Una de las críticas que se le suele hacer a Europa es que no se sabe quién habla en su nombre en momentos de urgencia. En España tenemos un problema mayor. Aquí nos falta quién hable en el nuestro. Macron, Starmer y Merz se han dirigido a sus países para explicar la gravedad de la situación internacional. ¿Y Sánchez? ¿Por qué no comparece ya en el Congreso?
Anoche Macron dio un discurso solemne en el Eliseo para explicar la gravedad de la situación en Ucrania y en Europa. Alerta de que Putin no se parará en Ucrania.
En Alemania, anoche llegaron a un acuerdo histórico conservadores y socialdemócratas para reformar el freno de deuda y aumentar el gasto en defensa. "Tiempos extraordinarios requieren medidas extraordinarias", dijo Merz, que también salió a explicarle a los alemanes que la paz y la libertad en Europa está amenazada. La nueva consigna es garantizarla cueste lo que cueste.
También Starmer, el primer ministro británico, ya se ha dirigido al parlamento británico para explicar el aumento del gasto en defensa y el nuevo orden mundial. Dos veces en una semana
¿Y España? ¿Cuánto más va a tardar el presidente español en salir a explicarnos en el Congreso cómo ve la situación internacional?
Mientras los líderes de nuestros vecinos europeos andan planteando a su opinión pública el incómodo debate, pero necesario, de qué hacer si Rusia no se para en Ucrania, y cuánto y cómo hay que aumentar el gasto en defensa, aquí en el Congreso de los Diputados estamos más entretenidos valorando cómo de ocurrentes han sido respuestas de Rajoy a Belarra y Rufián.
Así que en medio de la coyuntura internacional más delicada en generaciones, con Estados Unidos virando su política internacional hacia Rusia como aliada, con Macron poniendo las armas nucleares francesas al servicio de la protección europea, los alemanes acordado gastar lo que haga falta y el inglés pidiendo “una coalición de los dispuestos”, estaría bien, qué sé yo, un poquito más de sentido de urgencia por aquí.
¿Moraleja?
Por mucho que lo queramos rehuir, un debate incómodo no deja de existir.