LA PRIMERA DE LA MAÑANA

Marta García Aller: "Hacerse entender por todos en el Congreso ahora será opcional, como en la vida real"

Marta García Aller reflexiona sobre el debate por el uso del catalán, gallego y euskera en el Congreso, después del primer pleno plurilingüe celebrado ayer.

Marta García Aller

Madrid | 20.09.2023 07:31

Quien tiene dos lenguas, tiene dos almas. Creo que fue Carlomagno el que lo dijo, o tal vez fuera Hegel. La lengua no es solo una manera de comunicarse, también de mirar y entender el mundo. Y como ayer en el Congreso se estrenaron las demás lenguas españolas, uno de cada cinco españoles, ese 20% que es bilingüe, puede escuchar sus dos lenguas, sus dos almas, en el Parlamento.

Que cada uno pueda hablar su lengua en el Congreso hace más visible la riqueza lingüística del país. Es verdad también que práctico, práctico no es. Y que si ahora es posible y el año pasado no es porque es ahora cuando el PSOE necesita los votos de Junts, no por Carlomagno.

La España de traducción simultánea es un símbolo poderoso. Un símbolo muy disputado. Puede ser el símbolo de lo que nos separa o de lo que nos enriquece.

Es decir, que el castellano no sea la única lengua que se habla en el Congreso no quiere decir que no siga siendo la que nos une. Al fin y al cabo, como los demás idiomas que a partir de ahora admite la Cámara se traducen simultáneamente al castellano, nada como el pinganillo para dejar claro cuál es la lengua común.

El pinganillo puede ser metáfora de la discordia o de la pluralidad y riqueza cultural del país. Hay quien aprovecha que ahora puede elegir en qué idioma hablar para despreciar el castellano, como ya hacía hasta ahora buena parte del independentismo. Y los hay que se escandalizan hasta porque un diputado bilingüe, diga tres frases en una de las lenguas cooficiales del país, como hizo ayer Borja Sémper, precisamente para escenificar que eso ya se podía antes. No hacía falta reformar el reglamento para poder decir alguna frase en euskera, gallego o catalán.

Lo de echarnos las lenguas a la cabeza no es culpa del pinganillo, eso ya venía de antes. Y viendo el pleno de ayer, la verdad es que tampoco parece que vaya a cambiar tanto la manera de ver el mundo de cada uno. Solo que se ve mejor. No sé si se escucha. La lengua es el espejo del alma.

¿Moraleja?

Hacerse entender por todos en el Congreso ahora será opcional, como en la vida real.