CON JAVIER CANCHO

La historia del hombre que pensaba que estaba muerto

La primera vez que se detectó fue en el siglo XIX. A día de hoy, todavía no se sabe qué causa el síndrome de Cotard.

Javier Cancho

Madrid | 19.09.2019 11:13

El señor Z padecía el síndrome de Cotard, también conocido como delirio nihilista. Ese síndrome es una extraña enfermedad mental. Quienes la padecen piensan que están muertos, que no existen o que sus órganos se están descomponiendo. La primera vez que se escuchó a un ser vivo asegurar que estaba muerto fue en 1880, cuando el neurólogo Jules Cotard observó esta situación en una mujer que negaba la existencia de Dios, la del diablo y, sobre todo...negaba su propia existencia. El doctor Cotard llamó a su paciente mademoiselle X. Desde entonces, se ha avanzado de poco a muy poco en la investigación de esta enfermedad, sobre la que hay escasa literatura científica.

Se le pregunta al paciente: ¿realmente crees que estás muerto?...Estoy muerto, responde.

Es una enfermedad que ni siquiera podemos imaginar. Porque aunque estemos llenos de dudas, aunque no estemos seguros de casi nada, al menos sabemos que existimos. Ya lo advirtió Descartes: pienso, luego existo. Sin embargo, hay casos donde la naturaleza humana -todavía a estas alturas- es capaz de mostrarse sorprendente.

En la Universidad de Lieja, en Bélgica, trataron a un paciente que refería estar muerto. Cuando se le hizo el escáner, los datos mostraban que aquel tipo había hecho una descripción emocional muy aproximada del estado en el que estaba su cerebro, con una actividad llamativamente baja en varias áreas que están asociadas con la experiencia del YO. Los doctores estaban estupefactos. Llevaban lustros observando escáneres y nunca habían visto a alguien que estuviera de pie, relacionándose con otras personas, y con un resultado tan anormal en el escaneado, con una función cerebral que parecía la de alguien anestesiado.

Aquel hombre decía que si no estaba muerto, entonces, él debía ser un muerto viviente. De hecho, manifestaba que antes de estar muerto solía visitar cementerios porque es donde mejor se sentía. Pero más allá de esa propensión melodramática, lo que los neurólogos tenían delante era una anomalía visible en la parte del cerebro que alberga nuestra habilidad para recordar el pasado y proyectarnos al futuro. Algo estaba pasando en la región del cerebro de aquel paciente donde reside la experiencia del yo, donde se activan las percepciones sobre nosotros mismos y los demás y de donde parten las decisiones morales. Esa baja frecuencia, en esa parte de su cerebro, de algún modo, confirmaba que en un sentido simbólico...sí estaba muerto.

Uno de los tratamientos que se utilizan para los pacientes con el síndrome de Cotard es la terapia electroconvulsiva. Se les desencadenan intencionadamente convulsiones controladas.