OPINIÓN

Monólogo de Alsina: "Lo que tú digas, Puigdemont"

Carlos Alsina reflexiona en su monólogo sobre las "condiciones puigdemoníacas" que exige el líder de Junts para hacer presidente a Pedro Sánchez. Puigdemont persevera en la unilateralidad, pero para el Gobierno lo importante es pasar página y que prospere la investidura.

Carlos Alsina

Madrid | 06.09.2023 08:30

Avanza el mes con todas sus tradiciones. A los críos se les acaba la libertad condicional. ¡Vuelve el cole! Escalonado, como la operación retorno. A los primeros que les toca es a los más pequeños de Madrid, infantil y primaria, y a los pequeños y medianos en Cataluña, primaria y secundaria. Han amanecido hoy los padres y las madres desolados, ¿verdad?, por no tener ya a los críos toda la mañana en casa. Qué disgusto.

El trabajo del poder judicial no debería ser saboteado por el poder ejecutivo

Es la víspera de la apertura de otro curso: el judicial. La liturgia que se repite cada año por estas fechas. En presencia del rey, el fiscal general y el presidente del Supremo discursean sobre el estado de los juzgados.

No se espera que pronuncien palabras como amnistía, o alivio penal, o ley de punto final. Bueno, el Tribunal Supremo ya dijo alguna cosa, en su día, sobre esto de la desjudicialización. Que en rigor significa -y así se vio con los indultos- neutralizar desde el gobierno, y con ingeniería legislativa, los procesos y las sentencias que afectan a dirigentes políticos independentistas. Que si los indultos, que si la sedición, que si abaratar la corrupción.

Blanquear a un procesado por corrupción es la nueva seña de identidad de la izquierda plural, vivir para ver

Veremos, mañana, si el presidente en precario del Supremo se anima a recordar, por ejemplo, que el juez Llarena se ha dejado las pestañas estos seis años para instruir un procedimiento que permita sentar en el banquillo, el día que Bélgica se anime a cumplir la euroorden, al ínclito Carles Puigdemont. Y que el trabajo del poder judicial no debería ser saboteado por el poder ejecutivo, por muchas ganas que tenga Yolanda Díaz de bañar al prófugo en caricias y en graciñas. Blanquear a un procesado por corrupción es la nueva seña de identidad de la izquierda plural, vivir para ver.

En la víspera del año judicial, el Fiscal General García Ortiz acude hoy a la Zarzuela -otra liturgia- a entregar al rey la memoria de la Fiscalía. Ay, la memoria, en estos tiempos en que el gobierno predica ya la amnesia. Sepa el fiscal general que el renacido Puigdemont también le tiene en sus oraciones. Antes incluso de reclamar la amnistía como pago previo para empezar a hablar de la investidura, urgió al gobierno en funciones a que maniate al fiscal general, lo neutralice, lo pare. Le faltó pedir que lo detengan.

El primer pago que reclama Puigdemont: que Sánchez neutralice al Fiscal General

Vete tú a decirle a Puigdemont, crecido, agigantado, desde que el PSOE le ha entregado la llave de la investidura, vete tú a decirle a Puigdemont que la Fiscalía no está a las órdenes del Gobierno. Seguro que él aún se acuerda de lo de Sánchez: ¿De quién depende la Fiscalía? Pues eso. Pues eso.

Que el primer pago que reclama el hacedor de presidentes, president-maker, es que Sánchez neutralice al Fiscal General y rinda a la abogacía del Estado. Luego ya, la amnistía. Completa. Desde 2014. Y sin meter a los policías procesados por las cargas del primero de octubre, que aquí los únicos amnistiados, rehabilitados, reconocidos como injustamente perseguidos, han de ser él y su parroquia. Amnistía express. Porque no es la condición para investir a Sánchez. Es la condición para empezar a negociar cómo investir a Sánchez.

El PSOE recula en todo lo que viene diciendo sobre Puigdemont y la amnistía desde hace seis años, y, a cambio, él no rectifica, ni recula, ni cede en nada

Tal como lo plantea Puigdemont, ésta es una negociación curiosa. Que consiste en que el PSOE recula en todo lo que viene diciendo sobre Puigdemont y la amnistía desde hace seis años, le entrega todo lo que él pide y, a cambio, él no rectifica, ni recula, ni cede en nada. Pero le entrega la presidencia a Sánchez, claro. Hay medios que dicen: chantaje de Puigdemont: dice que o él, o elecciones. A ver, chantaje no. Esto es una obviedad. En efecto: o se pacta con él, o hay elecciones. Así es.

