CON JAVIER CANCHO

Historia de pulpos y arañas

Fue hace justo 70 años cuando Stanisław Lem denunció la incapacidad de los seres humanos para imaginar inteligencias radicalmente distintas a la nuestra.

Javier Cancho

Madrid | 07.05.2019 11:17 (Publicado 07.05.2019 11:08)

Lo que les vamos a contar es una historia que se inicia con algunas cuestiones flotantes: ¿Cómo atrapar el universo en una tela de araña? ¿Se imaginan una tela construida por 7000 arácnidos?¿Recuerdan la última ocasión en que dedicaron cinco minutos a contemplar cómo se va tejiendo una tela de araña? Son demasiadas preguntas, quizá. Así que...allá va una afirmación: la inteligencia no tiene por qué ser algo necesariamente humano.

Existe un tipo de arquitectura portentosa que encontramos en la naturaleza. Son construcciones hechas de seda. Y siendo seda, se trata de uno de los materiales más resistentes de toda la inmensidad de la galaxia. La arquitectura arácnida es robusta siendo elástica. Si estableciésemos una comparación proporcional, la resistencia de seda de las telas de araña resulta superior a la resistencia del acero. Son metros y metros de filamentos, son estructuras tridimensionales, es geometría, son matemáticas arácnidas. Cuando las telarañas vibran, tiemblan como si fueran las cuerdas de una guitarra, transmitiendo vibraciones en un amplio rango de frecuencias. Y en ese movimiento, según el tipo de oscilación de la tela, las arañas saben si se trata de presas, de posibles parejas; pero también si se trata de la integridad misma de la estructura de la telaraña. Estamos hablando de una arquitectura basada en la sutileza de las vibraciones.

Las telarañas son instrumentos musicales minuciosamente afinados, mediante le tensión y la dureza de la seda empleada. Pensemos en que las arañas son casi ciegas. Pero sin mirar saben qué está pasando en cada segmento del lugar que habitan suspendido en el aire. Lo dijo Pitágoras: "hay geometría en el zumbido de las cuerdas, y hay música en el espacio de las esferas". Y las propiedades de la seda de la araña son algo tan fascinante que el ser humano está tratando ahora de aprender toda la inteligencia contenida en las geométricas construcciones arácnidas. Se indaga en el desarrollo de nuevos materiales estudiando las telas de araña.

La ciencia ya sabe que las arañas además de arquitectas asombrosas son estrategas flexibles. Es decir, son capaces de desarrollar nuevas estrategias para resolver problemas inéditos. Y es aquí donde puede hacerse otra afirmación: las arañas estudian y aprenden. Ha llegado el momento de asumir que hay otros animales que piensan. Y sienten. Admitiendo ese hecho resultará más sencillo reconsiderar nuestra relación con la naturaleza.

Esta es la historia de Octavia. Octavia estaba suspendida en el agua, bocabajo. No sabíamos si estaba muerta. Cuando nos acercamos, Octavia quiso que hubiera contacto físico. Primero empezó a acariciarnos. Después sujetó la punta de nuestros dedos. Durante unos cinco minutos, Octavia permaneció allí abrazándonos, probándonos, recordándonos. Octavia es un pulpo. Los pulpos son seres inteligentes: capaces de abrir cajas para sacar comida; capaces de lanzar chorros de agua para jugar con pelotas, capaces de correr por el suelo con sus ocho patas. Tienen pico como los loros, veneno como las serpientes y una lengua repleta de dientes. Nuestro conocimiento sobre los pulpos está cambiando. La ciencia está tratando de indagar en el alma de los pulpos porque se tiene la sospecha de que lo que ellos saben puede enseñarnos mucho sobre nosotros mismos. Si quieren leer sobre octópodos les recomendamos: 'El alma de los pulpos, de Sy Montgomery, editado por Seix Barral.