OPINIÓN

Monólogo de Alsina: "Un país en crisis y siempre a la expectativa"

Carlos Alsina reflexiona en su monólogo sobre el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia presentado por Pedro Sánchez y que será enviado a la Comisión Europea a lo largo del mes de abril.

Carlos Alsina

Madrid | 14.04.2021 08:56

En una hora se sube el presidente al escenario para protagonizar su tercera función de esta semana. La tercera vez que interpreta el mismo papel y expone al respetable los mismos papeles: el muy cacareado y muy publicitado y muy exprimido Plan de Recuperación y Resiliencia, palabra a la que le ha cogido tanto cariño el presidente como a cogobernanza y plurinacional y vacuna. O vacuno, porque a veces parece que las ponga él.

Éste es el plan con el que el presidente está seguro de que España dará un salto de gigante. Es su ‘a España no la va a conocer ni la madre que la parió’ en versión digital y electrificada. Una de esas ocasiones, dijo ayer, que sólo ocurren dos veces cada cien años.

Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia

Dos veces en el siglo. Y eso que aún quedan casi ochenta años de este siglo en los que vaya usted a saber qué nos deparará. Pero está bien expresado esto que dice el presidente.

España no puede dejar pasar esta ocasión. Porque es eso: una oportunidad que se nos da en forma de dineral. No por los méritos que hemos hecho, no es un premio, es un salvavidas para socorrernos por el enorme destrozo que la pandemia nos ha causado. Ayuda no perder la perspectiva: este chorro de recursos lo puso en pie la Unión Europea para atender el gigantesco deterioro social y económico que ha provocado el coronavirus.

Nos toca más que a casi todos los países de la Unión porque nuestro deterioro ha sido mayor. Tanto en gasto sanitario extraordinario, por el impacto en contagios y en vidas que hemos sufrido (superior al de la mayoría de los países), como en caída de la actividad de sectores principales de nuestra economía.

El dineral que va a llegar, si el gobierno pasa el examen de Bruselas (que lo pasará), es para ayudar a que nos recuperemos y salgamos de esta. Por eso es tan relevante acertar en el uso que se le da y garantizar que el fruto se consigue. Que, en efecto, sirve para modernizar procesos de producción, formas de emplear la energía, actividades que generen empleo. Y dado que el gobierno se ha atribuido la potestad de decidir a qué sectores, qué empresas, qué proyectos se destina cada euro que llegue, será el gobierno quien tenga que rendir cuentas y asumir la responsabilidades oportunas si esta ocasión histórica, como dice el presidente, se malograra.

Al césar lo que es del césar. Nadie vende su mercancía como Pedro Sánchez. Incluso cuando es siempre la misma y está sin definir del todo. El guion de la función de hoy es el mismo que el del lunes y el del martes. Y que el del mes pasado y el anterior y el otro.

Porque la primera vez que el presidente presentó su plan fue en el mes de octubre, ¡aún no estábamos ni en estado de alarma! Y como sabe que nada da más empaque a un paquete de medidas que hacer la cuenta de cuántas salen, justo eso es lo que hizo ayer ante la prensa. Contarlas.

¿Llenar España de coches eléctricos, abastecer el país de energías limpias y digitalizar todo servirá para que dejemos de tener cuatro millones de parados?

Doscientas doce, señora, ni una más ni una menos. Para llenar España de coches eléctricos y puestos de recarga, para abastecer el país de energías limpias y para digitalizar todo lo que aún esté sin digitalizar. Dirá usted: ¿y todo eso servirá para que dejemos de tener cuatro millones de parados, setecientos mil trabajadores en ERTE? ¿Servirá para que nuestra tasa de paro llegue a ser alguna vez del cinco por ciento, o para que los veinteañeros que hoy trabajan cobren sueldos cuando menos equiparables a los que cobraban sus padres en los ochenta? Ése es el reto. De momento hay palabras que quieren sonar modernas, como resiliencia.

