CON JAVIER CANCHO

Historia de... una máquina: la centrífuga de gas

Con un cuchillo de cocina puedes pelar patatas, pero también puedes matar a tu vecino. En HistoriaD contamos la historia de una máquina: la centrífuga de gas.

Javier Cancho

Madrid | 03.09.2019 11:21

Esta es la voz de Gernot Zippe recordando sus primeros años de vida. El señor Zippe solía decir que todo lo que sucede procede -en realidad- de lo que pasó en nuestros orígenes.

Zippe nació en una comarca que pertenecía a lo que entonces se llamaba el Imperio Austrohúngaro. Estudió física y pasó la Segunda Guerra Mundial como investigador de mejoras para los aviones de la Luftwaffe. Al término del conflicto, fue hecho prisionero por los soviéticos y fue enviado a un centro de detención para científicos alemanes llamado el Instituto A. El Instituto A estaba en la costa del mar Negro, en la frontera física entre Europa y Asia. Los soviéticos destinaron a Zippe a un programa para producir energía nuclear. Pero, las bombas de Hiroshima y Nagasaki lo cambiaron todo.

Este es un discurso de Joseph Stalin. El líder soviético sintió que aquella bomba alteraba el equilibrio de la fuerza.

Al prisionero Gernot Zippe se le encomendó crear uno de los aparatos más codiciados de una época especialmente tensa en la historia de la humanidad. La centrífuga de gas fue el método más efectivo para producir uranio enriquecido, que es el combustible de las bombas nucleares. Zippe sabía que si no lo lograba, sería asesinado. Porque estaba al tanto de uno de los más grandes secretos del Kremlin.

Las centrífugas, las generadoras del combustible de las bombas atómicas, funcionan como las lavadoras de ropa: las lavadoras crean su propia fuerza de gravedad artificial para separar el agua sucia de la ropa limpia. Pero para separar los isótopos de uranio, la centrífuga tenía que girar a casi la velocidad del sonido. Gernot Zippe lo consiguió. Logró una máquina que necesitaba menos energía para funcionar que una bombilla de bajo voltaje. En 1956, después 11 años en el centro de detención, los soviéticos comunicaron a Zippe que podía irse a casa. Podía volver pero sin llevarse ningún apunte.

Gernot Zippe había trabajado para Stalin, pero detestaba al asesino que dirigía el destino de Moscú. Zippe contactó con la CIA. Y fue así cómo en la Universidad Virginia, en Estados Unidos, desarrolló para los yanquis la misma máquina que ya tenían los soviéticos. Cuando la terminó, Washington le ofreció la ciudadanía y seguir trabajando en secreto en su programa atómico. Pero Gernot Zippe rechazó la propuesta. Había ayudado a los estadounidenses porque estaba convencido de que la tecnología de la centrífuga debía ser compartida y usada con fines pacíficos. En la década de los 60, la energía nuclear fue vista como una fuente limpia para generar electricidad tan barata que no valdría la pena cobrarla. Ese era el propósito de Zippe cuando regresó a Alemania: quería generar energía barata.

Pero, el modelo de Zippe fue robado por un ingeniero pakistaní que vendió la información a Pakistán, Irán, Libia y Corea del Norte después.

La frase es de Gernot Zippe: con un cuchillo de cocina puedes pelar patatas, pero también puedes matar a tu vecino.