Este otoño, además de hojas, las calles se están llenando de protestas. Este fin de semana en las capitales europeas ha habido muchas manifestaciones y parece solo el preludio de lo que viene, a medida que las temperaturas siguen bajando, los precios siguen subiendo y con ellos el malestar.
En Alemania algunas de las más multitudinarias han sido contra los precios de la energía. Decenas de miles de personas salieron a las calles alemanas para exigir un reparto más justo de los fondos de ayuda. Pedían también abandonar más rápidamente los combustibles fósiles.
Las calles de Bruselas también se han llenado de manifestantes. Unas 25.000 personas se han juntado en la capital comunitaria para exigir medidas más contundentes contra el calentamiento global.
Y muchas protestas también han sido contra la represión en Irán. Las ha habido por toda Europa, también en Madrid y Barcelona, pero la más multitudinaria en solidaridad con las mujeres iraníes ha sido en Berlín.
Algunos estudios internacionales apuntan a que hay un aumento sin precedentes en el número de protestas civiles en las calles en todo el mundo. A medida que aumenta el descontento popular, aumenta la gravedad y la frecuencia de las protestas. Sin embargo, en España, todavía no estamos viendo grandes movilizaciones por la crisis.
En Madrid este fin de semana una marcha ha pedido al PSOE que no retrase la Ley Trans; otra reivindicaba más recursos para la sanidad madrileña. En Barcelona, sin embargo, han salido a la calle para pedir la abolición de la prostitución y contra la Ley Trans. Y hace unos días contra una feria inmobiliaria. Cada vez las protestas son más y más variopintas.
Contra la subida de precios, sin embargo, todavía no hay en España grandes movilizaciones contra el Gobierno ni por la inflación. Lo que se están movilizando aquí son las tarjetas de crédito. Se están disparando las compras financiadas con crédito, especialmente entre familias de clase media y baja. También los pagos aplazados. Y mientras la banca decide qué medidas tomar para paliar la subida de hipotecas, los españoles están comprando tiempo para amortiguar la crisis. El Gobierno, también.
¿Moraleja?
Las revueltas sociales están a la espera, mientras la inflación se siente en la cartera.