Monólogo de Alsina: "Hoy se consumará la derrota final de los barones que una vez le disputaron a Sánchez la hoja de ruta del PSOE"
Dejamos atrás las fiestas y dejamos atrás los Reyes Magos que este le han traído a Emiliano García Page la vaselina que pidió para afrontar el año con lubricación y buenos propósitos.
Madrid |
Lambán no pidió vaselina, pero también va a necesitarla.
Cuando hoy se proclame en el Congreso la investidura de Pedro Sánchez como presidente, y de Pablo Iglesias como vicepresidente, con el concurso de otras formaciones como Esquerra Republicana o como Bildu no sólo empezará una etapa nueva (ya veremos si mejor o peor que la anterior a ésta) de la administración general del Estado, terminará para siempre, y con la victoria plena de Sánchez, la pugna interna que se empezó a librar en el PSOE hace tres años. Hoy se consumará la derrota final (y total) de los barones que una vez le disputaron a Sánchez la hoja de ruta del PSOE. O usando una expresión más del presidente, la deriva del PSOE.
Los 120 diputados socialistas van a votar que sí. Como votaron los 120 que sí el domingo. Y todos van a votar que sí porque todos quieren que Sánchez sea presidente. Con Podemos y con Esquerra o de cualquier otra manera. Porque su prioridad es que siga en la Moncloa y las condiciones en que lo haga son, a estas alturas, poco relevantes para todos ellos. Pretender que haya diputados valientes que voten en contra de su líder de grupo es atribuir, injustamente, a los 120 que van a votar a favor cobardía. Es injusto llamarles cobardes y es un error de diagnóstico. No es que los diputados socialistas vayan a acatar una orden que no comparten, es que van a hacer todos ellos algo que sí comparten: gobernar con Podemos y con el permiso previo de Oriol Junqueras.
Es legítimo preguntarse cómo pueden estar tan dichosos de que este gobierno salga adelante cuando hace dos meses, mítin a mítin, entrevista a entrevista, debate a debate, pretendieron convencer a los votantes de que justo este gobierno era lo que había que evitar. Téngalo presente el señor Sánchez cuando ahora caricaturiza el temor de la oposición a su nuevo gobierno: fue él quien más contribuyó a que una coalición con Podemos apoyada en Esquerra Republicana fuera vista como un paso hacia el apocalipsis. El profeta del apocalipsis en octubre era él. Y llamó a los votantes a reforzarle a él para evitarlo. No atribuya, por tanto, a los demás su propia mutación de apocalíptico en beatífico. No achaque el presidente mutante su impostura a los demás porque su impostura es suya y sólo suya.
Entre sus méritos como timonel del partido está haber ido transformando la organización hasta hacerla un espejo de sí mismo. Hoy el partido tiene como hoja de ruta la deriva que en cada momento decida Sánchez. La militancia que en 2017 le devolvió a la secretaría general abrió camino –-a conciencia de que lo hacía— para esta alianza que hoy se consumará con las arras (siempre apreciadas) del poder: el casamiento con Podemos que la militancia, dueña del PSOE, ha impulsado y ha bendecido; el casamiento que los 120 diputados, en representacion del 28 % de los españoles votantes, también celebran y también bendicen. Con Esquerra y con Bildu como socios. Pues sí, con esos socios y pagando el precio que esos socios han impuesto. No hay cobardía en estos 120 diputados que, con los otros 47, van a investir a Sánchez. Hay coherencia con la deriva de su partido, de su secretario general y de ellos mismos. Porque ésa es la deriva que ellos dicen haber visto también en sus votantes. Y si son ellos los que en eso se equivocan, habrá que esperar a las próximas elecciones para comprobarlo.
Cada diputado es responsable de lo que vota. Hoy y cada vez que lo hace en el Hemiciclo. Ni vale la disciplina de grupo (ese invento de los aparatos) como coartada para pensar poco ni vale para eludir la responsabilidad que cada uno tiene. Ana Oramas es tan responsable de lo que va a hacer hoy –-votar no en discrepancia con su partido-- como lo es el señor Guitarte, Teruel Existe, que va a votar sí porque le han prometido todas las inversiones que hasta ahora se ve que no eran posibles.
Ni lo de Oramas es transfuguismo ni lo sería que un diputado socialista (esto no va a pasar) votara distinto al resto. Y que la responsable de un grupo parlamentario, la señora Lastra, satanice con la cólera con que lo está haciendo, que cada diputado vote lo que le parezca oportuno es la prueba de que los sermones que se gasta sobre la libertad, la tolerancia y el respeto a la posición de cada uno son bla bla bla en cuanto esa libertad y ese criterio propio colisionan con el ordeno y mando. La intoxicación preventiva sembrando la sospecha de sobornos y tamayazos forma parte de la frivolidad habitual con que, en ausencia de hechos y de datos, se entregan los propagandistas a la especulación y la insidia. Y la señora Lastra será una magnifica negociadora pero antes que eso es una formidable propagandista. Tal como lo fue, en tiempos de Tamayo y Sáez (y de los infundios de entonces), José Blanco.
La broma pesada del debate de investidura fue oír al presidente anunciar una lucha sin cuartel contra las fake news mientras su portavoz parlamentaria daba aire a la mayor de las fake news de lo que llevamos de año: esto de que la Junta Electoral es un instrumento de la derecha, o las derechas, como prefiere decir ahora, con el aroma de hace un siglo, el Partido Socialista. Menos predicar contra las fake news y más dejar hacer su trabajo a los periodistas.
Al bigobierno que va surgir hoy del Hemiciclo –-los dos gobiernos que decía el Pedro de antes, el suyo y el del virrey Pablo--, al bigobierno habrá que medirlo por lo que haga y por lo que decida no hacer. A un gobierno se le juzga cuando empieza a gobernar, no antes.
Hay una parte nutrida de la sociedad española a la que un gobierno más de izquierdas que el que había, y más receptivo a las demandas nacionalistas o secesionistas, le despierta esperanza. Esperanza en que la situación política mejore y en que el independentismo renuncie a imponer su voluntad al resto de los ciudadanos. Tiene buena acogida en muchos ámbitos, y es comprensible, esto del reset, resetear el país a ver si así llegamos a algún sitio. Pero muy ambicioso parece el objetivo (nada menos que resolver la cuestión territorial) para pretender hacerlo encarándose con media España. O tratando a la mitad del Parlamento como si fuera un estorbo poco democrático. Es poco coherente aspirar a reformar el país de arriba a abajo y demonizar a quienes representan a la mitad de España. Eso que él quiere que llamemos la coalición progresista tiene detrás el mismo número de votos que la suma de los partidos de la derecha.
Gobierno y oposición han sustituido los debates parlamentarios por una sucesión de mítines. Voceros sobreactuados entregados a la brocha gorda y la demagogia de saldo. Mitinear es gratis, es verdad. Más cuando hay una legión de periodistas entusiastas sumándose al cacareo y la soflama. Si hay que creer a nuestros dirigentes, media España es golpista, la otra media traidora; media es filoterrorista, media es fascista. Qué buena opinión tenemos los unos de los otros. Presumen de conocer el país como nadie y hacen un retrato de nosotros que espanta.
Y le quieren declarar la guerra a las fake news. Ellos. Con perdón, manda huevos.
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