OPINIÓN

Monólogo de Alsina: "Canción triste de Luis Enrique"

Carlos Alsina opina en su monólogo sobre la derrota de España ante Marruecos y el futuro de Luis Enrique como seleccionador nacional, quien ya ha cambiado "el rojo por el luto".

Carlos Alsina

Madrid | 07.12.2022 08:35

Qué tiempos aquellos en que iniciábamos los programas matinales celebrando goleadas a Costa Rica, eh. Qué tiempos. Sólo han pasado dos semanas y parece que hayan pasado doscientos años.

Tres de tres, ayer, en los penalties con Marruecos. O sea, que lanzamos tres y no metimos ni uno. Ni Busquets ni nadie. Tres de tres. Así se acaba la aventura española en Catar.

Marruecos, verdugo, y vecino, de España

De más a menos: goleada a Costa Rica, empate con Alemania, derrota ante Japón y ni estrenar la portería de Marruecos: ni en los noventa minutos de partido, ni en la media hora de prórroga, ni en los penalties.

Marruecos, verdugo, y vecino, de España. El nuestro no es país de medias tintas para la cosa futbolera, de modo que lo que hace dos semanas era euforia desbordada, disculpas a Luis Enrique, confianza plena en este grupo de jóvenes (casi) desconocidos hoy se torna depresión nacional, látigo implacable, crueldad, incluso, en los títulos de los periódicos.

Son tan duros los títulos que parecen escritos por Joaquim Torra: España muere, fracasa, no da para más.

Mira qué diferencia. Hace quince días: ‘La joven España se exhibe, asombra, arrolla, aplasta, tritura a Costa Rica’. Esta mañana: ‘España pésima, fiasco, España muere, fracasa, desaparece’. Son tan duros los títulos que parecen escritos por Joaquim Torra: España muere, fracasa, no da para más. O por Junqueras. Bueno, o por el PNV. O por Bildu.

O sea, el combinado nacionalista-indepe que integra el frente amplio al que debe sus éxitos parlamentarios el Gobierno tripartito que rige España. Tripartito porque son Pedro, Yolanda y el espíritu de las navidades pasadas, que es Pablo Iglesias en el papel de Rebeca.

El final de Catar marca el final del streaming de Luis Enrique

Pero antes de ir a eso, Constitución, mediante. El debate nacional que se abre en España cada vez que no pasamos de cuartos (o que no llegamos) es el que afecta al seleccionador nacional. El final de Catar marca el final del streaming de Luis Enrique. Y quién sabe si del propio streamer.

Llevarlo de la mejor manera. O sea, cambiando el rojo por el luto. Ya contó ayer el seleccionador que los tres primeros lanzadores para la tanda de penalties los eligió él. Eligió a los especialistas en penalties. Si fallaron los tres es inevitable preguntarse cómo serían los siguientes, a partir del cuarto.

Sánchez no iba con Marruecos… en esto. En lo demás, con quien no va, desde luego, es con Argelia y el Frente Polisario

Y ya no tiene sentido preguntarse con quién iba Sánchez porque emitió un tuit el presidente muy entusiasta celebrando el coraje de la selección española y asegurando que le habían hecho vibrar y sentirse orgulloso. Que no es poco para alguien a quien vibrar, lo que se dice vibrar, sólo se le ha visto vibrar cuando le ha ganado a la derecha una votación parlamentaria. Bueno, y cuando perdió Susana Díaz el gobierno de la Junta de Andalucía.

Se hace portavoz el presidente del supuesto orgullo que siente España por el desempeño de su selección nacional. Ha debido de ser Tezanos quien de la inmensa satisfacción que hoy se respira al no haber llegado ni a cuartos.

La selección malversó el partido de octavos

Sánchez no iba con Marruecos… en esto. En lo demás, con quien no va, desde luego, es con Argelia y el Frente Polisario. En términos legales podría decirse que la selección malversó el partido de octavos. No es delito. Pero es dilapidar ciento veinte minutos.

Bueno, al paso que vamos malversar va a ser un delito muy menor.Inapreciable, siempre que quienes lo cometan sean militantes de Esquerra Republicana. O del PSOE, que ya si te pones, te pones.

El presidente sigue adelante con su proceso (o procés) de ingeniería penal, cirugía, que diría Rufián. Agàrrame el bisturí que esta sedición que padece el pobre Oriol Junqueras… voilá, ya está, extirpada. Y esto de aquí, ¿qué es? Ah, una malversación. Dame otra vez el bisturí que se lo arreglo. A él y a veinte como él.

Quién dijo que la malversación sea un delito de corrupción. Para qué está el poder político sino para aliviar de responsabilidades penales a los políticos

¿Cuántos subordinados de Junqueras dice usted que están procesados por malversar? Nada, nada, que se pongan en fila que los blanqueo. Nada por aquí, nada por allá, quién dijo que malversar pueda considerarse malversación. Y quién dijo que la malversación sea un delito de corrupción. Para qué está el poder político sino para aliviar de responsabilidades penales a los políticos.

Ayer avanzó Sánchez a un grupo de periodistas en el Congreso que está abierto a reescribir el delito del malversación siempre que no suponga rebajarle las penas a los corruptos.

Es sabido que para el presidente es indeseable aliviar a los corruptos y muy deseable indultar a los autores de una sedición. En realidad lo que quiso decir Sánchez no es que él esté abierto, sino que ya tiene cerrado hace tiempo un apaño con Esquerra para que sólo puedan ser juzgados por malversación los ciudadanos que no pertenezcan a Esquerra.

Sánchez ya tiene cerrado un apaño con Esquerra para que sólo puedan ser juzgados por malversación los ciudadanos que no pertenezcan a Esquerra

Cómo se acabe titpificando eso ya es lo de menos. Lo importante es que el presidente ya ha establecido que hay una malversación repugnante, que es corrupción, y una malversación asumible, que es la que se comete para promover una sedición. Corrupto de ahora en adelante sólo es aquel que se lo lleva calentito. Quien desvía el dinero público, qué te digo yo, para orquestar una operación de derribo de la Constitución sólo cabe ser llamado administrador negligente.

Una malversación asumible, la que se comete para promover una sedición

Va a ser apasionante escuchar cómo el presidente deja de considerar corrupción apropiarse de una institución como la Generalitat de Cataluña y utilizar su presupuesto para arremeter contra la Constitución española, contra la mitad de los catalanes y contra el resto de los españoles.

Díganos, presidente, cuando su compadre Junqueras usaba la Generalitat de los catalanes, y su presupuesto, para privar de sus derechos a la mitad de los catalanes, ¿no estaba malversando, es decir, corrompiendo?

Es interesante que el diccionario defina ‘corrupción’ no como el enriquecimiento personal ilícito sino como la utilización ilícita de las funciones que uno desempeña. Que eso es, exacta, precisa, específicamente lo que hicieron Junqueras, Puigdemont y su santa compaña, en el verano y el otoño del año 2017.