Opinión

Monólogo de Alsina: "Convertir una gota en un océano"

Carlos Alsina pone el foco en el acuerdo de paz y alto al fuego que ha aceptado el Gobierno de Israel, un leve paréntesis que con buen hacer puede convertirse en un punto final.

Carlos Alsina

Madrid |

Monólogo de Alsina, en Más de uno

Le preguntó la niña de seis años a su padre, apretándole la mano mientras sorteaban otra montaña de escombros: '¿Cómo sabremos que han dejado de caer las bombas?' Y él respondió: 'Porque podremos escuchar con nitidez los ruegos de las madres que rezan para que nunca más caigan'.

Hoy, que la muerte se detiene, empieza la batalla para que no regrese. Hoy, que entra en vigor el alto el fuego, se redobla el trabajo para que el fuego se sofoque. Solo es una parada, una interrupción, un paréntesis. Es verdad.

De la pericia, el talento, la voluntad y, sobre todo, la perseverancia dependerá que en lugar de paréntesis sea no un punto final, que tampoco puede llegar tan lejos la ingenuidad en Oriente Próximo, pero sí un punto y aparte en la violenta relación entre la organización Hamás y el gobierno de Israel. Resignadas ambas partes a asumir que ni Hamás va a poder exterminar el Estado de Israel -por mucho que ésa sea su razón de ser- ni Israel ha podido extinguir a Hamás por más bombas y soldados que haya metido en Gaza.

Los nombres que nunca conoceremos, porque nunca serán noticia, son los de las decenas de palestinos que entre esta noche y mañana, conforme a la media de los dos últimos años, habrían caído muertos a manos del ejército de Israel. Nunca conoceremos sus nombres porque mañana seguirán vivos.

El reto, ahora, en efecto, es lograr que lo sigan estando la semana que viene, y el mes que viene, y el año que viene. El reto es que este primer fruto del acuerdo -repliegue de los soldados, cese de los bombardeos, liberación de los rehenes vivos, entrega de los rehenes muertos- pueda crecer hasta convertirse en un proceso de paz que merezca tal nombre.

Ese cuento brevísimo de Jodorowksy que dice así: 'Queriendo no evaporarse, una gota de agua se lanzó al océano'. La gota que necesitaba de otros miles de millones de gotas para seguir existiendo convertida en otra realidad más grande y más fuerte.

La prueba del compromiso cierto con la causa de la paz va a ser la perseverancia.

La capacidad para aguantar. La constancia de los delegados que negocian, de los autores del plan de paz, de los gobiernos que hacen de mediadores y de las organizaciones que se han significado estos dos últimos años en sus movilizaciones para detener la matanza.

Preguntó un joven pacifista a su líder: 'Y si ellos se dan la mano y ponen fin a su guerra, nosotros, que amamos la paz, ¿contra qué guerrearemos entonces?' Hoy que entra en vigor el alto el fuego; hoy, que la matanza se detiene, habrían de inundarse otra vez las calles en apoyo a este camino estrecho, y empedrado, que se ha abierto y en celebración de las vidas que hoy se han salvado.

La tribuna más provocadora del día -ignoro si con voluntad de serlo, pero, desde luego, siéndola- lleva la firma en El País de un profesor de izquierdas. Santiago Gerchunof, de los Gerchunov argentinos de toda la vida, repara en la tristeza que percibe en artículos, declaraciones y redes sociales de activistas occidentales que durante meses han dado la batalla contra la matanza en Gaza. 'No se percibe alegría', dice, 'no celebran, alegrarse les cuesta'. 'Mientras los palestinos sienten alivio, quienes los han defendido solo sienten desconfianza. Temen que con el alto el fuego se extinga la urgencia de su causa. Cuando la violencia amaina, decae el fervor'.

Europa ha tenido un papel relevante en el repudio al gobierno de Israel. Hace dos años también lo tuvo en la condena a los atentados de Hamás. España ha tenido un papel preponderante en el reproche a Netanyahu y el reconocimiento del Estado palestino. Y ni Europa ni España tienen papel alguno en la negociación que empezó esta semana en Egipto y de la que es consecuencia esta primera oportunidad para el desarme.

Ni Europa ni España, que se sepa, han participado en la labor de siembra para hacer posible que Hamás e Israel se hablaran, ni en la confección de los veinte puntos que ahora discuten, ni en la disculpa de Netanyahu a Qatar por haber enviado drones a soltar bombas israelíes en Doha. Europa, y España, celebran el cambio de tono que se ha producido esta semana en Oriente Próximo como lo que, en realidad, son: espectadoras de un proceso que llevan otros.

