CON JAVIER CANCHO

#HistoriaD: El tenebroso trasfondo de oscuridad del Marqués de la Ensenada

Somodevilla y Bengoechea eran los apellidos del Marqués de la Ensenada. Procedía de una familia de hidalgos riojanos. Con él, queda claro, una vez más, que tras todo personaje luminoso también suele haber un tenebroso trasfondo de oscuridad. Una historia narrada por Javier Cancho.

ondacero.es

Madrid | 24.10.2023 12:29

El Marqués de la Ensenada ideó la llamada escuadra del Tajo. Era una flotilla de falúas reales. Las falúas fueron embarcaciones fluviales de recreo. Algo así como góndolas de lujo que se usaban en el siglo XVIII para las fiestas de sus majestades, para los fastos cortesanos en los ríos y estanques de los Sitios Reales: el Buen Retiro, la Granja de San Ildefonso y, sobre todo, Aranjuez.

En el transcurrir del siglo XVIII, en una habitación de palacio, conversaban el Marqués de la Ensenada y el escenógrafo Farinelli. Los dos imaginaban el magnífico espectáculo que sería para los reyes la diversión a bordo de una escuadra de barquitos singulares, con música inspirada en las partituras acuáticas de Händel. Un magnífico escenario y una formidable oportunidad.

Así los monarcas y nobles del XVIII en España navegaron -entre música- las aguas del río Tajo, mientras el Marqués conseguía respaldo a sus proyectos políticos.

Hay tres manuscritos, custodiados en la Biblioteca Nacional de España, donde se relata el auge y la caída del marqués de la Ensenada. Y la relación de intereses compartidos que el marqués mantuvo con el castrati Carlo Broschi Farinelli. Los tres documentos describen cómo el ministro de todo, porque de todo fue ministro el marqués, utilizó aquellas fiestas cortesanas para conseguir favores. El río se convertía en mar para que sus majestades estuvieran entretenidos.

Tanto Felipe V como Isabel de Farnesio, y del mismo modo, Fernando VI y a Bárbara de Braganza, unos reyes primero y otros después, sintieron devoción por el cantante castrado. Farinelli era una megaestrella hace más de dos centurias. Y Ensenada y Farinelli utilizaron las óperas del Retiro y las fiestas de Aranjuez para mover la voluntad de los reyes.

El marqués de la Ensenada, pieza central en el escenario político del siglo XVIII español, tuvo- más allá de sus argucias e indudables aciertos-…tuvo una determinación funesta en un asunto concreto: la gran redada de los gitanos en la que participó personal y activamente.

El marqués quiso acabar con lo que llamó la malvada raza, impidiendo que se reprodujesen. El marqués de la Ensenada planteó la extinción de los gitanos. Y ante las posibles objeciones de conciencia que pudiera tener el rey, el ministro de todo, tranquilizó al monarca con la ayuda de su confesor, el jesuita Francisco de Rávago.

El confesor le dijo al rey que estaba convencido de que Dios se alegraría si conseguía aniquilar para siempre a los gitanos. Se ordenó apresar a todos los hombres gitanos el mismo día y a la misma hora. Fue el 30 de julio de 1749; a la medianoche. Se arrestó a 9.000 gitanos. Con pena de muerte para quienes quebrantaran el confinamiento.

Y fueron ellas, las gitanas, con su rebelión en las calles, las que vencieron quitándose la ropa, no dejando de protestar. Ellas vencieron. Los gitanos se salvaron. Y para el Marqués de la Ensenada quedó la mayor aberración de su luminosa trayectoria política.