Sánchez no ha dejado más opciones: o Puigdemont le inviste, o a las urnas de nuevo

Así es porque así lo ha querido el PSOE. Es Sánchez quien no ha dejado sobre la mesa más opciones que éstas: o Puigdemont le inviste, o a las urnas de nuevo. Este nuevo poder supremo del profeta de Waterloo no ha caído del cielo ni se lo han dado las urnas. Se lo ha dado el presidente en funciones. Tuya es la llave, Carles. Dependiendo del precio, vemos cómo lo hacemos.

Y tiene razón Puigdemont: ahora se presenta como deseable una negociación urgente, de cuatro semanas, que en seis años al PSOE no consideró oportuna.

Ahora sí, por necesidad. Por necesidad no para solucionar la convivencia en Cataluña ni los problemas pendientes del resto de España. Por necesidad de solucionarle la investidura a Sánchez. Es otra obviedad. ¿Va a tragar el PSOE en cuatro semanas con todo lo que hasta ahora rechazó? ¿Por siete votos?

Este nuevo poder supremo del profeta de Waterloo no ha caído del cielo ni se lo han dado las urnas. Se lo ha dado el presidente en funciones

Primero amnistía express y luego ya hablamos de lo suyo. Después de escuchar esto, el gobierno podría haber dicho: mire, llevamos seis años diciendo que usted tiene que rendir cuentas ante la justicia, nos hemos comprometido a ello, ni aunque pudiéramos merece usted que se le amnistíe, no vamos a intervenir la Fiscalía, en fin, si la condición que pone usted para hablar es ésa, no hay diálogo posible. Pero lo que el Gobierno dijo ayer fue esto:

Puigdemont no renuncia a la unilateralidad y al Gobierno le da igual

Conocidas las condiciones puigdemoníacas para el diálogo (atar de manos a la Fiscalía, garantizar una amnistía, fichar a un relator que verifique el cumplimiento de los acuerdos, de igual a igual el Gobierno de España y un prófugo procesado por corrupción), al Gobierno debe de parecerle que no son condiciones que arruinen nada. Vivir para ver.

¿Se ofrece Puigdemont a rectificar él en algo? Por supuesto que no. Miren otra cosa curiosa. En junio de 2021, Junqueras escribió la tribuna aquella fingiendo que renunciaba a intentar tumbar de nuevo la Constitución -esto que llaman la unilateralidad-. La Moncloa activó la trompetería en los medios afines para proclamar que aquel era el paso que lo cambiaba todo: Esquerra había renunciado a la unilateralidad, nada volvería a ser lo mismo. Ésa era la prueba de que estaban por la negociación y no por la embestida.

Bien, ahora es Puigdemont quien proclama que ellos a la unilateralidad ni renuncian ni van a renunciar nunca.

En otras circunstancias, el PSOE habría dicho lo que siempre dijo: sin renuncia a la unilateralidad, no hay avance posible. Pero las circunstancias han cambiado porque sin Junts no hay presidente Sánchez. De modo que esta vez da igual.

Las circunstancias han cambiado porque sin Junts no hay presidente Sánchez. De modo que esta vez da igual

Puigdemont persevera en la unilateralidad. Bueno, ya, pero lo importante es pasar página. Dejar atrás la fractura a costa de pagar la factura, por gravosa que ésta sea. Y a costa de que este ciudadano se infle como un globo presumiendo de estar ofreciendo un pacto histórico que pondría en su sitio no a Felipe VI sino a Felipe V. La victoria, trescientos años después, de los partidarios del archiduque. 1714.

Aquí está Puigdemont para corregir de una vez la historia. Aprende, Oriol, tú que te conformas con diez indultos y dos o tres reformas penales. 1714. Puigdemont doblándole el pulso a Felipe V y Sánchez coronado en Waterloo.

Alsina, sobre las exigencias de Puigdemont: "El PSOE recula en todo lo que viene diciendo sobre Puigdemont y la amnistía desde hace años"