Y esta vez la crispación política en Cataluña ha vuelto a contaminar la fiesta del fútbol, que de no ser por esa crispación política, sería una fiesta en Madrid para las dos aficiones, pero estamos discutiendo disparates tratando incluso de justificar esos disparates.
Pitar el himno de cualquier país es un disparate, pitar el himno de tu país, en tu país y en la final de Copa de tu país es un disparate estúpido, y justificarlo con el argumento de la libertad de expresión es una cobardía para no tener enfrentamientos con los que promueven ese disparate, porque es verdad que son bastantes o al menos hacen mucho ruido.
Sí es verdad, que en algunos momentos y en algunos lugares de este país, debe resultar incómodo ser catalán, y es injusto e injustificable que se les haga sentir así. Pero los pitos de mañana al himno, es una de las causas, y a su vez esos pitos son a causa de las situaciones que en algún momento se les ha hecho pasar, aún sin darnos cuenta.
Es difícil vivir en Barcelona afeándoles el disparate. Lo entiendo, porque te pueden tildar de facha, como a Serrat, y hablarte de sus presos políticos y lo que antes era una discusión de fútbol, se convierte en una discusión no política, sino de radicalismo, que provoca y enciende más radicalismos.
Quiero pensar que todos anhelamos las mismas ganas de vivir en paz, porque tenemos todos el mismo miedo a los enfrentamientos…que nunca se sabe cómo acaban. Quiero creer también en que hay más gente con buenas intenciones que malas, pero por si acaso en algún momento los malos hacen más ruido, tendríamos que tener algún método de defensa para que nadie pisotee los símbolos de nadie, porque mi libertad, de expresión o de lo que sea, llega hasta donde empieza la tuya. Y ahí comienza y finaliza el significado de la palabra libertad…y la libertad también es necesaria en el fútbol, pero para disfrutarla no para molestarnos