OBJETOS COTIDIANOS, CON MARTA GARCÍA ALLER

Las gafas de sol, un invento del Polo Norte

Marta García Aller vuelve a Más de uno para contarnos el origen que desconocíamos de los objetos cotidianos. Hoy hablamos del origen de las gafas de sol, que no inventaron ni los surferos ni los bañistas, sino los esquimales para paliar el reflejo de la luz en la nieve, que les provocaba ceguera.

ondacero.es

Madrid | 18.03.2021 15:01

Marta García Aller explica en Más de uno cuál es el origen de las gafas de sol, que se inventaron hace 12.000 años en el Polo Norte. No fueron ni los surferos ni los bañistas, sino los inuit, los esquimales, que crearon una especie de gafas anti ceguera, para paliar los reflejos de la luz en la nieve. Las fabricaban con conchas, huesos o madera y se los ponían en los ojos para reducir la cantidad de luz que les entraba en los ojos. Las primeras gafas de sol que conservamos son de hace unos 2000 años.

Para encontrar los primeros usos con cristales y hasta con montura tenemos que hacer nuestra siguiente parada en la China del siglo XII, donde los jueces comenzaron a usar cristales de cuarzo ahumados, no para protegerse de ninguna luz, sino para ocultar su expresión y hacerse los interesantes. Los llamaban Ai Tai, que significa ‘nubes oscuras cubriendo el sol’.

En siglos posteriores, las gafas tintadas tomaron una connotación bastante negativa. A partir del siglo XVIII y XIX se experimentó pintando de azul o de verde los cristales de las gafas de gente con problemas de visión o incluso de salud, como la sífilis y se empezó a asociar este artilugio con los pobres.

Para que las gafas de sol comenzaran a ser, de verdad, gafas de sol, tenemos que irnos a finales de los felices y movidos años 20, cuando se empezó a fabricar gafas oscuras como complemento de moda hechas con celuloide. Lo hizo primero un señor llamado Foster Grant en 1929 y consiguió que fuera una cosa barata y masiva. Se pusieron muy de moda en las playas de Atlantic City, Nueva Jersey, pero también llegaron a la costa oeste y a las estrellas de Hollywood, que las hicieron muy populares. Se hacían los misteriosos tras ellas y si habían tenido una noche movidita podían ocultar tras ellas los ojitos rojos. En 1937, según la revista Life Magazine, se vendieron 20 millones de pares de gafas de sol, pero solo el 25% las usaba para protegerse los ojos. El resto, postureo.

Si queremos hablar de gafas polarizadas y de verdadera necesidad de protección solar tenemos que hablar de aviones porque, otra vez, tenemos que echarle la culpa a los militares de nuestros objetos cotidianos. Con el desarrollo de la aviación de combate en los años 30 los pilotos americanos comenzaron a quejarse del sol, de los reflejos que les cegaban e incluso les causaban mareos. Para poner remedio a esa situación, en 1933 el Ejército de los EEUU encargó a una empresa especializada en tecnología óptica que creara unas gafas con lentes polarizadas para proteger a sus pilotos de la luminosidad. En 1936 se comercializan las primeras gafas de sol pensadas para sentirse aviador, o sea, que previenen de verdad los estragos del sol. Pero luego no solo los militares, también los hippies las ponen de moda en los 60 y con muchas formas y colores.