OPINIÓN

Monólogo de Alsina: "Como en 2016, sólo falta que alguien proponga que el PSOE cambie de candidato a la investidura"

Camino ya de los sanfermines y sin novedad en la investidura. Pedro En Funciones Sánchez deja que el reloj avance. Se repite el guión de 2016, la operación persuasión para obtener apoyos gratis no prospera y la palabra bloqueo se abre paso en los argumentarios. Como en 2016, sólo falta que alguien proponga que el PSOE cambie de candidato a la investidura. Todo ha pasado ya y seguro que acabará pasando.

Carlos Alsina

Madrid | 01.07.2019 08:13 (Publicado 01.07.2019 07:59)

Camino de los sanfermines y sin estar aún despejado quién gobernará Navarra y con quién, ha habido movimientos de madrugada en Bruselas: la Unión Europea elige protagonistas para su nueva temporada.

Mañana se constituye el Parlamento que elegimos en mayo —sin Puigdemont y sin Junqueras, pero con setecientos cincuenta diputados que reclaman que se les tenga en cuenta— y hay que elegir presidente de la Cámara. Como aquí. Sólo que en Estrasburgo la elección tiene más recorrido porque los dos grandes bloques políticos se compensan: al que le cae la presidencia del Parlamento es porque no le ha caído la presidencia de la comisión y viceversa.

Imagine que en España fuera costumbre que el presidente del gobierno y el del Parlamento fueran de partidos distintos: si gobierna Sánchez, el Parlamento lo preside la derecha. O al revés. Ya que es la cámara que controla al que gobierna, que la presida alguien que no haya estado a las órdenes de quien gobierna. Alguien que no haya sido ministro. Ya sabemos que aquí estas cosas son impensables y que la única vez que hubo un presidente del Congreso opuesto a quien gobernaba fue Patxi López en la legislatura tonta, y tampoco es que dejara buen recuerdo porque como presidente de la cámara fue un desastre.

El partido más votado en Europa es el PP (europeo). El segundo es el Partido Socialista (europeo). Los terceros son varios partidos liberales, centristas, a medio camino entre los dos grandes, que unidos en un mismo grupo parlamentario tienen la llave para dar mayoría a los unos o a los otros. Como a la hora de elegir presidente del gobierno europeo prefieren alguien de izquierdas (al cabo de quince años de presidentes conservadores), el candidato socialista, Timmermans, tenía más

papeletas. Para compensar, un conservador presidirá el Parlamento y un conservador será ministro de Exteriores (Alto Representante de la Unión). Los liberales se quedan con el presidente fijo de la Unión, que tiene mucho peso institucional pero poco ejecutivo.

Y usted dirá: ¿hay algún español entre estos nuevos protagonistas de la vida pública europea? ¿Consigue brillar España como no lo hizo nunca? Pues de momento, brillamos poco. Sánchez tiene muy buen rollo con Macron y se entiende (más o menos) con Merkel pero el cuarto de los sillones en liza, que es goloso, ministro de Exteriores europeo, tiene muchos novios aparte de Borrell. Pero Borrell es el nombre que aspira a colocar en Bruselas el gobierno de España.

Tres eran tres los gobernantes en duda que asistían a la cumbre en Bruselas. A saber:

· La jefa de gobierno británica que se despide de los colegas porque lo suyo se acaba.

· La jefa de gobierno alemán que puede estar despidiéndose, sin aún decirlo, porque su salud así se lo aconseja.

· El jefe de gobierno español que, en la tradición de la España reciente, no sabe, en realidad, cuánto le queda de jefe de gobierno porque no es capaz de asegurar que vuelva a ser investido. Gobernante en funciones de la España siempre a medio hacer.

Tres eran tres.

De Theresa May nadie habrá dicho que asistiría a esta cumbre hace medio año, cuando aún estaba vigente la fecha en que el Reino Unido iba a salirse de la Unión Europea. En abril se suponía que los británicos nos dejaban y ahí los tienen, eligiendo eurodiputados y asistiendo al consejo europeo (la reunión de gobernantes) para mojar en la salsa de los nombramientos. Última misión de la señora May antes de que su partido elija sucesor y la entierre del todo.

De Angela Merkel contará la historia, el día que se jubile, que descansó sobre sus hombros la supervivencia de la Unión en los años, terribles, de la recesión y la crisis del euro. La izquierda sureña la hizo pasar por la bruja del cuento (alemana, conservadora y firme partidaria de meter en cintura las cuentas, cómo iban a resistirse los Tsipras y los Podemos a caricaturizarla como la Atila imperial que ansiaba quedarse con Europa entera a base de empobrecerla, hasta el PSOE cayó en la parodia de la alemana destructiva: hoy Sánchez presume en privado de la formidable sintonía que tiene —o dice tener— con una canciller a la que considera más europeísta que nadie y más progresista que algunos de sus colegas socialistas, así se escribe la historia). Merkel, en su último mandato y aquejada de temblores que ella prefiere no explicar, prepara su partida librando la última batalla: los sillones de las instituciones europeas.

Y de Pedro En Funciones Sánchez, qué cabe decir. Presidente reciente que cultiva las amistades europeas en busca de alianzas para aumentar su influencia (que la tiene, es el milagro del resurgimiento en medio del solar de la socialdemocracia continental) y en busca, también, de coartadas para su política interna: ahí está Macron como aliado en la operación presionemos a Albert Rivera.

Mañana la ex ministra de Sánchez señora Batet anunciará en público lo que Sánchez le diga que anuncie: es decir, la fecha para el debate de investidura fallido, la investidura fake de la que espera sacar el candidato, a falta de votos, una argumentario más lucido para poder justificar en septiembre u otro intento de investidura o un fracaso que conduzca a la celebración de nuevas elecciones. La investidura a medio hacer en la España a medio hacer del presidente a medio hacer. En la nueva hoja de ruta con que trabajan los partidos, podemos tener nuevo gobierno para febrero de 2020. O no tenerlo tampoco entonces. De nuevos Presupuestos generales ni hablamos. Las cuentas que le hizo Urkullu a Cristóbal Montoro van a seguir prorrogándose por los siglos de los siglos, amén.