Llevaban tanto tiempo los socios de gobierno peleándose en nombre del feminismo, intentando capitalizar las calles, que las calles se han ido descapitalizando solas. Al menos las de Madrid, porque en otros lugares de España donde las manifestaciones por el 8M sí que fueron unitarias la participación todavía fue un éxito. En Madrid, no. La participación pinchó. Más ratio de ministras, menos participación.
En la capital, según Delegación del Gobierno, hubo 27.000 personas. Sumando las dos manifestaciones no llegaban ni a una cuarta parte del año pasado. Y eso que entonces todavía había pandemia y ya había división.
La participación la ha desinflado fundamentalmente la división. No se puede negar. Lo que se puede, se debe, es hacer reflexionar a quienes han antepuesto sus intereses electorales a la causa que decían defender. Los líderes políticos y los partidos que, intentando no desgastarse, les ha importado poco desgastar el 8-M.
Pero la división que más ha desinflado la participación no es la teórica, no es la conceptual que divide el feminismo internamente, a favor o en contra de la Ley Trans y la abolición de la prostitución. Por lo que pude hablar ayer con varias manifestantes del 8M, y también con varias ex manifestantes que solían serlo pero este año prefirieron quedarse en casa, es la polémica en torno al Sí es sí y las rebajas de condenas lo que más las ha desmovilizado.
Pablo Iglesias se preguntaba el domingo, en tono amenazante contra el PSOE: “A ver qué se encuentran en la manifestación del 8-M”. Pues lo que NO hubo fue lío. No hubo lemas ofensivos ni altercados. No hubo pitidos. No hubo intimidación a las ministras que apostaron por reformar el Sí es Sí. Lo que hubo fue mucha más gente feminista que ante tanta división política prefirió quedarse en casa.
A las calles no llegó la escalada verbal del Congreso de la tramitación del Sí es sí. Lo que ha llegado es la desafección. Puede que no tanto al 8M como al intento de capitalizarlo. Las ministras esperaban que la calle el 8-M fuera un termómetro de algo, en vez de medir quién tenía más apoyos, harían mejor en medir quién ha reunido más bajas. No se repartan manifestantes, ministras, repártanse responsabilidades.
¿Moraleja?
Tanto dividir el feminismo, que ayer el 8M no fue lo mismo.