"El contratiempo de Janssen complica alcanzar las metas de vacunación"

Ha fiado el gobierno la recuperación económica, y la vuelta a la vida del sector turístico, al acelerón en las vacunas. El récord que dice el presidente que alcanzamos cada día.

La Janssen, la vacuna monodosis, iba a ser el acelerante de la vacunación en abril y mayo. Por fin llegaba la Janssen y sus primeras trescientas mil dosis. Pero como todo lo que se puede torcer, se tuerce, la farmacéutica congeló ayer sus entregas a la Unión Europea porque en Estados Unidos la Agencia del Medicamento ha suspendido la vacuna. Por lo mismo que la de AstraZéneca, los casos (mínimos y raros) de trombosis que se han detectado en siete personas. El gobierno de España queda a la espera de lo que se decida en Bruselas. Y de lo que decida Johnson & Johnson, que es quien fabrica.

El nuevo contratiempo complica, otra vez, alcanzar las metas de vacunación que estaban anunciadas para mayo. Y daña el argumentario de Sánchez para no prorrogar el estado de alarma. Esto que ayer dijo de que el gobierno tiene intención de no estirarlo más.

Intención, intención, intención. O sea que no, pero que igual sí. De intenciones no consumadas está la hemeroteca llena. Lo que no termina de entenderse es por qué el gobierno no levanta ya el estado de alarma si tan seguro está de que hay instrumentos jurídicos de sobra para que los gobiernos autonómicos pongan las restricciones que quieran. O por qué se empeña Sánchez en decir que todos ellos lo saben cuando hay presidentes de su mismo partido que discrepan.

¿Por qué no pregunta Pedro Sánchez a los gobernantes autonómicos si quieren el fin del estado de alarma?

¿No es éste el gobierno que, presumiendo de cogobernanza, había dicho que todas las decisiones se tomarían por consenso? Y entonces, ¿por qué no pregunta el presidente a los gobernantes autonómicos qué quieren y obra luego en consecuencia? ¿Qué fue de las conferencias de presidentes que eran el orgullo del gobierno cogobernante? Si hasta llevaban la cuenta en la Moncloa de las veces que había reunido a los presidentes autonómicos como prueba de lo permeables que eran a sus propuestas. Ay, ¿en qué quedó todo aquello?

Sánchez que a él su intención no se la tocan. Traducido: que hay elecciones en Madrid el 4 de mayo y quiere que los votantes acudan con la idea de que las restricciones se acaban porque hemos vencido al virus. El mismo estribillo del verano pasado.

A vueltas con la campaña madrileña, Gabilondo se ha puesto en modo martillo pilón para convencer al personal votante de que él no subirá un solo impuesto, tampoco el de patrimonio. Y a su jefe, que es Sánchez, le preguntaron ayer y dijo que a ver, que es normal que el candidato en Madrid no quiera cobrar impuesto de patrimonio y que el gobierno central sí quiera que lo cobre.

O sea, que Gabilondo promete no subir el impuesto de patrimonio, pero si gana y gobierna ya se ocupará luego Sánchez de obligarle a que lo suba. ¿Esto es lo que nos tenemos que creer? Hay días en los que uno tiene la impresión de que en la Moncloa, comité de campaña del PSOE madrileño, nos toman por bobos.

"Ayuso se escaquea del debate electoral que organiza la televisión madrileña"

Y que en la Puerta del Sol, corte de Mariana Pineda, perdón, de Isabel-la libertad soy yo-Díaz Ayuso, deben de pensar lo mismo. La candidata se escaquea del debate electoral que organiza la televisión autonómica madrileña. Con el pobre argumento de que un debate así es mejor que lo monte la Academia de la Televisión para que los demás medios puedan difundirlo. A ver, si de verdad te gusta debatir, vas a la televisión autonómica, a la Academia de la Televisión y a Atresmedia. Tanto presumir de plantarle cara al pensamiento único, de no arrugarse, de dar la batalla de las ideas, y a las primeras de cambio sale Mariana por peteneras.