CON JAVIER CANCHO

#HistoriaD: El doctor que venía del grafiti

Javier Cancho recupera la historia del doctor Juan Tapia, que encontró en el grafiti una de sus pasiones y la forma de alcanzar su otro sueño: estudiar medicina.

Javier Cancho

Madrid | 15.02.2022 14:27

El doctor Tapia nació en Santo Domingo, en la República Dominicana.Su padre no quiso saber nada ni de su madre ni de él, cuando él tenía 2 años. De modo que la madre y el hijo emigraron a Estados Unidos.

Llegaron a Nueva York en la década de los 60, cuando la gran manzana estaba podrida de violencia. Era un tiempo hostil para los jóvenes que vivían en barrios pobres. Por entonces, si no pertenecías a una pandilla casi no podías salir de casa. Cuando Juan Tapia era sólo un crío empezó a frecuentar unos malotes que se hacían llamar los Nómadas Salvajes.

En el Bronx, encontró la primera inquietud de su vida: el grafiti. Y con las pinturas urbanas adquirió una identidad propia. Juan Tapia era Cat87.

Mientras él pintaba paredes, su madre limpiaba baños. Muchas veces se iba a trabajar a las cinco de la mañana y no volvía de trabajar hasta las once de la noche. Fue un tiempo comprometido para Juan, porque iba poco a clase. Convivía con chicos cuyas vidas se rompieron.

Hemos escuchado la voz del doctor Tapia. Su vida cambió cuando un tipo llamado Hugo Martínez, un estudiante de Sociología, le invitó a pintar un mural urbano delante de la prensa. Al contrario de quienes les criticaban por ensuciar la ciudad, aquel universitario llamaba la atención sobre un aspecto que hasta entonces no se había tenido en cuenta: los grafiteros eran jóvenes motivados que empleaban la pintura como medio de expresión, como vía de escape. Tapia terminó pintando murales para distinguidas galerías de arte de Nueva York.

De niño soñaba con ser doctor. Pero pensaba que alguien como él no podía. Hasta que el reconocimiento con el grafiti le dio vigor, confianza. Se preparó para la prueba de acceso a la Universidad. Y entró. Fue aceptado en el Towson College Baltimore.

Habiendo culminado la carrera, la situación económica familiar no le permitió continuar la especialización, se puso a trabajar de taxista. Hoy, después de mucho empeño, es un pediatra admirado en Nueva York, con clínica en la avenida 135. Es una clínica con paredes de grafiti pintados por los jóvenes del barrio.

El doctor fue uno de los precursores del primer centro de pruebas COVID del Bronx. También atiende a madres con niños enfermos que no tienen seguro médico en Estados Unidos.