Pero el fútbol es un analgésico que produce discusiones pasionales, pero banales, que nos vendrían bien. Bastó un comentario de Schuster antes de anoche, sobre la final de Copa, porque él no entiende los pitos a un país, y ese comentario, dicho a su manera, en su español áspero pero rotundo, y ha provocado ya una cascada de respuestas indignadas en Bilbao y Donosti, que son tan respetables como las del propio Schuster.
Incluso anoche Luis Fernández, el que fuera entrenador del Athletic también me llamó muy indignado con Schuster. Son los albores de una temporada que se hundió hace dos meses y que comienza a emerger ahora aún sin salir todavía a flote. Pero la espuma de la polémica ya salpica aún sin comenzar.
Puede que se reanude dentro de un mes, puede que incluso sea antes, o puede que no se reanudara, todo ello depende del criterio de nuestras autoridades sanitarias y de cómo vaya languideciendo la epidemia, y también de los resultados de los test que ha pasado estos días los futbolistas. Pero necesitamos ir recuperando la normalidad en nuestras vidas, y el fútbol nos la daría también, pero no a cualquier precio ni a cualquier riesgo. Quede claro.
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