Cuando el juez mandó a prisión a Santos Cerdán, Sánchez estaba en el mismo sitio en que hace siete meses lo confirmó como Secretario de Organización, en el Palacio de Congresos de Sevilla. Como si el destino lo hubiera mandado ahí a hacer memoria. Pues ni con esas.
Le parece al presidente que la reacción del PSOE ha sido rápida y contundente. Entiéndase que por PSOE se refiere a sí mismo, porque todas esas decisiones que llevaron a Cerdán al frente del partido, a ratificarle pese a los indicios de corrupción, pese a ser quien presentó a Koldo y Ábalos, las tomó Sánchez.
Igual que Koldo, Ábalos y Cerdán no se reconocen en los audios de las mordidas, en el PSOE no reconocen a Cerdán. María Jesús Montero, número dos del partido y del Gobierno, dejó de reconocerle en cuanto el juez decretó prisión. Del que hasta hace diez minutos era su amigo y número tres plenipotenciario, la vicepresidenta dice que esa "persona no tiene que ver con el Partido Socialista".
¿Cerdán? Nah, No le suena. Por si el auto le refrescara la memoria, hablamos del "arquitecto de los gobiernos" de Sánchez. Cerdán ha estado en la médula del sanchismo desde antes de que se llamara así. Desde el Peugeot y las primarias bajo sospecha del 14, a los acuerdos con Bildu y Puigdemont, pasando por la moción de censura. Ese que duerme desde hoy en Soto del Real es el hombre que siempre estuvo allí donde estaba Sánchez.
Donde el juez ve "notabilísimos indicios" de que Cerdán es el jefe de la trama corrupta, Sánchez solo veía fango. Ahora promete cambios. Dice que llegará hasta el final, cuando es mucho peor. Donde llega Cerdán es al principio. Verás cuando Sánchez se entere de que quien hizo todopoderoso a Cerdán fue él. ¡Se va a enterar el tal Sánchez!, dirá Sánchez. Lo único que puede hacer el presidente para escurrir el bulto es dejar de mirarse en el espejo, con lo difícil que le debe resultar eso.
¿Moraleja?
En el PSOE ya no conocen a "esa persona", en cuanto el juez lo ha mandado a chirona.