LA PRIMERA DE LA MAÑANA

Marta García Aller: "Exagerar para no tener que concretar mucho es un truco que vale lo mismo para la inteligencia artificial que para la democracia"

Marta García Aller reflexiona sobre los mensajes apocalípticos sobre la Inteligencia Artificial y los compara con lo que que pasa con las próximas elecciones. Asegura que exagerar para no tener que concretar mucho es un truco que vale lo mismo para la inteligencia artificial que para la democracia.

Marta García Aller

Madrid | 05.06.2023 08:20

Amenazar con el fin del mundo tiene sus ventajas. Lo mismo si vendes inteligencia artificial que expectativas electorales para el 23J. Empecemos por la de cartas que últimamente firman expertos y empresarios para advertir de los riesgos de la IA. Dicen que podría tener en el futuro consecuencias catastróficas, incluso llevarnos a la extinción.

¿Qué ventaja puede tener para alguien que fabrica inteligencia artificial advertir de lo peligrosísima que es si no se regula? Pues, de momento, poner toda la responsabilidad en los legisladores. Vienen a decir que el mercado está muy loco y que ellos ya lo avisaron.

Además, poner el foco de los problemas en el riesgo de la extinción hace que todos los demás parezcan poquita cosa. Ya sabemos, por ejemplo, que se están poniendo a funcionar algoritmos con sesgos machistas, racistas y capaces de esparcir desinformación de forma masiva. Y los hay que vulneran la privacidad y derechos de copyright. ¿Pero qué es robarle unos acordes a Beyoncé comparado con el riesgo de extinción humana?

Ponerse muy apocalíptico evita tener que preocuparse por proponer soluciones para los problemas del día a día. Amenazar con que si algo sale mal vamos a morir todos distrae de buscar soluciones concretas para problemas más mundanos que sí tendrían solución. Nada como exagerar para no tener que concretar mucho.

Y este truco lo mismo vale para la inteligencia artificial que para la democracia. Centrar una campaña electoral en que si gana el adversario se pueden producir consecuencias irreversibles, apocalípticas, que lo único que puede salvar al país es que ganen los buenos porque si no será el fin, erosiona el funcionamiento mismo del sistema. La democracia se basa en reconocer que puede ganar el otro y seguir funcionando.

Así que a lo mejor hay que rebajar un poco las expectativas de lo que hay en juego en las próximas elecciones. Cuanto más apocalípticos se pongan los que ven en Sánchez el mismo demonio y los que ven en él al único redentor, menos nos vamos a centrar en las soluciones a los problemas concretos; y más crecerá la desconfianza en el sistema si no ganan los salvadores de la patria. Pero ojo que este riesgo no es de ciencia ficción.

¿Moraleja?

Agitar el discurso apocalíptico es un viejo truco propagandístico.