Así comienza la carta. Y sigue: “Mis padres, Paloma y José Miguel os enviaron entonces una carta como esta pidiendo que yo viviera y que los médicos pudieran arreglarme. Queridos Reyes Magos, lo han conseguido casi del todo. Ahora tengo daño cerebral sobrevenido y ya puedo escribir porque voy a rehabilitación. A rehabilitación privada que mis padres han pagado.
Veréis, Reyes, ocurre que hay otros niños que ya no pueden ir a la rehabilitación porque a sus padres se les ha acabado el dinero, y yo he pensado que como sois magos y todo eso, pues podíais hablas vosotros con los que mandan a ver si para después de Navidad esto pueden arreglarlo”.
Muy agradecido y deseando que estéis bien al recibo de la presente (bueno, esto yano lo pone nadie, ¿no?) firma Manesh.
Los padres de este niño, que tiene once años, han confirmado que la carta a los Reyes Magos de este año es una carta-denuncia. Porque explican que la rehabilitación de un crío con lesión cerebral puede salir por unos dos mil euros al mes y que hay padres desesperados porque no tienen de dónde sacar ese dinero y, a la vez, saben que eso podría ayudar mucho a sus hijos. Ésa es la angustia.
Les gustaría que “los que mandan”, como dice la carta, le dieran una vuelta al asunto e intentaran arreglarlo. Ah, y han contado también Paloma y José Miguel que su hijo hace tres años, cuando pasó el accidente, estaba muy mal pero que muy mal muy mal, pero que ahora, gracias a la rehabilitación, parece otro. No, no lo parece, es otro. Un nuevo Manesh.
¿Habéis visto el anuncio de Ikea? Que encargan a los niños que escriban dos cartas, una a los Reyes y otra a los padres. Y al final les dicen: si sólo pudierais enviar una, ¿cuál elegiríais? Si escribierais una carta a los Reyes, otra a los padres y otra a las autoridades y luego sólo pudierais enviar una, ¿cuál elegiríais vosotros?
Dices: a las autoridades, para el caso que nos van a hacer. Hay muchos niños que dicen: a los padres, para el caso que nos van a hacer. Hay otros niños, listos, que dice: a los Reyes la carta y a mis padres ya les pongo un WhatsApp.
Total, queridos Reyes Magos, que un año más os sigue tocando ocuparos de los deseos de todos. Que para eso estamos ya casi en Navidad.
La Navidad, en La Brújula, como sabéis comienza siempre a esta hora de la tarde del penúltimo jueves del año y comienza aquí, en La Bañeza, provincia de León y capital del roscón.
Buenas tardes, bañezanos, y gracias por haber venido a compartir esta noche de radio con nosotros.
Con la navidad llega el roscón, por supuesto.
Con la navidad llega el turrón.
Y con el turrón, gente que este año no se lo come. Gente que tiene nombre de dulce, como Eduardo Torres. Hasta hoy, fiscal general del Estado. Desde hoy, fiscal a la espera de destino. Hace hoy justo un mes empezamos este mismo programa comentando que el señor Torres Dulce estaba rumiando la posibilidad de presentar su renuncia. Le estaban lloviendo palos por no haberse querellado ya contra Artur Mas -¿os acordáis de aquello, os acordáis de Artur Mas, porque lleva unos días bastante apagado, ¿verdad? Dices: mejor, no me lo enciendas-, estaba el fiscal aguantando la lluvia de piedras monclovitas y encima se le habían puesto farrucos los fiscales del Tribunal Superior de Cataluña. Y Torres Dulce empezaba a pensar que igual lo mejor era quitarse de en medio.
Después lo que pasó es que ganó el pulso a los fiscales catalanes, presentó la famosa querella y... siguió rumiando, aunque de forma más íntima. La decisión de dimitir la ha tomado seguramente esta semana, o mejor, la ha terminado de tomar, porque empezó a hacerlo hace hoy un mes. Y su carta de renuncia viene a ser, en realidad, y como la del pequeño Manesh, una carta de denuncia. Críptica, para iniciados, digamos. Escribe que se va “por razones personales”. Ah, pero todos sabemos que eso es lo que se llama un eufemismo. Una forma suave o disimulada de expresar una idea distinta.
La razón personal es que se ha cansado de ejercer ese cargo y de tener que recordar a todas horas que, aunque el gobierno propone al fiscal y el rey le nombra, una vez que está nombrado él no está a las órdenes de nadie. No es un peón del gobierno, no es un ministro. Y justo por recordar eso, y por ser ésa la razón de que se haya acabado yendo, hoy están cubriendo de flores a Torres Dulce los mismos que le llamaban, hasta ayer, herramienta del gobierno. Parafraseando a Rubalcaba, ha recibido el fiscal en vida un premio a título póstumo.
