Era uno de nuestros héroes como lo era Bahamontes, o el cordobés o Pedro Carrasco o Paquito Fernández Ochoa. Fue cuando solo se podía jugar al tenis en algún colegio de pago o en algún club de familias con apellido solvente. Santana se hizo una especie de raqueta con un trozo de silla y así comenzó a probar su habilidad con la raqueta. Fue una de nuestras primeras leyendas y la Caja Mágica de Madrid puso su nombre a la pista central.
Anoche, con 80 años, le vi por primera vez mayor, porque hasta hace 6 u 8 años, te ganaba un partido de pádel simplemente con su saque y devolviendo con precisión geométrica el tuyo. Tenía 72 años cuando nos ganó a José Tomás y a mí con un compañero horrible al que nosotros le tirábamos todas las bolas. Pero ni aun así. Súper Manuel era Súper Manuel. Después el Master de Madrid le colmó de ilusiones, que iba cumpliendo y realizando en un torneo que cada año es mejor y tiene más trascendencia.
Anoche me pareció de justicia comprobar el cariño del público cuando apareció en la pista central, a felicitar a Rafa Nadal que acababa de ganar su pase a cuartos de final, y se encontró con ese aplauso cerrado y emotivo que le felicitaba a él por su cumpleaños…le debemos muchas alegrías, y mucho orgullo de aquellos años cuando el orgullo nos lo teníamos que inventar porque era imposible presumir de nada, que no fuesen las penurias y las necesidades de la época.