De todos los discursos que dieron ayer los políticos el más interesante me parece el de la primera ministra danesa, Mette Frederiksen. No es que esté ahora siguiendo lo que pasa en el Parlamento de Copenhague, que bastante tenemos con el nuestro, pero es muy interesante que Frederiksen leyese un discurso ante todos los diputados daneses para luego advertirles que no lo había escrito ella: "Lo que acabo de leer no ha sido escrito por mí ni por ningún otro humano”, dijo, “ha sido escrito por Inteligencia Artificial”.
Pocas veces los políticos han escrito los discursos que leen y nunca nos advierten de ello, pero estaría bien que a partir de ahora por lo menos nos digan si el mensaje está hecho a mano humana o a máquina. Es improbable que vayan a saberlo. A lo mejor su escribano ha copiado algún párrafo de ChatGPT. Cada vez va a ser más difícil saber si un discurso es humano o artificial. Podríamos jugar a adivinarlo.
Sabemos que esta tecnología suele procesar textos ya escritos y hacer un refrito cada vez más decente, por lo que cuanto más se parezca lo que ha dicho un político a lo que ha dicho siempre más fácil será que lo redacte la máquina. Lo más previsible es lo más imitable.
Por ejemplo, cuando Sánchez salió hacer su primer discurso ante los diputados socialistas desde la derrota electoral del domingo y el anuncio de las elecciones, lo que dijo muy nuevo no sonó. Bien podría haber salido de un refrito actualizado del argumentario del dóberman del 96; si lo hubiera escrito ChatGPT bien podría también haber bebido de los discursos anti-Trump de la política estadounidense y el argumentario contra los medios que solía hacer Pablo Iglesias.
La mejor manera que se le ocurrió de insuflar ánimo a los suyos fue dar a entender que las elecciones de julio serán entre Sánchez o el caos. No sé si será cosa de los fontaneros de Moncloa o ChatGPT, pero volver a centrar una campaña en el miedo a la derecha que se ha mostrado repetidamente fallida en las urnas no parece una estrategia que rebose mucha inteligencia. Ni humana ni artificial.
¿Moraleja?
Si esta campaña se centra en la confrontación y el miedo, las promesas electorales van a importar un bledo.