CON JAVIER CANCHO

Historia de la virgen roja

Se llamaba Hildegart Rodríguez. Fue la licencianda en Derecho más joven de España…y con una puntuación de sobresaliente. Recibió elogios del mismísimo Ortega y Gasset. Siendo abogada, estudiaba Medicina, Filosofía y Letras. Pero, una mañana algo muy malo le sucedió.

Javier Cancho

Madrid | 20.06.2019 11:34 (Publicado 20.06.2019 11:12)

El crimen sucedió en aquellos días en los que la vida en España transcurría agitada por el juicio al General Sanjurjo, después de su sublevación contra la II República. El asesinato de Hildegart ocurrió poco antes de la dimisión de Manuel Azaña.

Los hechos que vamos a contar sucedieron a pocas fechas de la llegada del llamado bienio negro.

Era la tercera vez que Aurora se acostaba con el sacerdote. Después del coito, el religioso quiso besarla pero ella le esquivó. Aurora nunca había tenido sexo hasta que conoció a Alberto, que era un cura castrense de origen leridano. Él tenía 49 años, Aurora 35. De manera que el sacerdote le resulta idóneo para su propósito. Con un cura se aseguraba que nadie le reclamaría la paternidad, ni se inmiscuiría en la educación de su criatura, de la criatura que Aurora andaba buscando. Quería tener una niña con la que emprender la revolución feminista y redimir al proletariado. Después de aquel encuentro carnal con el cura, Aurora se disponía a engendrar una hija prefabricada. Porque antes de que su hija naciera, Aurora ya había planificado cómo sería su vida.

Aurora llamó a su hija Hildegart, que significa Jardín de la Sabiduría. Y desde el principio sometió a la niña a un proceso de formación obsesivo. Con sólo tres años ya estudiaba latín, griego, inglés, francés, alemán. Aurora era incansable con su muñeca de carne. De modo que cuando Hildegart tenía 11 años ya daba conferencias sobre sexualidad y feminismo. Siendo sólo una adolescente, Hildegart era una personalidad con prestigio internacional a la que llamaban para participar en charlas de sexología y filosofía. Hildegart fue alumna de Julián Besteiro y llegó a colaborar con el doctor Gregorio Marañón. La eminente jovencita mantenía correspondencia con HG Wells o con Havelock Ellis. De hecho fue el señor Ellis quien empezó a llamarla la Virgen Roja.

Se licenció en derecho, recién cumplidos los 18. Y fue entonces cuando decidió dejar atrás la niña que nunca llegó a ser. Te estás apartando del camino le dijo una tarde su madre. Aurora, en su delirio, estaba convencida de que había un complot para que su hija se alejase de ella. En su desbarajuste emocional pensaba que por un lado los comunistas y por otro el servicio secreto británico conspiraban para que Hildegart no asumiera la función que le había sido conferida para propiciar un cambio de era.

Madre e hija vivían en un ático del número 57 de la calle Galileo, en Madrid. La noche anterior Hildegard había comunicado a su madre que se marchaba de casa. Transcurridas unas horas, Aurora se levantó dominada por sus tormentos, enajenada y en bata, cogió una pistola y encaminó sus pasos a la habitación de su hija. Hildegart estaba dormida. No vio cómo su madre le apuntaba con la pistola a su cabeza. Aurora descerrajó cuatro tiros con los que mató a su propia hija. Tres impactaron en la cabeza, en el último apuntó directamente al corazón.