La tristeza invadió su vida, sus familiares y amigos trataban de consolarle, pero fue él quien harto de ver a todo el mundo triste decidió que era hora de cambiar los ánimos y recuperar la felicidad. Le pidió a su tía que comprase pequeños juguetes, como dinosaurios y patitos de goma. Tenía una misión en mente.
Jaden y su tía empezaron juntos la aventura de recorrer Winterville, la ciudad en Georgia donde vivían, repartiendo juguetes a quienes parecían tristes. A cambio, solo pedía una sonrisa.
Lo cierto es que Jaden se llevó mucho más. Todas esas sonrisas, y también los abrazos de agradecimiento, le ayudaron a recuperar la felicidad. Le ayudaban tanto que se puso como reto conseguir 33.000 sonrisas.
Han pasado dos años desde entonces, el pequeño se tomó un descanso. Cuenta que el tiempo ha sido su mejor aliado para encontrar la felicidad y que está preparado para retomar su misión muy pronto.