LA PRIMERA DE LA MAÑANA

Marta García Aller: "Ni ha habido grandes protestas ni el fútbol ha dejado de ser cómplice"

Marta García Aller reflexiona sobre cómo durante el Mundial Catar ha conseguido silenciar las protestas contra las violaciones de los derechos humanos en su país.

Marta García Aller

Madrid | 19.12.2022 08:04

Este Mundial no solo lo ha ganado Argentina. También Catar. Catar ha ganado este Mundial aun siendo el peor anfitrión de una Copa del Mundo. Ha sido el peor anfitrión en lo futbolístico, porque a Catar lo eliminaron en la primera ronda. Pero teniendo en cuenta que la final fue entre Messi y Mbappé, y ambos son empleados de Qatar a través del París Saint-Germain, al final todo queda en casa.

Catar tambien ha ganado al conseguir silenciar las protestas contra las violaciones de los derechos humanos que hicieron un poco de ruido al principio. Un ruido que no ha salido de Occidente y desapareció una vez que empezó el fútbol. Bastó amenazar con una tarjeta amarilla para que las selecciones más combativas que amenazaban con sacar un brazalete LGTBI amordazaran sus principios.

Ni los equipos ni los aficionados occidentales han hecho mucho esfuerzo por denunciar algo que en buena parte del mundo resulta ya de por sí indiferente. Qatar es uno más de los 67 países del mundo donde la homosexualidad es ilegal. Las únicas pancartas con mensaje político que más se han dejado ver han sido en defensa de Palestina.

Tampoco la diplomacia ni los equipos ni patrocinadores ni los aficionados se han indignado lo suficiente como para que la FIFA se sienta forzada a indemnizar las familias de los miles de trabajadores fallecidos construyendo los estadios (Catar ya reconoce unos 500). La vergüenza, más que para Catar, es para la FIFA, cuyo silencio cómplice no solo tapa los muertos anónimos en este Mundial, ni siquiera está moviendo un dedo para evitar que ahorquen a Amir Azadani, el futbolista iraní condenado por apoyar las protestas de las mujeres de su país.

La corrupción era el otro asunto espinoso. Más de la mitad de los que votaron hace una década por la concesión del Mundial a Catar han sido arrestados, multados o procesados ​​por corrupción. Pero el foco de la corrupción ya no está en los cataríes sino en los europeos, con el escándalo de sobornos del Europarlamento. La ecuación diplomática es complicada, porque el gas catarí es tan vital para los planes europeos en la crisis energética con Rusia que entenderse con Catar sigue siendo imprescindible.

¿Moraleja?

Ni ha habido grandes protestas por los derechos humanos aprovechando los focos del Mundial ni el fútbol ha dejado de ser cómplice hasta el final.