Lo más entretenido del día siguiente al recuento de votos, es el recuento de excusas. Y en las próximas semanas, tanto en Madrid como en Santiago, vamos a oír muchas. La mayoría absoluta del PP no deja lugar a dudas. Es la quinta mayoría absoluta consecutiva del PP en Galicia. ¿Mérito de Alfonso Rueda o de Núñez Feijóo? Lo mismo da. Las alegrías se comparten sin remilgos.
Es la derrota la que necesita autopsia. Y el hundimiento del PSOE ha sido peor de lo esperado. Porque lo malo de haber tenido esperanzas en el último momento es que ahora la caída duele más. Cómo no va a doler, si los socialistas han sacado el peor resultado histórico en Galicia. Lo fiaron todo al BNG, pero se quedaron cortos. Muy cortos. Con nueve escaños: solo un 14% de gallegos votaron socialista. En 2020, con 14, se decía que habían tocado suelo. Pero aún podían caer más abajo.
Lo más parecido a un consuelo que le queda ahora al Partido Socialista, tanto en Moncloa como en Ferraz, es echarle la culpa al PSOE gallego y viceversa. En Ferraz dirán que los gallegos han votado en clave gallega, que en esto el presidente no tiene nada que ver. Insistirán en que no han sido unas elecciones en clave nacional, qué va, por más que Sánchez se implicara con cuatro mítines en campaña y otros tantos actos; aunque el presidente aprovechara un viaje a Orense para anunciar la subida del salario mínimo y otro a Vigo para prometer 2500 millones en ayudas a la vivienda. El PSOE olvidará estos días que llamaron a una movilización como si fueran unas generales e insistirán en que los gallegos son muy suyos, muy del voto dual, como se dice ahora.
Peor lo tiene para encontrar consuelo Sumar, que no llegó ni al 2% de los votos. La vicepresidenta Yolanda Díaz encajó en su tierra su peor derrota. Aunque peor fue Podemos, que quedó detrás del Pacma. No sé si consolará que nadie se acuerda de que se presentaba.
El PP arrasa en Galicia, a ver cómo el Gobierno digiere la noticia.