El dolor que ha sentido Rajoy al conocer la dimisión del fiscal general del Estado es inenarrable.
Ahogado en lágrimas se le ha visto. Una pérdida tan querida, y en unas fechas tan sensibles como éstas, ¿verdad?, que tenemos todos los sentimientos a flor de piel. La nostalgia por aquellos que se fueron. A Rajoy, que esperaba disfrutar como nunca de estas navidades porque son las de la recuperación, ¿verdad?, se le están nublando las navidades porque van a ser, para él, las de la añoranza. En nochebuena estará el presidente cenando, los niños dándole a la zambomba en la Moncloa, y él doliéndose en silencio porque ya no tiene consigo ni a Torres-Dulce (ay, Eduardo) ni a Alfredo Pérez Rubalcaba (ay, mi Alfredo).
Está mohíno el presidente porque echa de menos a su anterior pareja. Con Alfredo podía hablar de todo. Con Alfredo había confianza. Con Alfredo podía permanecer en silencio y ambos sabían lo que el otro estaba pensando. Con Alfredo...ay, vuelve, Alfredo, vuelve. Un dolor sólo comparable al que seguro, sentirá, Pedro Sánchez el día que se vaya a su casa Tomás Gómez. O que imputen por los EREs a Susana Díaz. Ay, Susana, se lamenta Pedro, con lo que tú y yo hemos sido y ahora venga a moverme la silla. Para seis meses que llevo en el cargo.
No somos conscientes de que este año se ha roto uno de los grandes mitos de la política española. ¿Dónde queda eso de que en España no dimitía nunca nadie?
Repasemos el año:
· Ha dimitido Ana Mato. Por partícipe del lucro.
· Dimitió Rubalcaba. Por fiasco electoral.
· Dimitió Pere Navarro, el líder del PSC, por lo mismo.
· Dimitió Gallardón por el aborto.
· Dimitió de eurodiputado Willy Meyer por el plan de pensiones.
· Dimitió (de candidato) Cayo Lara. Porque ni es joven ni profesor universitario. Ni coleta tiene.
· Dimitió de candidata Ana Botella. Por razones que todo el mundo, salvo ella, entiende.
· Dimitió el líder de UGT Madrid, José Ricardo, por las tarjetas de Caja Madrid.
· El secretario de estudios de Comisiones Obreras, Rodfolfo Benito, por lo mismo.
· Bueno, por las tarjetas de Caja Madrid ha dimitido, o han dimitido, a medio Madrid.
· Dimitió Sosa Wagner, el eurodiputado de UPyD (aún no se ha repuesto Rosa Díez del disgusto).
· Dimitió el presidente de la diputación de León por la púnica: Marcos Martínez
(tuvieron que ayudarle un poco).
· Y no ha dimitido Monago. (Ah, no, éste no debería estar en la lista).
O sea, que sí. En 2014 se ha dimitido en España bastante. Las tradiciones cambian.
Las navideñas también. Ahora se ha puesto de moda en Compostela el secuestro de figuritas del Belén como acto reivindicativo. Hace dos años robaron el niño Jesús del belén de la plaza del Obradoiro para protestar por los desahucios. Desahuciaron al pobre crío antes aún de que naciera. Y lo liberaron días después en un cajero automático, para que se enteren los bancos.
El año pasado a quien secuestraron fue a Baltasar, para protestar por las cuchillas de la valla de Melilla. No se descarta que en breve sea secuestrada la molinera para denunciar que ahora la harina es toda industrial. Y el rey Herodes para exigir ya la tercera república. Tradiciones de este tiempo nuestro.
Son dos las razones por las que hoy estamos aquí. La primera es inaugurar formalmente la temporada navideña.
La segunda es celebrar el décimo cumpleaños de Onda Cero en esta ciudad. Estamos de cumpleaños. Vosotros también, porque como oyentes que sois, formáis parte de la familia.
La gran familia de Onda Cero en esta comarca.
Aquí en La Bañeza. La Bañeza, donde el carnaval. Donde el circuito de velocidad. Donde las alubias y donde la patata. Que todos los años hablamos de la alubia y nos olvidamos de la patata, así que este año lo vamos a hacer al revés. Hoy, amigo, hablaremos de vuestra patata. Vuestras patatas porque la cooperativa produce veinte mil toneladas al año.
