régimen chino frialdad y negociación; pero China ha elegido esta espiral de acción-reacción que convierte la guerra arancelaria en un duelo al sol entre dos caudillos, Trump y Xi Jinping, el primero aupado al poder por la mayoría de los estadounidenses en elecciones libres y el segundo, hijo de las componendas del aparato del Partido Único. Va a tener que esforzarse el presidente Sánchez para ser visto como un constructor de puentes y no como alguien que ha elegido bando: con China y contra Estados Unidos.
El sentido del viaje —lo hemos contado— es reivindicar el entendimiento con China —y las inversiones chinas— frente a la mayoría de gobiernos europeos que recelan de una dependencia mayor de una potencia que es aliada de Rusia, y de Irán, y se rige por un sistema político que es el opuesto a los principios que inspiran la Unión Europea: democracias representativas, pluralidad de partidos, derechos ciudadanos, contrapoderes, higiene de la administración, competencia real y transparencia en las ayudas públicas y las subvenciones.
Va a tener que esforzarse el presidente Sánchez para ser visto como un constructor de puentes y no como alguien que ha elegido bando: con China y contra Estados Unidos
Recrudecidas las hostilidades entre Trump y Xi, el viaje del presidente Sánchez se convierte en material inflamable. El ministro de Hacienda estadounidense, de apellido Bessent, debe de estar muy pendiente de nosotros porque ayer nos puso como ejemplo de política equivocada. Alinearse con China es ponerse en sus manos y alimentar su sistema insaciable de producción a bajo precio. Ésta es la tesis del gobierno Trump, con la que no está de acuerdo, lógicamente, el gobierno español pero con la que sí sintonizan otros gobiernos europeos. Aunque eviten usar esa expresión tan sangrienta de cortarse el cuello.
Recrudecidas las hostilidades entre Trump y Xi, el viaje del presidente Sánchez se convierte en material inflamable
Alemania se suma
Y en Europa, última pieza que incorporar hoy al puzzle, hay un nuevo gobierno que se suma a los debates y las deliberaciones sobre qué hacer con el comercio, qué hacer con China, qué hacer con la Defensa. Es el nuevo gobierno del país con mayor PIB de la Unión Europea: Alemania. Y es un gobierno de concentración. Otra vez. Como el que había hasta hace tres años y tras el corto paréntesis que ha sido el gobierno tripartito de centroizquierda, naufragado en las urnas por la decepción de sus votantes.
Y es un gobierno de concentración. Otra vez. Como el que había hasta hace tres años y tras el corto paréntesis que ha sido el gobierno tripartito de centroizquierda, naufragado en las urnas por la decepción de sus votantes
Conservadores y socialistas han pactado un programa de gobierno que incrementa la deuda pública y baja impuestos, aumenta la inversión en Defensa y endurece la política migratoria. El primer ministro conservador tendrá una vicepresidencia socialdemócrata y entrega a este partido las carteras de Economía y Defensa. Todo esto es inimaginable en España, lo sabemos. Imagina un Feijoo ganador de las elecciones que gobierna en coalición con el PSOE, tiene de vicepresidenta, qué te digo yo, a María Jesús Montero, de ministra de Defensa a Margarita Robles y de ministro de Economía a Carlos Cuerpo. Que no, que no lo imagines. Ya te he dicho que es inimaginable.
Imagina un Feijoo ganador de las elecciones que gobierna en coalición con el PSOE, tiene de vicepresidenta, qué te digo yo, a María Jesús Montero, de ministra de Defensa a Margarita Robles y de ministro de Economía a Carlos Cuerpo
Es un tópico en los discursos de los políticos triunfantes la frase ‘hemos vuelto’. No ha habido uno que no lo haya usado. ‘El PSOE ha vuelto’, dijo Rubalcaba. ‘El PP ha vuelto’, dijo Feijoo. ‘América ha vuelto’, dijo Trump. ‘Podemos ha vuelto’, predican los Iglesias-Montero. El último en apuntarse al tópico ha sido el inminente primer ministro de Alemania, colega de Feijoo (del PP europeo), Friederich Merz. ‘Alemania ha vuelto’. El resto de la Unión Europea aguarda acontecimientos.
No ha habido uno que no lo haya usado. ‘El PSOE ha vuelto’, dijo Rubalcaba. ‘El PP ha vuelto’, dijo Feijoo. ‘América ha vuelto’, dijo Trump. ‘Podemos ha vuelto’, predican los Iglesias-Montero
