opinión

Monólogo de Alsina: "El Gobierno alienta la fusión de Bankia con CaixaBank, otra bandera que se le cae a Iglesias"

Carlos Alsina reflexiona en su monólogo de Más de uno sobre la fusión que va a haber entre Bankia y CaixaBank y recuerda el cambio de posición que ha tenido Pablo Iglesias sobre la banca pública.

Carlos Alsina

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Es la noticia financiera y política de la mañana: el gobierno del PSOE y Podemos alienta la fusión del banco que es propiedad del Estado, Bankia, con CaixaBank,el banco privado que surgió de La Caixa.

Dos de los cuatro grandes de la banca española están en fase de cortejo para consumar su fusión. Fase de cortejo en una operación como ésta significa que la decisión de unirse es firme y negocian los términos del contrato: qué aporta cada uno, en cuánto se valora y cómo queda constituida la nueva entidad, tanto en el reparto de las acciones como en los órganos directivos. El nuevo banco tendría como principal accionista a La Caixa y como presidente a José Ignacio Goirigolzarri, el de Bankia. Y el Estado, que hoy posee el 62 % de Bankia, tendría el 14 % de la nueva compañía.

Es decir, y en resumen: concentración bancaria (donde había dos competidores queda uno) y desparición de lo más parecido que había en España a una banca pública.

En noviembre de 2018, no han pasado aún dos años, Pablo Iglesias subió a la tribuna del Congreso en su condición de socio preferente del gobierno socialista para recordarle a Sánchez el compromiso que asumió en el Congreso Federal del PSOE en el que fue elegido líder.

En noviembre de 2018, no han pasado dos años, Iglesias defendió que Bankia siguiera siendo pública. Devolverla a manos privadas (que es lo que se va a hacer ahora) le parecía impropio de un gobierno de izquierdas.

Esta gente eran los diputados del PP, a los que el hoy vicepresidente se refirió en ese tono despectivo.

Dos años después, es el gobierno en el que está Podemos el que bendice la reconversión del banco público en una parte del banco privado que está a punto de nacer. Otra bandera que se le cae de las manos a Iglesias en el proceso de transformación de Podemos en la marca morada del PSOE.

Los mejores amigos del gobierno Sánchez Iglesias han resultado ser los banqueros.

Ana Botín, banquera de una dinastía de ricos y podersosos, es fan declarada de Nadia Calviño. El gobierno tiene encantados a los banqueros y los ejecutivos del Ibex. En qué quedó aquello de que el miedo había cambiado de bando. Miedo sólo se percibe al recorte del dividendo.

Gabriel Rufián estuvo ayer con Pedro Sánchez e interpretó el papel del profeta Jeremías.

Se abrirá la tierra, crujirán los cimientos de la Moncloa y se tragará la Historia a Pedro Sánchez como se atreva a consumar su amorosa relación con Ciudadanos. No está contento Gabriel porque antes iba a Moncloa y le ponían la alfombra. Ahora va, con mascarilla, y le confunden con un florero.

Esquerra ya dijo en agosto que no apoyará los Presupuestos. Ayer insistió en la idea. A pesar de lo cual, la ministra María Jesús Montero, lejos de llamar obstruccionista o frentista a Jeremías le tendió la mano porque ella, como el presidente, está convencida de que sus partidos tienen algo en común.

Tiene usted razón, ministra: el amor a España de Esquerra Republicana está sobradamente acreditado. Acuérdese de la señora Bassa.

Si eso no es una declaración de amor, ya me dirá usted qué es. Esquerra, siempre amorosa.

Hoy hay Conferencia de Presidentes Autonómicos. En un ambiente de cordialidad y camaradería, intercambiarán impresiones los mandamases de la cogobernanza. Dices: a ver, cordialidad según y cómo. Si a García Page se le ocurre volver a decir hoy que su región ha sido víctima de la bomba madrileña... ¿cómo fue la expresión que utilizó?

Eso, bomba radiactiva vírica... que plantó ¿quién? Si hoy Page insiste en la idea con Ayuso presente puede arder Troya.

Entre Sánchez y Díaz Ayuso también hay mal rollo, lo sabemos. El presidente ni olvida ni perdona lo que la presidenta madrileña dijo de él cuando el mando único de primavera, por eso cada vez que hace un discurso dice que él no va a entrar en polémicas con los gobiernos autonómicos pero luego va, y entra. Madrid preocupa, Madrid no está haciendo los deberes, Madrid no rastrea. Y Ayuso tira del repertorio victimista tan manido en la España autonómica: el gobierno central se ensaña con nosotros, van a por mi porque les planto cara, no soportan que en Madrid no gobierne la izquierda. Lo que usted quiera, pero hoy el gobierno de Ayuso va a anunciar restricciones en el número de personas que pueden asistir a los actos públicos y las reuniones privadas. O sea, que el gobierno autonómico se irrita cuando otros dicen que la situación es preocupante pero en el fondo está admitiendo que sí, que preocupa.

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