Esta noche será el Atleti quien examine sus posibilidades con la Juventus en el Metropolitano. Pues entre tanto, Rubiales mata moscas con el rabo. El presidente de la Federación, compinche de Villar, al que se ofreció a sustituir apenas lo vio en la cárcel, y terminó sustituyendo, convocó a la prensa a un desayuno para darles unos ejercicios espirituales con los que justificar su próximo proyecto: una Supercopa, que jugarán en dos semifinales, el Campeón de Liga contra el subcampeón de Copa, y el campeón de Copa contra el subcampeón de Liga.
Una manera como otra cualquiera de conseguir ingresos para su Federación, solo que la idea original y extraordinaria, es que esas semifinales se jueguen fuera de España, en alguna ciudad que pague lo suficiente para que él acepte su oferta. Es decir, que hace muy poco prohíbe que se juegue un partido de Liga en Miami, el Girona-Barça, y recurre incluso al presidente de Gobierno para que avale su prohibición a través del Consejo, con el argumento de que su papá fue alcalde socialista, aunque él fue lamedor del Gobierno de Rajoy, cuando era Rajoy el inquilino de la Moncloa. Y el partido de Miami se prohibió.
Y ahora, con un descaro insultante, quiere llevarse la final de la Supercopa a donde más le paguen. ¿Quedará alguien, que no sea compinche o cómplice suyo, a quien pueda engañar este tipo? Me cuesta creeerlo.