La patata fue descubierta en America por un español cuyo nombre deberíamos conocer todos por la contribución que ha hecho a nuestra cocina y nuestra supervivencia. A quién no le ha sacado de un apuro tener patatas en casa. Gonzalo Jiménez de Quesada. Descubridor. Fue el fundador de Bogotá, pero lo relevante en su currículum es lo de la patata. Iba buscando El Dorado y se descubrió el tubérculo. Es lo que él dijo: casi mejor, porque El Dorado es un mito y la patata es un hito gastronómico.
Si este año no sabes qué regalar, regala una tonelada de patatas de esta comarca y te harán la ola. Sí, los niños también. Lo que más alegra la vida a un niño, en ocasiones, es la cosa más simple que uno pueda imaginar.
Mira, si no, lo que ha pasado en Sierra Nevada.
Sierra Nevada de Santa Marta, que está en Colombia. Es una cordillera altísima desde la que se contempla el Caribe y donde vive Toño, que tiene seis años. Bueno, Toño es su nombre en español, porque su nombre original es Semaku. De la comunidad Wiwa que es indígena.
Vive en un pueblito que se llama El Encanto y al que llegan, la verdad, muy pocos visitantes porque hay que hacer dos horas de viaje por un camino de tierra lleno de curvas que está hecho polvo. El otoño ha sido desgraciado para esta pequeña comunidad porque en octubre cayó un rayo con tan mala suerte que destrozó varias casas y mató a once personas. Por eso los policías de Santa Marta pensaron que estaría bien subir a la sierra a llevar regalos de Navidad a los niños wiwa.
Y eso hicieron, ayer. Madrugaron el jefe de la comisaría, coronel Quintero Parada, y dieciocho de sus hombres para recorrer ese camino de cabras que lleva a El Encanto. Menos mal que los indígenas tienen buena relación con los policías, porque si no, al ver llegar a tanta gente, habrían creído que venían a invadirlos o algo.
Ha contado un periodista de El Heraldo que cuando llegaron, las mujeres estaban todas juntas con cuchillos en las manos...para matar...a dos cerdos y sacarles todo lo que un buen cerdo lleva dentro con idea de almacenarlo para tener de comer unas cuantas semanas, oye, la matanza. Y que cuando llegaron los hombres del coronel Quintero Parada dejaron lo que hacían para acudir todas a saludarlos.
El regalo que llevaban los policías era un televisor con un reproductor de dvd para ver películas. Lo pusieron en una de las casas y dijo el coronel: que empiece el cine. Era una película de dibujos. Que al principio a los niños wiwa les sorprendió, los ojos como platos. Pero que luego, cuando llevaba ya un rato, entre que no entendían bien lo que decían los dibujos y que la pantalla ésa les seguía pareciendo muy rara, se empezaron a aburrir como ostras.
Puf, vaya fracaso, pensó el coronel. Misión incumplida. Y entonces le dijo a uno de sus hombres: ¡oiga, oficial! Bueno, no, se lo dijo bajito: oiga, oficial, ¿no habíamos traído también unos balones? “Hemos traído coches, muñecas y zapatos, coronel, pero balones”. Pero hombre, yo ordené balones y soy el coronel. Cómo es posible. Y un oficial más joven, que estaba oyéndolo dijo: que sí, que en la furgoneta vienen balones.
Entonces el coronel paró la película y dijo: chavales, vamos a jugar al balón y os advierto que los policías somos muy buenos. Quien consiga quitarnos la pelota usando sólo los pies, se la queda. Bueno, eso lo entendieron todos a la primera. Incluido Toño, o sea, Semaku, que como es el más canijo lo tuvo más difícil que sus compañeros. Fue un partido histórico. Niños contra oficiales.
Los tres primeros balones se los quedaron los niños mayores, pero el cuarto lo disputaron Semaku y el coronel Quintana Parada, de hombre a hombre, en el duelo más duro que se recuerda en toda la Sierra Nevada. Y ganó quien tenía que ganar. El niño wiwa, que con seis años agarró el balón, se lo apretó así, contra su cuerpo, y le dijo al coronel y sus hombres que gracias por la visita y que ya, cuando quisieran, podían irse.
Y el coronel se fue feliz. Eso ha contado. Porque consiguió, después de una dura negociación, arrancarle a Semaku la promesa de que habrá revancha. Como ocurre en casi todas las historias navideñas, aquel que quería hacer feliz a alguien descubrió que, al hacerlo, se había hecho feliz a sí mismo.
Feliz Navidad. Y bienvenidos a La Brújula.