LA PRIMERA DE LA MAÑANA

Marta García Aller: "Olvidémonos de encontrarle coherencia, lo que mejor explica a Trump es la imprudencia"

Marta García Aller reflexiona sobre la pausa de 90 días que anunció ayer Donald Trump frente a los aranceles recíprocos.

Marta García Aller

Madrid |

En esta demolición descontrolada del orden mundial a la que estamos asistiendo está quedando enterrada, entre los escombros, la coherencia. Pobre coherencia. Apenas quedan restos de ella. Porque viendo lo que pasó ayer ya no nos va a ayudar a explicar la realidad. Los que ven un plan en lo que está haciendo Trump con la economía no están haciendo un análisis, hacen un acto de fe.

Tras prometer Trump que sus aranceles eran firmes, tras burlarse de los que le llamaban para negociar, presumiendo de que le están besando el culo, tras asegurar que nunca rectificaría, Trump rectifica. Anunció ayer por sorpresa una tregua de 90 días a eso que llama aranceles recíprocos. Y sube los de China al 125%. Aunque deja en vigor el 10% universal que es ya de por sí el mayor muro proteccionista en un siglo.

Lo coherente para Estados Unidos antes de entrar en una guerra comercial con China habría sido buscar apoyo en otras grandes economías, aliadas tradicionales. Es decir, en la Unión Europea, en Corea del Sur y Japón. Y, por supuesto, en México y Canadá. Pero no, esa lógica era la del mundo de la coherencia.

En el mundo del caos, Estados Unidos se ha lanzado a una guerra con su mayor rival sin aliados, enfadando a todos a la vez y descolocando a los mercados con impulsos que cada vez es más evidente lo improvisados que son. Así es difícil negociar nada. Así es difícil aislar a China.

Hasta Trump ha reconocido que rectifica sobre la marcha porque la gente estaba “asustada”. O sea, que ha iniciado una guerra planetaria abrupta y simultanea sin prever las consecuencias más obvias.

Esta semana ha dejado más claro que nunca, para quien todavía pudiera dudarlo, que la administración Trump está dispuesta a destruir el sistema global sin tener un plan para reemplazarlo. Al menos, un plan realista. Y que esta rectificación sea un plan premeditado, esta vez, no se lo cree ni él. Vuelve a ser la realidad vs. Trump.

¿Moraleja?

Olvidémonos de encontrarle coherencia, lo que mejor explica a Trump es la imprudencia