Ayer Vox perdió una votación. Una muy importante. Y no fue la moción de censura fallida, claro. Digo importante. Una de la que realmente depende la vida de mucha gente. La vida digna. Y la muerte digna. Los magistrados del Tribunal Constitucional votaron contra el recurso de Vox que se oponía a la ley de eutanasia, por una amplísima mayoría de nueve contra dos. La ley lleva en vigor desde junio de 2021. Y en vigor seguirá, porque el Tribunal avala la constitucionalidad del derecho a morir dignamente.
También era muy amplia la mayoría de españoles, más de un 70%, que ya estaba de acuerdo con esta ley cuando se aprobó. La votación del constitucional no se divide en progresistas y conservadores. Dos magistrados del bloque conservador han votado a favor de la constitucionalidad de esta Ley, contradiciendo los deseos del PP y Vox, que además de recurrir esta ley ante el Constitucional habían votado contra ella en el Congreso.
Las personas que prefieran morir a vivir con un sufrimiento insoportable podrán seguir haciéndolo en España. Es constitucional. Por qué no iba a serlo si, según el tribunal, el sufrimiento extremo afecta al derecho a la integridad personal y la dignidad humana. Avala que sea una decisión individual, libre y consciente.
Más difícil de explicar es que hayamos tardado tanto en reconocerlo como derecho. No es difícil de entender que haya quien tiene unos valores o una religión que le impidan acogerse a este derecho. Lo que no se entiende es negárselo a aquellas personas que libremente lo desean. Porque, recordémoslo, la eutanasia es estrictamente voluntaria.
No hay datos oficiales de cuántas eutanasias se han producido en casi dos años por un retraso administrativo. Si hay algo que permanece, algo que no acaba y pervive tras la muerte, es la burocracia. Pero la Asociación Derecho a Morir Dignamente estima que en España se han practicado unas 300.
Hablar de eutanasia no es hablar de muerte. Es hablar de la dignidad de la vida. Y también de la esperanza. Más de medio centenar de las personas que optaron por la eutanasia, donaron sus órganos, donaron vida. Ha permitido más de 150 transplantes.
¿Moraleja?
El Constitucional reconoce, ¡bien hecho!, que vivir no es una obligación, es un derecho.