Treinta años después, regresan las andanzas del primer ministroJim Hackery su equipo de asesores más directos, incluido elmuy liantesir Humphrey.Si en su vida anterior la serie dejó frases tan reveladoras como“el mejor arma para hacer carrera en un partido es el codo”o“un buen discurso no es aquel que dice la verdad sino aquel que hace imposible demostrar que se ha mentido”, en esta nueva entrega se anuncia que el primer ministro tendrá que lidiar con la mayor crisis económica nunca vista, el posible desmembramiento de la Unión Europea y...un referéndum por la independencia en Escocia. Igual les resulta familiar alguno de estos acontecimientos.
Y a lo mejor a partir de enero, que es cuando se estrena, le interesa más aRajoyabonarse a esta serie inglesa que alThe Economist,el semanario económico que en su última edición afirma que España va a pedir el rescate, que la única cuestión es cuándo y cómo, y que la respuesta sólo la conoce el calculadamente enigmático primer ministro, es decir,Rajoy. Aunque el artículo delThe Economistha tenido cierto eco hoy en círculos políticos y empresariales, no aporta, en realidad, nuevas claves. Señala que la opinión mayoritaria en España es que acabaremos pidiendo ese rescate, que al presidente le frena la humillación que eso supondría para el país (elestigmaque dicen otros) y que la negociación de las condiciones es el asunto principal de la reunión que están manteniendo hoy los ministros de Economía del euro en Nicosia. Dado que casi todos los recortes que la comisión europea, y el FMI, tienen esculpidos en sus tablas de la ley (a saber, salarios de funcionarios, IVA, prestación de desempleo, gasto sanitario) ya se han iniciado de una u otra manera, se ha extendido la idea de que esta vez las exigencias no serán de podadora sino de reformas. Volvemos al estribillo que tantas veces se escuchó cuando la reforma laboral, la reforma de las pensiones o la primera reforma financiera: no es sólo recortar sino que también hay que cambiar las estructuras y las normas que rigen aspectos concretos de nuestra economía.
El ministroDe Guindos, del que hoy se supo que le ha subido la fiebre en la capital chipriota -dices:a ver, teniendo ahí a Juncker y los otros metiéndole caña, normal que se indisponga-les ha dicho a nuestros socios que no hace falta que nos pongan más deberes porque ya tiene el Gobierno ultimados nuevos anuncios. Como se dice también en “Sí, ministro”, nunca acudas a una reunión con tus colegas sin una respuesta preparada, pero una vez que la des, tampoco entres en más detalles. ComoDe Guindosha hablado de “nuevo ajuste”, la oposición le ha reclamado de inmediato al Gobierno que levante sus cartas, que explique aquí lo que el ministro ha explicado allí.MéndezyToxohan escuchado lo de“nuevos recortes”y han dicho: “¿ves, más razones para acudir mañana a la manifestación?” De momento la única carta que el Gobierno ha mostrado es una que ya había anunciado en ocasiones anteriores pero que se quedó atascada en la pelea, elsogatira, entreSoriayMontoro, la reforma del sector energético. O dicho en otros términos, que son los que están usando los ejecutivos de las compañías eléctricas,“la subida de impuestos”a estas empresas, que ya puso en pie de guerra a sus máximos responsables antes del verano, cuando apelaron directamente aRajoypara que frenara los planes del ministroSoria.¿Por qué al Gobierno le urgía cerrar ya este melón y obtener más dinero, vía impuestos, de las eléctricas? Pues por el dineral que el Estado les debe a estas compañías, esto que se llama eldéficit tarifario. ¿Qué ha pasado en los últimos diez años? Pues que las compañías que producen electricidad han estado cobrándonos a los consumidores un precio inferior a lo que a ellas les cuesta proporcionarnos el servicio. Esto a los consumidores nos parece imposible. Lo primero que dices es “sí, claro, una empresa que te cobra por su producto menos de lo que cuesta, anda ya”.Y lo segundo que dices es:“pues si es así, problema de ellas, no nuestro”.Error. El problema sí es nuestro, del Estado, porque es el Estado el que firmó con estas compañías un acuerdo que decía: calculemos cuánto dinero estáis dejando de ingresar y os firmo el compromiso de que será abonado. Es decir, que ese desfase entre lo que cuesta la luz y lo que nos cobran por ella lo ha asumido el Estado como una deuda que tiene con las compañías. Una deuda que ha ido creciendo y acumulándose año tras año y que estas empresas han metido siempre en sus cálculos, en sus cuentas, es decir, que siempre han contado con recibir ese dinero y así se refleja en sus balances y en los beneficios que presentan.
La forma de frenar esa bola de nieve de la deuda que el Estado tiene con las empresas era subir mucho las tarifas, pero a eso se han resistido todos los gobiernos, desdeAznarhastaRajoypasando porZapatero, por un doble motivo: la subida de la luz es una de las cosas que peor nos sienta a los ciudadanos y tiene un impacto alto en la inflación, uno de los indicadores clave de la actividad económica. De tal manera que la deuda siguió creciendo hasta alcanzar los 24.000 millones de euros que, como es deuda, genera intereses que también hay que pagar. Por ley quedó fijado que esta bola de nieve tenía que dejar de rodar en 2013: había que encontrar la forma de que, el año que viene, ya no aumentara más esa deuda. Y la fórmula que ha elegido no tiene mucho misterio: hacer que sean las eléctricas las que le deban dinero a él. ¿Cómo? Poniéndoles nuevos impuestos. La discusión de estos últimos meses ha estado en cuánto se les cobraba y cómo. Había una primera idea, que era gravar de manera diferente los distintos modos de generación de energía (con tipos más altos para las renovables), pero al final se ha optado por una tasa única del 6 % -en estoMontoroha ganado aSoria- junto a un impuesto a la energía nuclear y otros cánones que, sumando sumando, calcula el Gobierno que redundarán en 2.700 millones de euros. Y entonces, ¿qué, nos subirán las compañías la luz para compensar esta merma de sus ingresos? El ministroSoriadice que no, que las empresas habrán de asumir que hay que hacer esfuerzos y que no está la situación económica de los consumidores como para poder afrontar más subidas. Veremos. Que el personal anda saturado de noticias que afectan negativamente a su bolsilllo es una evidencia. Haymalestar general, como decía el anuncio deCalmante vitaminado.
Mañana, de la mano de los líderes sindicales, vuelve a haber manifestaciones. Son muchas las organizaciones convocantes, pero tienen todas un común denominador, omínimo caracterizador(en la expresión quizá un poco obtusa que eligióToxo): el rechazo a las políticas de ajuste que viene aplicando el Gobierno. Cabe pensar que la participación será notable y cabe pensar también que apenas hará mella en la voluntad del Gobierno de seguir adelante con sus recetas. Porque no son suyas, son de la Unión Europea y es a los socios europeos a los que hay que rendir cuentas.MéndezyToxoconfían en tener una respuesta masiva para cargarse de argumentos y reclamar después un referéndum. No le han copiado la táctica aArtur Mas, cuidado, ellos ya tenían decidido hacerlo así desde hace tiempo. Bien podrían decir lo queJim Hacker-el ministro de ficción- en uno de los capítulos de la serie:“Yo soy muy pro europeo, pero muy anti Bruselas”.Europeístas, sí, pero contrarios a que la mayoría en Europa nos imponga a nosotros su doctrina.