CON JAVIER CANCHO

#HistoriaD: Sam, el insumergible

Hubo un gato en la Segunda Guerra Mundial que se dejó un puñado de vidas sobreviviendo.

Javier Cancho

Madrid | 07.05.2024 12:25

Septiembre de 1939, el primer ministro británico, Neville Chamberlain, anunciaba por radio a la nación que Gran Bretaña había declarado la guerra a Alemania.

Así comenzaba la declaración en Downing Street. En aquel mensaje Chamberlain admitió su fracaso en la búsqueda de soluciones de paz. En aquellas horas de máxima incertidumbre también hubo discurso del monarca británico Jorge VI.

Estas fueron sus primeras palabras. El rey Jorge anunció que venían delante días oscuros, anticipando que la guerra no se limitaría al campo de batalla.

Al día siguiente, la prensa publicó que las principales ciudades del país serían objetivo prioritario de La Luftwaffe, la fuerza aérea de la Wehrmacht. El miedo sometió al sentido común. El Comité Nacional de Animales publicó unos panfletos informativos en los que aconsejaba a los propietarios de mascotas llevar a sus animales al campo, a los pueblos, y, de no ser esto posible, sacrificarlos como gesto de caridad ante el inminente ataque de los nazis. El resultado fue una masacre. En menos de una semana se dio matarile a medio millón de mascotas, entre las que hubo cientos de miles de gatos.

El gato Sam no fue uno de ellos. Sam, el gato, era polaco. Sam fue el nombre que se le puso a un gato que frecuentaba los muelles de Gotenhafen, en Polonia.

La tripulación del acorazado Bismarck, el orgullo naval del Tercer Reich, la tripulación comenzó a dar alimento al gato hasta que un submarino británico disparó uno de sus torpedos.

El gato Sam fue rescatado por los británicos sobre una plancha de metal. Sam fue adoptado por la tripulación del Cossak, uno de los 16 destructores de la Marina Real Británica en la Segunda Guerra Mundial. Sobre su cubierta, con su cadenita al cuello, y ya en el bando aliado, viviría plácidamente durante cinco meses.

Hasta que, de nuevo, un torpedo, esta vez de un submarino alemán, hundió el buque. Sorprendentemente, Sam logró sobrevivir aferrado a un pedazo flotante del destructor que le llevó hasta las costas de Gibraltar donde fue rescatado. «El insumergible Sam» es trasladado al portaaviones Ark Royal. Pero solo veinte días después de husmear por su nuevo navío, otro torpedo alemán hundió el portaaviones. Sam, seguía sin hundir el cogote.

La sorprendente historia de supervivencia de «Sam, el insumergible» llamó la atención del Almirantazgo británico. Un general supersticioso se plantó si podría tratarse de un gato maldito. Así que Sam fue trasladado a la residencia de unos marinos de Belfast, donde fallecería, de muerte natural, once años después del final de la guerra.