OPINIÓN

Monólogo de Alsina: "El Gobierno ha conseguido que el contenido de la ley de libertad sexual quede eclipsado por la pelea interna"

Dos meses desde que apareció el primer caso en China; dos semanas después de que se confirmara la primera infección en Italia; España informa del primer contagiado de coronavirus que ha fallecido en nuestro país.

Carlos Alsina

Madrid | 04.03.2020 08:14

Y lo hace tres semanas después de que la muerte se produjera. Porque esto es lo llamativo: la primera persona fallecida con el coronavirus en España murió el 13 de febrero. Es decir, una semana antes de que Italia informara de su primer caso. Si se ha establecido ahora que este hombre, víctima de neumonía, estaba infectado es porque el nuevo protocolo de detección ha obligado a los hospitales a revisar casos de enfermos de neumonía cuyo origen no se conociera. Lo explicó ayer la consejera de Sanidad del gobierno valenciano, Ana Barceló.

No se sabe, por tanto, cuándo se produjo en realidad la infección de este hombre ni dónde. Recuerde que el primer casos que tuvimos en España fue un ciudadano alemán en La Gomera que se había contagiado en Alemania. Ya explicamos entonces que era el primer caso detectado por el sistema de salud: de esto se sigue tratando, de detectar todos los casos para mantener bajo control la extensión de la epidemia. (Bajo control, en la medida en que se pueda).

Y de mantener funcionando, y sin colapsos, los centros de salud y los hospitales. Que ahí el mayor revés se ha producido en el País Vasco, con cien profesionales a los que se ha enviado a su casa, en aislamiento dos semanas, por la sospecha de que pudieran haberse contagiado. Ante la duda, prevención. Y ante la ausencia de cien sanitarios en los hospitales, convocatoria urgente de plazas a cargo del gobierno vasco: médicos titulados y en paro, presenten sus solicitudes antes del lunes.

El proyecto de ley (proyecto) más querido de la ministra Montero(Montero, Irene, sector morado) ha venido al mundo eclipsado por la bronca interna del gobierno respecto a cómo han de tipificarse los delitos contra la libertad sexual.

El proyecto, cuyo texto completo el gobierno no ha facilitado todavía a la prensa, tiene aspectos diversos, algunos de ellos novedosos –-así los califica la ministra— que buscan, por ejemplo, evitar la reincidencia de los agresores, obligarles a reparar en lo posible el daño causado a las víctimas y mejorar el trato que reciben las mujeres que pasan por esa situación.

Pero lo más comentado hasta ahora es lo que afecta al código penal: la enmienda al gobierno de Felipe González que en el año 95 impulsó lo que hoy tenemos, la diferencia entre abuso sexual y agresión en función de las circunstancias en que el delito se comete. Esto que en el 95 se veía, desde la izquierda, como un avance que permitía castigar más los comportamientos más graves, veinticinco años después se ve de otra manera y por eso se deshace. El objetivo es regresar a considerar agresión sexual todo acto que no tenga consentimiento. Y por la clave será cómo quede establecida la existencia de ese consentimiento. Ayer la ministra no fue muy explícita.

Consentimiento explícito no necesariamente verbal. En ausencia de testigos del acto en cuestión, lo nuclear, como dice Montero, será aclarar cómo se acredita ese consentimiento. Por ejemplo en los casos de violación dentro del matrimonio, que por supuesto que también existen. O ‘agresión’, porque la palabra ‘violación’ parece que se ha caído del discurso ministerial.

A la espera de conocer el texto en cuestión, ha conseguido el gobierno que su contenido quede eclipsado por la discusión interna. Aireada por ambas partes en filtraciones a periodistas afines. El sector Carmen Calvo contando que la bisoñez de los Podemos había parido un texto que no había por dónde cogerlo. Y el sector Iglesias contando que Calvo les saboteaba por una cuestión de celos. Si le preguntan a Adriana Lastra, por ejemplo, no escucharán hablar de la maternidad del proyecto atribuible a Irene Montero, sino de la paternidad atribuida al presidente.

Que ‘sólo sí sea sí’ es un buen eslogan, o un buen mensaje para una pancarta: una ley que afecta a los delitos y las penas requiere de un poco más de precisión y de matices. Si le preguntan a Pablo Iglesias por el choque que han tenido a cuenta de la ley lo que dirá es que en ocasiones, veo machistas.

Como nadie ha explicado en qué consistieron las discrepancias y en qué han consistido los cambios, no hay manera de saber si detrás de ellos había un arrebato de machismo o una chapuza técnica.

Dado lo accidentado de su nacimiento, en todo caso, casi mejor esperar a ver qué dice la norma una vez que haya concluido la tramitación en el Parlamento. En contra de lo que ayer proclamaron la ministra y su compañero, todavía no hay ninguna ley llamada de libertad sexual. Hay un proyecto que ahora será enmendado en el Parlamento. La ley que hoy está en vigor es la misma que estaba en vigor ayer. Y la misma, por cierto, que le sirvió al Tribunal Supremo para condenar por violación a la manada.

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