A partir de ahí, cada parte defendió sus intereses sospechando que es lo que hacían sus rivales. El alcalde de Vigo fue el primero en anunciar que no se podía jugar en el estadio, que es propiedad municipal. De inmediato saltaron las suspicacias. La decisión beneficiaba al Celta, que iba a reservar a los titulares para la Copa. El Madrid lo vio venir e insistió en jugar. Es más, Florentino ofreció una reparación express poniendo a disposición del ayuntamiento su constructora. No tuvo éxito. El siguiente actor en entrar en escena fue el Alavés, también sin éxito. Al considerarse agraviado por la suspensión, pidió el aplazamiento de la Copa. Y así nos hemos ido metiendo en un lío monumental que durará hasta que se encuentre una fecha para el partido de Liga, probablemente en mayo.
Hasta entonces no sabremos quién ha salido mejor librado de esta guerra de intereses y sospechas. De momento, el Alavés,que ha pedido el aplazamiento de su partido de Copa con el Celta, que hoy le denegarán en la FEF, es quien más satisfecho se puede sentir. Ayer jugó con los suplentes en El Molinón y ganó 1-4, con lo que llegará a tope de moral y fuerzas a la Copa. Esta es una de las razones por las que nos gusta tanto el fútbol: nunca sabes de quién se va a enamorar la pelota...es caprichosa, como el azar, y el viento.