Transcurrido mes y medio. O como si Lázaro se quejara de dolores de espalda después de la resurrección, por una mala postura. Los milagros existen y en el fútbol hay muchos, pero siempre se requiere un tiempo de cadencia o de barbecho, nadie hace milagros en serie. Ni siquiera san Messi. El Barça agotó sus vidas contra el París Saint Germain y anoche le faltó la suerte que favorece las remontadas históricas.
Remató cuanto pudo pero se quedó siempre a centímetros del gol. La diferencia es que la Juventus no es un equipo con los dientes de leche. En la genética de los italianos está el saber defenderse y proteger cualquier ventaja por pequeña que sea, y esta era demasiado grande. La goleada en Turín nos demostró que la debacle de París no fue accidente, sino un síntoma. Algo falla en este Barça, algo que le debe preocupar para el Clásico del próximo domingo, con la Liga todavía en juego, pero ya sin Champions.
Hoy será el turno del Celta y toca encomendarse a San Iago Aspas, patrón de los célticos en apuros. De peor situación salieron contra el Shakhtar en Ucrania. Así que les deseamos la misma suerte y que el cielo les regale, por lo menos, un milagro más.