Los aliados preparaban el primer gran desembarco en el continente, en una zona controlada por los nazis.
Sicilia era un punto señalado en rojo en el mapa de la Segunda Guerra Mundial. El alto mando germano era consciente de la relevancia que tenía la isla en el año 43. Por eso, los aliados decidieron hacer creer a Berlín que el desembarco sería en otro enclave. La Operación Carne Picada consistía en engañar a los nazis para que rebajaran su vigilancia sobre Sicilia.
El objetivo era proporcionar a los nazis información falsa, creando la identidad de alguien que no existía: un oficial británico, del Cuartel General de Operaciones Combinadas, que supuestamente hacía de enlace secreto con las fuerzas aliadas en el Norte de África. La Royal Navy inventó una extensa biografía sobre el comandante William Martin. Se falsificaron documentos sobre su nacimiento en Cardiff, tenía una novia llamada Pamela, que era funcionaria. El oficial llevaría consigo una serie de objetos personales que ayudaran a construir el relato: fotos, cartas de amor, entradas de teatro. Todo debía resultar convincente en la historia inventada del comandante Martin. Su cadáver debía ser encontrado en el Mediterráneo, después de un supuesto aterrizaje de emergencia. Debía ser hallado esposado a un maletín en cuyo interior hubiera una carta con una mención implícita a un próximo desembarco en Cerdeña. Esa información intencionalmente falsa debía caer en manos enemigas pero de un modo indirecto, sin tosquedades. Antes había que encontrar un cadáver.
Para la pieza del central del engaño, los militares pidieron ayuda a la medicina: se contactó con dos eminentes patólogos. Los médicos necesitaban encontrar el cadáver de un hombre joven que hubiese fallecido a consecuencia de una neumonía y que además tuviese un derrame pleural asociado, de tal forma que la autopsia señalara líquido en sus pulmones certificando la conclusión de muerte por ahogamiento. El cuerpo elegido fue el de un joven de treinta y cuatro años fallecido por neumonía tras inhalar raticida de forma accidental.
El cadáver presentaba derrame pleural asociado a la infección respiratoria. El cuerpo fue vestido con el uniforme de las fuerzas anfibias británicas e introducido en un contenedor estanco. Fue transportado en un submarino que puso rumbo a aguas españolas, por la relación del régimen de Franco con Hitler. Navegó hasta una posición situada a una milla al sur de Huelva y allí, a las 4.30 horas del 30 de abril, el supuesto comandante Martin fue echado al agua con el maletín con los documentos.
El cuerpo fue descubierto tres horas después por un pescador de Punta Umbría. La autopsia concluyó que el militar británico había fallecido ahogado.
El cadáver se entregó al consulado británico, fue enterrado en el cementerio de Huelva. Al mes siguiente, el nombre del comandante Martin apareció en las listas de bajas británicas que publicaba regularmente el Times. Las autoridades españolas entregaron al agregado naval británico el maletín al que iba esposado el comandante fallecido, asegurando que estaba tal y como lo habían encontrado. Cuando la inteligencia británica recibió la información, comprobó que el maletín había sido abierto. El alto mando alemán había tragado con la carne picada. Entendió que el desembarco sería Cerdeña y el Peloponeso. Aunque hasta que no llegase el momento no se sabría si el señuelo había funcionado.
La operación carne picada permitió a los aliados desembarcar en el sur de Sicilia con una resistencia prácticamente nula.