Europa, y España, celebran el proceso de paz en Oriente Próximo como espectadoras de un proceso que llevan otros

Es sobradamente conocido que la humildad no es virtud que adorne ni al presidente ni a su ministro de Exteriores, pero intentar convencernos de que, en esta nueva etapa, nuestro Gobierno tiene reservado un papel clave, crucial, central, decisivo, requiere de una aptitud para fabular que no tienen ni Sánchez ni Albares. Sumar, y Yolanda Díaz, bastante tienen con penar por la falta de vista que han acreditado.

Bien está que la vicepresidenta dos celebre la llegada de este alto el fuego, siempre que a la vez admita que de haber dependido de ella, el alto el fuego nunca se habría producido porque Hamás habría mandado a Donald Trump, y a su plan de paz, a hacer puñetas. La historia del mundo se escribe con renglones, además de torcidos, inesperados.

El ministro José Luis Ábalos

Cuesta creerlo y por eso habrá que recordarlo. Cada vez cuesta más creer que este ciudadano llamado José Luis Ábalos fue ministro. Ministro gestor del departamento con más presupuesto público del país. Y, a la vez, secretario de organización del PSOE y virrey de Ferraz, un partido con un muy notable presupuesto.

Este es el ciudadano que tenía delegados sus pagos de todo tipo a ese personaje de novela chusca que es Koldo y a su esposa Patricia, retratados ambos en los guasaps y los audios que intercambiaban como una suerte de guardeses de la finca; la finca del ministro de la que ellos, sobre por aquí, chistorra por allá, administraban con toda confianza.

Lo mismo pagaban billetes de avión para la esposa del ministro, que pulseras para la amante, que el caché de las prostitutas, que el alquiler del piso, que la pensión del hijo. Gastos personalísimos del ministro abonados desde la cuenta de Koldo y su señora. Qué extraña relación era esta.

El anexo al último informe de la UCO, con relación de mensajes de los koldos, redobla la convicción de que esta gente manejaba dinero de una forma bien poco clara. Y no debían de pagarse una comida de su bolsillo, porque las liquidaciones de gastos aportadas por el PSOE reflejan que, en un solo mes, Ábalos pasó cuatro mil quinientos euros solo en comidas. No me lo llamen sobresueldo o pago en especie que en el PSOE se molestan porque todo es limpio, legal y transparente. Dígalo usted, portavoz.

Cuatro mil quinientos euros en avituallamiento. ¿Figura en los estatutos del partido que se le abona la comida todos los días al secretario de organización? ¿Pasan gastos equivalentes todos los miembros de la dirección? Si han de pagarle cuatro mil quinientos en comida a cada uno, es una fortuna lo que se deja esta formación en mantener nutrida a su cúpula. Todo legal, todo lícito. No se entiende bien, entonces, por qué el dirigente Gómez de Celis va y defiende ayer que los gastos se abonen por transferencia en todas partes.

¿Y en su partido? ¿Y en su grupo parlamentario? ¿Debería desaparecer el dinero en metálico? Y si es así, por qué no desaparece. Claro que aún más chocante resulta que al cabo de una semana hablando todo el mundo sobre los sobres la portavoz del partido diga que ella no sabe cómo se cobra.

Desconoce. Anda que no ha tenido tiempo para dejar de desconocer. Preguntando en el despacho de al lado, por ejemplo. Pero es sabido que aún no ha sido posible escuchar una respuesta clara esta semana cada vez que se le ha preguntado a un dirigente socialista si ha cobrado en metálico. Lo de Óscar López en la televisión vasca el miércoles. Si tan lícito, legal y transparente es cobrar gastos en efectivo, ¿por qué le cuesta tanto al ministro responder que sí, que los ha cobrado a mucha honra?

Si tan lícito es cobrar gastos en efectivo, ¿por qué le cuesta tanto a Óscar López responder que los ha cobrado a mucha honra?

Tomamos nota. De que la portavoz Mínguez dice lo que le han dicho. Si no sabe cómo se cobra ahora, como para saber quiénes, cuánto y por qué cobraron hace seis años. Su predecesora en este cargo, la malograda Esther Peña, se hartó de proclamar, con idéntica convicción y desenlace amargo, que en contra de todas las sospechas, Santos Cerdán era un hombre honrado.