OPINIÓN

Alsina: "Mientras Trump le vuelve a clavar el rejón del PIB en Defensa, Sánchez ríe"

Carlos Alsina ha hecho un análisis de la ceremonia de la firma de la paz entre Israel y Hamás en Egipto, en la que no estuvieron presentes ninguno de los dos contendientes.

Carlos Alsina

Madrid |

Monólogo de Alsina, en Más de uno

Érase una vez, en tiempos muy muy remotos, un pequeño pueblo, al pie de una montaña, habitado por familias esforzadas que trabajaban el campo y educaban a sus hijos en paz y armonía (y ninguno de los niños se llamaba Marco ni tenía a su madre emigrada a la Argentina, no es esa historia).

En este pequeño pueblo se amanecía temprano para trabajar la tierra y se observaba con atención cada señal que pudiera anticipar si llovería, si soplaría el viento, si brotaría la siembra y darían fruto los árboles. Una mañana retumbó el suelo y pareció que el monte temblara. Se asustaron los hombres e intentaron entender lo que pasaba las mujeres.

De nuevo se escuchó el crujido, como si el suelo se contrajera y el monte, hinchado, fuera a reventar, sepultando el pueblo entero. Corrieron las familias a buscar refugio mientras especulaban con lo que estaría por suceder. Un acontecimiento terrible, se decían, alguna criatura inmensa que habría gestado la montaña y que a punto estaba de ser alumbrada.

Se resquebrajó entonces la ladera, se abrió un agujero en la tierra, y asomados (y asombrados) los vecinos contemplaron como de entre las piedras surgía un ratoncillo. Al alivio siguió la broma. Bautizaron el episodio como el parto de los montes. Y acuñaron, ya para siempre, una expresión que aún permanece viva: 'La montaña parió un ratón'.

O para los gurúes modernos de la gestión emocional y política, teoría y práctica de la gestión de expectativas: Sé prudente cuando alimentes la posibilidad de que algo trascendental suceda, no vaya a terminar siendo un ratón y lo único que generes sea un chasco.

Un CIS desbocado

Estamos en la semana de la generación de expectativas. Expectativas muy altas. Tanto en Oriente Próximo -el plan avanza- como en el Tribunal Supremo de España -vuelve Koldo- como en el Centro de Investigaciones Sociológicas, donde el coronel Tezanos se ha soltado el poco pelo que le queda y cabalga ya, melena al viento, hacia la mayoría absoluta de su jefe y líder idolatrado, Pedro Sánchez, feliz ayer de poder aplaudir a Trump y reirle las bromas en compañía de otros gobernantes, más felices aún que él, seleccionados por ese amante de la libertad y la pluralidad que es el general Al Sisi de Egipto.

Por cierto, en este CIS que pone a Sánchez quince puntos por delante de Feijóo -quien dice quince dice veinticinco, José Félix- y que confirma que con dos escándalos más que afecten al PSOE, sea Cerdán, sea Ábalos, sea Koldo, sea en licitaciones o en sobres…eso es, portavoz, muchas gracias; con dos escándalos más, España entera se entregará a Sánchez y obtendrá no ya mayoría absoluta sino una unimidad de los votantes. Nunca los casos de corrupción que salpican a un gobierno fueron tan positivos para la expectativa electoral del partido que lo sostiene. Pero en este CIS de ayer, digo, Tezanos eligió preguntar a los españoles por Gaza.

No por la flotilla, que es lo que yo esperaba, y por el Furor de Margarita Robles, sino por la preocupación que merece -mucha, para el 70%- y por la actuación del gobierno de España y su presidente. Lo de su presidente lo explicita Tezanos en la pregunta para que quede claro que quien lo decide aquí todo es su jefe.

Y mira lo que sale (aquí al cocinero se le ha pasado remover el guiso): al 54% de la población le parece que el presidente se ha equivocado, frente al 37% que dice estar de acuerdo con la forma en que ha actuado. Repito: en desacuerdo, 54%; de acuerdo, 37%. Ocurre que el Gobierno se ha hartado de difundir la encuesta del Real Instituto Elcano que dice que para el 82% de los ciudadanos lo de Gaza es genocidio como aval a su propia política.

Ha reprochado a Feijóo, de hecho, que no aplauda la actuación del Gobierno repitiendo a todas horas que la sociedad española está con Pedro en esto. Y ahora viene el CIS y dice que es al revés, que los españoles, en su mayoría, suspenden a Sánchez justo en esto. ¿Qué está pasando, José Félix? Si el Gobierno está en el lado correcto de la historia, ¿la mayoría de la población española, que discrepa del gobierno, está en el lado incorrecto?

Una firma de paz un tanto extraña

En generar expectativas es un maestro, ese vendedor mutado en presidente de imperio que responde al nombre de Donald Trump y lleva más de un año prometiendo que va a arreglar el mundo después de ponerlo patas arriba, se entiende. Con Trump ocurre que con la misma frecuencia con que hincha expectativas, luego las pincha, lo que explica el escepticismo con que fue recibido su plan para Gaza y explica, también, el alivio de ver que al menos el primer día se ha cumplido lo acordado. Rehenes devueltos a sus familias, presos palestinos excarcelados.

