Y empezamos a coger fama de maleducados borreguiles, porque en Madrid se pitó el himno italiano cuando vino Italia al Bernabéu, y a Francia en el Calderón, y empieza a ser ya una horrible costumbre que tenemos que corregir.
Yo creo que en general no somos así, y no sé qué nos ocurre cuando nos juntamos en masa. Y observo que muchos de los que se indignan cuando algunos vascos o catalanes pitan el himno en la final de la Copa del Rey, y te hablan del respeto esgrimiéndolo con autoridad, han estado pitando los himnos de otros países cuando han venido a jugar a España.
Todos tenemos que colaborar para que esa estupidez, que comienza a hacerse costumbre, cambie, la erradiquemos. Porque insisto, creo que no somos gente hostil, somos extrovertidos, hospitalarios y en general acogedores.
Sí puedo entender, que en Sevilla estén molestos, porque yo lo estuve, con la actitud macarra, agresiva y violenta de la mayoría de los ultras ingleses que, sin ningún motivo, incordiaron, violentaron, y hasta arrasaron algunas calles de Sevilla, y también me molesta la actitud permisiva de las autoridades inglesas permitiendo que nos lleguen esas hordas salvajes de ultras que son ellos, allí, quienes deben domar, para que asistan con normalidad a un partido de fútbol, pero el himno es el símbolo de un país, de todo un país, no de sus peores gentes ni de sus ultras. Y es que decía Manuel Vicent, que los símbolos no atañen a la inteligencia sino a sus vísceras.