LA PRIMERA DE LA MAÑANA

Marta García Aller: "El Mundial puede acabar siendo una mala noticia para la dictadura"

Marta García Aller reflexiona sobre los primeros enfrentamientos que pueden hacer de este Mundial una buena noticia, aquellos entre los que buscan libertad informativa contra quienes tratan de censurarla.

Marta García Aller

Madrid | 18.11.2022 07:45

A punto de inaugurarse el Mundial en Qatar ya empiezan los primeros enfrentamientos que pueden hacer de este Mundial una buena noticia. Digo enfrentamientos no deportivos, claro. Los de quienes buscan libertad informativa contra quienes tratan de censurarla. Porque la libertad de información es una de las muchas libertades que no existen en Qatar.

Ayer mismo un periodista danés retransmitió en directo desde un estadio qatarí cómo un equipo de seguridad intentaba quitarle y romperle la cámara mientras hacía su trabajo. El periodista se defendió del ataque diciéndole a los matones de túnicas: “Ustedes invitaron al mundo entero a venir aquí. ¿Por qué no podemos filmar?’ Lo dijo sin dejar de retransmitir en ningún momento. Luego la organización se disculpó, pero el vídeo ya se había hecho viral.

Efectivamente, la dictadura qatarí ha invitado al mundo entero a su país. Y la imagen que dé Qatar depende en buena parte del trabajo que hagan los periodistas que se han desplazado hasta allí para cubrir un Mundial en el que miles de personas han muerto construyendo los estadios en régimen de semi esclavitud.

De estas muertes que se han producido en los estadios no mencionan nada en la guía del Aficionado de 128 páginas editada por la FIFA sobre lo que hay que saber del Mundial en Qatar. Guía que, por cierto, está impresa en papel reciclable y ecológico, según destaca la organización. Porque para hacer posible este mundial los derechos humanos no habrán importado, pero oye, dejar claro que sí que reciclan sí que le parece importante a la FIFA.

Es solo una de las muchas contradicciones de este Mundial que empieza este fin de semana en Qatar, aunque mi favorita es que tenga como patrocinador una marca de cerveza en un país en el que está prohibido beber alcohol.

El Mundial de Qatar se pensó, y se pagó, para blanquear una satrapía, pero puede acabar siendo una mala noticia para la dictadura si los medios que se desplazan hasta allí cuentan algo más que lo que pasa en los partidos y los futbolistas y la afición no miran para otro lado.

¿Moraleja?

Para que el Mundial no le sirva de propaganda a la dictadura de Qatar, la clave va a estar en no dejar de grabar.