Admitamos que la firma de este acuerdo fue bien rara. Una firma en la que ni están, ni firman, las dos partes que, en teoría, acuerdan. Ni Israel ni Hamás se sentaron a la mesa. Firmaron los mediadores. Que son los que son:

  • El presidente de una república democrática que se negó a reconocer el resultado de las urnas (cuando perdió) y aplaudió el asalto al Capitolio; o sea, Trump.
  • El líder autoritario de una república en la que la opresión avanza y los derechos humanos son una forma de hablar, o sea, Erdogan, el turco.
  • El militar que dirige con mano de hierro Egipto tras dar un golpe de Estado y meter en prisión al presidente islámico que había antes, o sea, Al Sisi;
  • Y el emir de Catar, monarquía absoluta con un parlamento de cartón y sin partidos políticos, o sea, Al Thani.

Estos son los hombres que han forjado el acuerdo para el cese de las armas en Gaza. No son lo mejor de cada casa pero son los hombres que mandan. Y los cuatro hombres estamparon sus rúbricas en los papeles que les iban pasando a la firma dos mujeres subordinadas antes de hacerse la foto de familia con otros veintiocho gobernantes, veintisiete hombres y una señora (en soledad de género, Giorgia Meloni). Treinta y uno a una.

Nadia Calviño se habría marchado. Los treinta y dos aplaudiendo cada frase de Trump en el show, a mayor gloria de sí mismo, en que acabó convirtiendo el acto de la firma (qué quieren, es Trump, está en su naturaleza ser el novio en la boda, el niño en el bautizo, el animador-presentador y el homenajeado, todo en uno).

Los treinta y dos celebrando a Trump, incluido el nuestro. Se hicieron la foto de pareja -Trump paternalista, Sánchez con esa sonrisa ancha y franca que solo tiene cuando está lejos de España- y no salió de nuestro presidente ni un mal gesto, ni un reproche, ni un 'ánimo, Donald' para marcar distancias. Si hay que creer la propaganda oficial que sostiene que a nuestro presidente le llueven votos cada vez que Trump amaga con echarnos de la OTAN, habrá que creer que ayer perdió votos porque fue una exhibición ejemplar de diplomacia, es decir, disimulo, materia en la que Sánchez, a estas alturas, también está doctorado.

Trump paternalista, Sánchez con esa sonrisa ancha y franca que solo tiene cuando está lejos de España

Estar en la firma del acuerdo, con los elegidos, era el triunfo y si el precio es tener que sonreír a Trump y reírle las gracias, se paga. Ligeramente embarazoso resultó el momento en que el Trump animador de la fiesta fue mencionando uno por uno a los gobernantes que le secundaban. Por orden alfabético.

Muy cálido con Macron, o sea, Francia…al que no veía, broma al canto, no me lo creo, has elegido un perfil bajo hoy, y con Merz el alemán, que es muy alto y muy inteligente (y muy conservador, que eso a Trump le gusta). De Meloni dijo que es hermosa, y que en Egipto lo puede decir porque en Estados Unidos si dices eso de una mujer termina su carrera política (si es que es un bromista). De Orbán, el húngaro, bueno… Víctor, su alma gemela. Fantástico, le apoyó en las elecciones y sacó veintiocho puntos de ventaja, la próxima elección, aún más. Qué grande, Víctor.

Con Starmer, el británico, gesto aún mayor de deferencia, la relación especial, por muy laborista (o sea, de izquierdas) que sea. Iba pasando lista el bromista Trump mientras se iba acercando la 'S' de Spain e imagino que Sánchez cruzaba los dedos para que dijera algo bueno de él. Qué te digo yo, que el CIS le da quince puntos de ventaja. Y llegó. Llegó Spain.

Dónde está España. ¿Estáis trabajando, chicos, con él para lo del PIB? Nos vamos acercando, fantástico trabajo estamos haciendo. Y luego ya sigue con el resto de la lista. Cuando Trump pregunta dónde está España, porque no ve a Sánchez, se le escucha a este decir ¡here! Aquí. He subido el volumen para que lo sienta, mire.

Y mientras Trump le vuelve a clavar el rejón del PIB en Defensa, qué fijación, Sánchez ríe. Como cuando Feijóo le dice que está pringado en el caso Ábalos. Esta otra risa que no es ni ancha ni franca, es sobreactuada. La risa de no me está haciendo gracia. Pero hoy, trago.

Sánchez ríe. Como cuando Feijóo le dice que está pringado en el caso Ábalos

El otro día escribió Ángel Villarino que a Trump se le soporta mejor cuando está contento. Y así fue ayer. Día de grandes expectativas, que ojalá no queden defraudadas, y día de gloria para Donald Trump. Festejado a la vez por las familias de los rehenes y diputados en Israel y celebrado por sus congéneres gobernantes en Egipto. Gaza aún no la ha pisado. Ni él ni los treinta y dos de la foto.