Mejor así, porque por un momento temimos que pudiesen aparecer aquellos nubarrones del recuerdo de Mourinho que tanto daño hicieron a la convivencia y que tantos disgustos le causaron a Casillas por arreglarlo con Xavi a instancias de Del Bosque. Si de algo puede estar orgulloso ese equipo es del espacio de convivencia que se consiguió crear.
No me refiero sólo al buen ambiente entre los futbolistas, sino al buen ambiente entre los aficionados. La Selección ha sido durante muchos años uno de los pocos lugares donde los españoles nos hemos encontrado sin echarnos nada en cara. Cada vez que hemos sido campeones, la bandera nacional se ha liberado de prejuicios y ha ocupado las calles y los balcones. En este sentido, el fútbol ha conseguido lo que todavía no han logrado los políticos.
Las conversaciones que mantuvo ayer Sergio Ramos con Lopetegui y Piqué no pueden considerarse una anécdota. Son un recordatorio de que unidos hemos llegado hasta aquí y sólo unidos seguiremos avanzando. Como futbolistas, como aficionados y, probablemente, como sociedad. Aunque en esa sociedad puedan aparecer indeseables…como los de la pelea de Mallorca, pero incluso allí, había niños que lloraban y reprochaban a sus padres su actitud. El futuro es de esos niños y el futuro busca un fútbol pacífico y habitable.