Pero la semana, que va a estar narcotizada por el fútbol de la Champions, como es natural, tiene en su horizonte del viernes la decisión del TAD, ese tribunal de arbitraje para el deporte, que eligieron como si fuesen médicos para una ONG, pero que después, cuando vieron que tuvieron que tomar decisiones trascendentes, y que incluso les amenazaban con demandas si en esas decisiones perjudicaban a alguno, como Villar, decidieron hacer el don Tancredo.
Hasta que la justicia metió a Villar en la cárcel. Ahora, el fútbol tiene que elegir un nuevo presidente, y los compinches de Villar, la Asamblea que le eligió a él, pretenden que sean ellos quienes elijan al sucesor: osea, uno de los suyos, o al menos de la manada. O el hasta ahora presidente del Sindicato de futbolistas, Luis Rubiales, abogado por correspondencia, o el cajero de la banda de Villar, Juan Luis Larrea. Uno de los dos. Y por qué no unas nuevas elecciones limpias de las que salga una Asamblea limpia? Pues eso es lo que deben decidir los miembros del TAD el viernes, que como son una especie de juristas de ONG, pues temen las amenazas de los que están dispuestos a hacer lo que sea contra quien sea, con tal de coger el sillón de Villar. El viernes, cuando la semana europea de fútbol se haya resuelto, veremos como resuelven este asunto tan sencillo, pero tan amenazado, los señores del Tribunal de Arbitraje para el Deporte
